Jueves, 7 de diciembre de 2006 | Hoy
1 > CRECIMIENTO SOSTENIBLE DE A77AQUE
La banda liderada por Ciro Pertusi fue pionera en alentar la autogestión y encabezar festivales en defensa de las fuentes de trabajo que iban en esa dirección. Coherencia, perseverancia y espíritu combativo de quienes sobrevivieron estoicamente a dos oleadas de abrumadora fama con Hacelo por mí y Arrancacorazones. Como adelanto de su próximo disco que saldrá en febrero, editan el EP Pirotecnia. Pertusi repasa vida y obra.
A A77aque nadie le ha regalado nada. Todo, incluyendo la explosión comercial que echó a la banda desnuda a las fauces del monstream mediático a caballo de aquel hit pasional y tribunero llamado Hacelo por mí, fue posible gracias a su espíritu combativo y perseverante. Porque ahí donde muchos podrían haber sido devorados por su propia creación, el cuarteto supo aprender de los errores o la inexperiencia y esperar, detrás de un trabajo coherente y constante, el momento exacto para atacar. Y esa misma paciencia fue la que llevó al grupo a tomarse cuatro años luego de haber lanzado Antihumano, disco que fue Platino en América latina y que los llevó nuevamente a enfrentarse a micrófonos de ocasión y atender llamados de todo tipo, producto de la exposición masiva que un éxito genera.
Así, con Arrancacorazones sonando hasta en la espera de la consulta médica (el tema estuvo a la cabeza de los ringtones más bajados), A77aque volvió a las extensas giras y llevó su (aún) canción contestataria a distintos lugares de Sudamérica y Europa. Y en esos viajes la banda terminó de armar las piezas de su nuevo puzzle musical que estará en la calle en febrero del 2007 bajo el apocalíptico título de Karmagedon, y que fue grabado en el estudio Del Abasto al Pasto y en las sierras de Córdoba con la producción artística del guitarrista Mariano Martínez.
Pero para mitigar el aguante (con un claro espíritu navideño de la discográfica), desde este martes se encuentra a la venta Pirotecnia autorizada, un EP de tres canciones (Sexismo, Llenos de vida y Los Garrapatas) y un video inédito de Chicos y perros, con imágenes del 20 de diciembre de 2001, que describen el estado de situación de una banda inconformista que ha alcanzado su madurez y que posee hoy a un lúcido cronista de las miserias diarias en la pluma de Ciro Pertusi.
Porque si bien han pasado casi dos décadas desde el momento en que Ciro tomó por primera vez un bajo para dibujar melodías de los Ramones, The Damned y The Clash, la esencia de A77aque todavía está intacta. Así, sin deudas pendientes y siendo honestos con su música, construyeron un camino en soledad que los fue alejando lenta e involuntariamente de aquella camada punky e irreverente que irrumpió en la escena nacional a fines de los ‘80 y que los tuvo como abanderados de las tribus ramoneras.
El cantante —que en marzo próximo cumplirá treinta y nueve años— pareciera masticar cada frase y elegir cuidadosamente las palabras, que se irán ordenando solas y automáticamente en su discurso, mesurado pero crítico, sobre la realidad social de la Argentina. “Habría que ponerse a pensar qué es lo que podemos hacer para mejorar esto. Pero todo tiene que pasar por lo que vos puedas hacer de manera directa y cómo te comprometés con las cosas que te rodean. Como individuo podés hacer de todo, pero si el impulso no sale de vos, no sirve”, sentencia.
Pertusi, quien más adelante se definirá como “un poco calentón o reaccionario”, reconoce que aún le cuesta adaptarse a las nuevas reglas de juego a las que el rock debió adoptarse luego de la tragedia de Cromañón. Y, fiel a su costumbre, lo deja claro: “Nosotros íbamos a tocar el 24 de noviembre en el Microestadio de Racing, pero poco tiempo antes del show nos dijeron que se suspendía todo porque los bomberos no habían habilitado el lugar. Y ése es el rock modelo ‘06 que tenemos hoy. Es por eso que decidimos tocar el 19 de diciembre en el Teatro de Flores, para que los chicos puedan vernos al menos una vez más antes de fin de año”.
—Fue por una cuestión de itinerario de laburo. Tuvimos muchos shows, hicimos giras y eso no permitió que tengamos el tiempo suficiente para laburar la producción. Sí estaba la composición, pero en la parte más íntima de cada uno. Yo tenía mis canciones, Mariano las suyas y Luciano las propias, pero no había tiempo de demearlas. Después hubo que ensayarlas, arreglarlas, desarreglarlas todas y que cada uno las aggiorne a su forma de tocar, porque cuando nacen vienen en un plan más personal. Y eso lo hacemos entre todos: juntarnos para dale el “toque A77aque” a cada una. Pero la verdad es que no tuvimos un tiempo libre para ver el material y se nos juntaron demasiadas canciones. Pensá que Mariano solamente había traído cuarenta y yo doce.
