TEATRO POR LA IDENTIDAD EN ESPAñA
› Por Martín Correa-Urquiza Desde Barcelona
“Franco nos hizo lo mismo. Habilitó la posibilidad del secuestro de niños y el robo sistemático de sus identidades durante la Guerra Civil. Por eso creo que este tipo de temas nos involucran a todos.” Ainoa habla así de la posibilidad empática del público español con el ciclo Teatro por la Identidad que se inicia esta semana en Cataluña. Ella vino del País Vasco, vivió los últimos coletazos de la dictadura franquista y hoy es parte del auditorio que abarrota el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Aquí, en el hall principal, es donde Estela Barnes de Carlotto y Rosa Roiscinblit presentan el ciclo junto a la Plataforma Argentina contra la Impunidad; los organizadores. La idea es la de siempre: hacer del teatro una herramienta capaz de generar dudas. Dudas que activen y logren hacer que alguno de los espectadores resulte ser uno de los 70 jóvenes/nietos que se calculan viven hoy en España, desconociendo su identidad originaria. Y el número no es desdeñable si consideramos que las estimaciones de las Abuelas de Plaza de Mayo hablan de unos 500 niños y niñas secuestrados, de los cuales hasta la fecha se han recuperado 82. “Hay que extender la red para facilitar el encuentro”, afirma Carlotto.
En el 2004, la experiencia que había empezado en el 2001 en la Argentina, llegó a Madrid de la mano de un grupo de actores entre los que estaban Miguel Angel Solá, José Sacristán, Aitana Sánchez Gijón, Juan Diego Botto y Leonardo Sbaraglia. En la capital española, los resultados fueron alentadores; ocho jóvenes se acercaron y uno de ellos está recuperando la pieza robada al puzzle de la Historia.
En Barcelona, una decena de teatros cederá su espacio cada lunes, durante mayo y junio, para las más de 15 obras que se pondrán en escena con entrada gratuita. Serán propuestas teatrales o performances con elencos mixtos de actores argentinos y españoles trabajando bajo un único lema, la identidad, y una intención central: contribuir con la búsqueda. Será entonces cuando el teatro retome algo de su función social y dé la posibilidad de recuperar alguna de esas historias perdidas en las grietas de la “otra” historia.
“Si bien al principio costó transmitir cuál era la idea de lo que queríamos hacer, de a poco los teatros alternativos catalanes fueron entendiendo el objetivo y se asociaron al proyecto”, afirma Lucila Teste, que colaboró en la organización del ciclo y en estos días presenta una obra autobiográfica. Para ella, cuyos padres fueron asesinados por la dictadura, participar en TxI es hoy una necesidad, es la oportunidad de hacer un tipo de catarsis mientras, al mismo tiempo, lo que resulta puede hacer cambiar las cosas. España ya es parte de la red.
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