No todos los psicólogos fuman en pipa ni llevan barbas cónicas y grisáceas. Pero tampoco todos los psicólogos graban un disco que incursiona con humor en el rock, el bolero, el chamamé, el reggae-pop, el tango y la tecno-cumbia, ni se especializan en desarrollar terapias para bandas de rock. Fabio “Poroto” Lacolla aparece dentro de este segundo grupo de psicólogos, aunque debe ser bastante difícil encontrar a otro como él. Poroto –también llamado Dr. Poroto– acaba de editar El zapping dramático, un libro de relatos y ensayos en el que construye historias a partir de anónimos fragmentos de sesiones de sus pacientes, y que hasta incluye un autorreportaje (“es que pensaba que nunca me iban a hacer una entrevista... ahora, por culpa del NO, voy a tener que sacar del libro a ese capítulo”). También anuncia la aparición de su debut como músico solista, el curioso disco Canciones chanchas.

En simultáneo a sus actividades artísticas, su trabajo como psicólogo de bandas de rock ya lo llevó a asistir a grupos españoles y argentinos.

“En realidad, lo que yo hago es un ‘service’ para bandas en conflicto”, clarifica. El secreto profesional le impide dar los nombres de los artistas con los que trabaja, aunque revela que llevó adelante una terapia grupal con una banda argentina que no volvió a presentarse en vivo este año, después de haber tocado por última vez aquel fatídico 30 de diciembre de 2004. “Los grupos de rock tienen problemas particulares”, apunta el licenciado Poroto, quien conoce muy bien la experiencia rockera porque fue durante años guitarrista y tecladista de Mondo Hongo, banda que tuviera un casi-hit radial con el tema Killer Surubí (y cuyo cantante, Pablo Montiel, también inició su rumbo solista con el álbum La belleza del gesto).

“Un ejemplo clásico es el del grupo que se autoboicotea al llegar al primer disco, después de haberla peleado durante años; porque a la hora de volantear y remarla está todo bien, pero cuando aparecen los primeros logros, surgen los problemas. Y otro caso típico es el de la somatización, como cuando al cantante le agarra bronquitis y el batero se fisura una mano.” “Un momento característico de pelea interna de una banda es la grabación del disco –destaca–. Porque es el momento en que las canciones se plasman y ya no hay revancha, a diferencia de los shows, que son inmediatos y te dan revancha al siguiente recital.”

Su terapia-tipo suele incluir dos entrevistas, un ensayo y un concierto, en el que hace lo que llama “charla de camarín”, apuntada a la motivación. “Hago la ‘gran Griguol’”, dice, en alusión al DT de fútbol que da un cachetazo o una palmada en el pecho a sus jugadores antes de cada partido. “Y también, si la banda tiene productor, tengo una entrevista con él, en algo que se parece a la reunión del psicólogo con los padres de un paciente”, agrega.

“Un problema de los grupos de rock es el liderazgo, que no sólo pasa por el narcisismo”, señala Poroto. Y explica. “Hay dos figuras: una es el líder externo, que habla en las entrevistas, se coge las mejores minas y suele ser el frontman de la banda; y otro es el líder interno, que está a cargo de los arreglos y la mayor parte de las decisiones musicales. Esos dos roles no siempre son ocupados por la misma persona.”

A pesar de su experiencia profesional y de ser docente universitario, su discurso no suena solemne sino que, del mismo modo que en sus canciones, el humor –sin avisar– entra y sale de sus palabras. “Es que el chiste hace que cualquier cosa que digas duela menos y sea como un amortiguador”, sostiene el hombre que escribió la canción de Man Porro, el rastafari alemán. Adivinanza: ¿cuál será la próxima banda argentina en consultarlo? n

* Poroto presenta su libro El zapping dramático este lunes (28/11) a las 18.30 en El Salvador 4960.