—No, ni a palos (risas). De hecho justamente estábamos pensando en lo contrario, en un disco de rápida digestión, por el tema de la vida útil de cada disco, viste. Además, si sobrecargás un disco con demasiadas canciones, no le das tiempo a la gente para que las pueda disfrutar, porque como está planteado el actual sistema de difusión, no sirve. Es decir, las canciones no tienen el tiempo suficiente para que maduren y se pierden. Encima los músicos siempre tenemos el berretín o la pretensión de que cada una de las canciones se conozca a fondo. Entonces lo bueno sería hacer un disco corto para que se les dé bola a todas las canciones, pero...
—Yo prefiero escuchar un disco corto, pero si el disco está recontrabueno, está bien que sea largo y así poder darle, darle y darle, más que nada para que lo pongas en el auto y no lo tengas que cambiar (risas). A veces me pasa que la sobreinformación me mata, porque cuando estás muy sobrecargado de información y te toca un grupo que se mandó con veinte canciones, la cabeza no te llega a funcionar. El tema es que hay mucho de todo dando vueltas todo el tiempo.
—Una de las causas fue porque queríamos sacarnos las ganas de poner la mayor cantidad de canciones posibles en dos ediciones, aunque las tres de Pirotecnia no van a estar en el disco. Por eso quisimos aprovechar y no cercenar temas por el formato. También lo decidimos así para dar un adelanto a los chicos, para que puedan tener algo antes de fin de año, porque encima llevamos tres años sin editar nada. Antihumano es un disco del 2004 que salió a finales del 2003, por eso quedó la sensación de que hace cuatro años que no hacemos nada nuevo. Si bien tres canciones no te definen el material que va a venir, son un buen aperitivo para esperar la salida de Karmagedon.
—Creo que las dos cosas, pero para serte sincero también es lo que nos sale. Siempre, inclusive cuando hacemos las canciones más tranquilas o más dulces, hay una salida instintiva y natural hacia lo enérgico o hacia el desenfado. Existe en A77aque una bajada de línea que yo no llamaría “pesimista”, pero convengamos que las cosas en este ambiente cosmopolita en el cual vivimos no están nada bien y mucho menos están dadas de la mejor manera. Pareciera que con nuestra postura seguimos avivando el fuego en lugar de apagarlo, pero la tendencia humana por naturaleza es así y es muy difícil de cambiarla.
—Sí, sin dudas. Pero no tenés que esperar a escuchar Karmagedon porque ya Pirotecnia autorizada te lo dice todo. Si viste la tapa del disco te vas a dar cuenta (la portada muestra a un bebé de meses llevándose una granada a la boca). Es como un resumen de lo que nos falta: que en cualquier momento les demos granadas a los niños y después andemos llorando por los rincones diciendo: “Ah, qué injusta que es la vida con nosotros”. Si pensamos así nos estamos equivocando.
A77aque fue una de las bandas pioneras en alentar la autogestión obrera y encabezar festivales en defensa del derecho de los trabajadores y de la expropiación de las fábricas recuperadas. Así llevaron su música para acompañar la lucha de los ceramistas de la firma Zanon (a quienes les dedicaron la canción Setentista, de Antihumano) y de los cooperativistas del Hotel Bauen. Pero su cruzada no termina aquí: el cuarteto también participó en recitales en apoyo a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y se acercó a dar una mano a centros de discapacitados y distintos comedores infantiles. Y para que no queden dudas acerca de su real compromiso, el próximo 16 de diciembre volverán a Neuquén para ofrecer un nuevo recital luego del fuerte vínculo que trazó el grupo con los empleados de la cerámica en el 2003.
—Ustedes siempre se destacaron por participar en distintas actividades de carácter social. ¿Hasta dónde puede llegar el compromiso del artista?
—Yo creo que todo tiene un límite, como aquella frase que dice: “Los derechos tuyos terminan donde empiezan los del otro”. Uno puede proponer hacer lo posible, pero en definitiva el cambio es personal, individual y está en cada uno. Si querés llegar a un logro masivo, tenés que pensarlo de esa manera, no te queda otra. Toda masificación depende de un montón de decisiones personales. Entonces me parece demasiado utópico o pretencioso creer que un ente, ya sea una persona o un grupo de personas, puede venir a sacarnos del problema o a salvarnos para siempre. Eso es muy irreal.
—No, ojo, porque también al mismo tiempo se generan cambios, como con la acción directa. Nosotros nos movilizamos y hacemos cosas, como las de Zanon, por lo que nos han dejado y por las enseñanzas que hemos tenido. El haber escuchado grupos, bandas y personas que nos han influenciado pudo haber dejado una semilla en nosotros, y ahí es cuando te das cuenta de que alguien detonó algo en tu cabeza y que no te sentís tan solo, o bien te ves representado. Y eso pasa cuando alguien, con un pensamiento o con una palabra, te inspira para siempre; o cuando te dice algo que vos no te animabas a decir.
