DOS MUESTRAS DE REGGAE ARGENTINO
Por P. P
La hamaca paraguaya, la palmera,
la chala que está todo bien... Uf. Buena parte del reggae argentino –inclúyase
aquí a público y artistas– parece consumir el estereotipo.
Los intentos por convertir a esta ciudad austral y contaminada en una ilusoria
sucursal caribeña no dieron, por lo general, grandes resultados. La vertiente
pop fue la que prevaleció más allá del gueto, y con ella
la idea de que el reggae se reduce a la remera de Marley, el paquete de Ombú
y un par de acordes rasgados de abajo para arriba. ¿Qué hay detrás
de la cortina de humo, entonces?
Sin grandes pretensiones innovadoras, pero con un sonido rústico, despojado
y personal, Resistencia Suburbana acaba de editar su tercer disco, Resistencia
+ IVA. Valiéndose de ciertos recursos del dub y del ragga, esta banda
surgida de los suburbios de San Martín compone un testimonio de alerta
social a partir de conceptos esenciales de la tradición musical jamaiquina.
La convicción espiritual le permite describir un mundo en el que el Bien
y el Mal están claramente definidos. De un lado está la OTAN,
la policía, los gobiernos; del otro los trabajadores honestos, los ancianos
luchadores, los mártires. Resistencia prescinde de las disquisiciones
religiosas y elige las denuncias más concretas, trazando el panorama
de la ciudad con una contundencia que no reniega de cierto áspero sentido
del humor. En “Represión brava”, el cantante Luis Alfa pone
el ojo sobre los palos de la policía sin olvidar de dónde provienen
las órdenes. Allí se rescata “la hidalguía de Norma
Plá, que desde el cielo muy fuerte grita: si no hay justicia, nunca habrá
paz”. También hay una intención manifiesta de adherir al
movimiento de resistencia global, pero siempre desde el lugar de un grupo de
pibes del conurbano. “Y pensar que a todas esas larvas/ nosotros las votamos/
y les dimos el poder que ahora tienen/ para maltratarnos”, dice la letra
de “Reforma laboral”.
Distinto es el caso de Aztecas Tupro, una banda con seis años de existencia
que celebra la salida de su primer disco, Retumba. Con un sonido más
internacionalista, ecléctico y a la vez estándar, el sexteto habla
de alienación urbana (“Skabaires”), le rinde tributo al “alma
rebelde del gueto” Bob Marley, advierte sobre la sinuosidad del “camino”
de la vida. Hay lugar para una versión ska de “Nowhere man”,
de Lennon/McCartney, y también para invitados como Fernando de Catupecu
y Pity de Viejas Locas. Pablo Wehbe, cantante y guitarrista del grupo, reconoce
como máximas influencias a Sublime (“la gente que agarró
el reggae y el ska y empezó a transformarlos en otra cosa”) y Mano
Negra. Predominan las guitarras fuertes y la mixtura latina. “Si bien tocamos
con muchas bandas reggae, nunca terminamos de entrar en el circuito. Estamos
medio afuera de eso, por una cuestión de que el ambiente es muy cerrado:
te salís del reggae tradicional y ya mucho no les cabe. Nos preocupamos
por que salga una buena canción, no un buen reggae.”
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