—Sí, de hecho lo pienso siempre, pero creo que no debería ceñirme a eso, al menos en este momento de mi vida. En una época me atacaba con eso y pensaba “¿qué estoy haciendo?”, “¿estará bien lo que estoy diciendo?”. Y aun así la pifiaba. Porque el tiempo pasa y cuando mirás hacia atrás en tu vida, ves que de lo que estabas completamente seguro en un momento hoy ya ha cambiado, y cuando te querés dar cuenta decís: “Mirá la pavada que estaba diciendo”. No me parece correcto ceñirse a eso, pero sí me parece bien tener reparos en cuanto a lo que uno dice. Si no quedás sujeto a un sistema siniestro: “Voy a decir esto porque, si no, andá a saber lo que van a pensar de mí”.
—Bueno, uno se cuida un poco en cómo dice las cosas, pero vos tampoco viniste a buscar al mejor exponente de cuidar la forma de decir las cosas (risas). No soy el más indicado porque muchas veces he boqueado de calentón o reaccionario, pero creo que a esta altura de mi vida yo no tengo dudas de mi buena intención y no creo que queden dudas para afuera. Y si quedan dudas, allá la gente.
—Sí, he perdido la inocencia. Pero siempre se cierra una ventana y se abre otra. Yo por naturaleza soy una persona que cree en el juego de la vida, porque la vida es una especie de juego. Y entonces te ves obligado a apostar y creer en ese juego. Siempre vas a tener desengaños, pero el corazón es un músculo resistente, que también se basa el juego de la vida. Confieso que como he perdido la inocencia, también la he sabido transformar en una llama que brilla de otra manera o que se corporiza en otra cosa.
—Mirá, yo considero que en general somos una banda bastante querida por los medios. A veces creo que los músicos pensamos que deberíamos ser tomados en cuenta de otra manera, o que nunca nos toman en serio, y ahí es cuando entra a correr la paranoia. Los músicos y los periodistas son seres humanos, y los seres humanos no ahondan demasiado en lo que le pasa al otro. Yo tengo amigos que cuando me pongo a charlar de lo que estoy haciendo con una pasión total, están todo el tiempo mirando el celular y mandando mensajitos de texto o bajando ringtones. Es por eso que si uno le da cierta importancia a las cosas debería entender que no todo el mundo funciona de la misma manera. Pero es real que si existe una prensa especializada uno pretende que no te juzgue tan rápido o que no dé un veredicto tan a la ligera sobre un trabajo que tal vez te haya llevado años.
—Sí, pero creo que eso tiene que ver además con el perfil de los que bajan ringtones. El público que baja ringtones se parece más a lo que antes era el público de radio, gente a la que le gustan los temas más melodiosos, del tipo canción. Hay también que fijarse que, aunque Arrancacorazones es una canción que habla de amor, habla del lado más oscuro del amor: el desamor.
—Y... sí. Creo que A77aque tiene una historia un tanto atípica, porque nuestro under fue muy corto. Tuvimos solamente tres años de under, como mucho. El resto fue crecer en público, como un under en público, porque nos pasó algo muy extraño que fue tener en el segundo disco una canción como Hacelo por mí, que explotó de golpe y de la que ya todos conocemos la historia. Son esas cosas que no pasan siempre: hacer una canción y que explote. Entonces ahí nos convertimos en una banda mediática y tuvimos que pagar algunas consecuencias, y tal vez por ese lado el camino se hizo más duro, pero es la historia que nos tocó. Ahora lo puedo analizar así, pero en ese momento rezongábamos un poco más.
—Eso dicen, pero más allá de lo que la gente haya sacado de todo eso, te aseguro que no fue un planteamiento interno de la banda, eh. Sí hubo un momento, allá por 1992 cuando ingresa Luciano, en que decidimos guardarnos y cuidarnos entre nosotros. Nos metimos a ensayar y a reforzarnos, porque había alrededor un clima de dudas y de acusaciones, de si nos habíamos vendido, si éramos auténticos y esas boludeces. Por eso es que nos propusimos hacernos fuertes entre nosotros y encerrarnos, ya que afuera el clima estaba hostil. En ese momento tuvimos mucha exposición, aunque nosotros nunca elegimos poner la cabeza en esa guillotina.
—Sí, puede ser. Pero la diferencia es que hoy la gente mete la cabeza en la guillotina porque es más normal venderse y regalarse en televisión y en todo ámbito. Y lo musical no escapa a eso. Cuando hicimos Hacelo por mí éramos muy pendejos y no teníamos demasiada experiencia. Más allá de que afuera todo era una locura, nosotros no teníamos la sabiduría suficiente para lo que estaba bien o lo que estaba mal. n
* A77aque toca el 19 de diciembre en El Teatro de Flores, Av. Rivadavia 7800. A las 20.
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