NUEVAS TRAMPAS DEL CYBERMUNDO
“Operador para Chat”, decía el aviso que descubrió un cronista del NO, y fiel al espíritu de investigación decidió llegar hasta el fondo del asunto. ¿De qué trata el trabajo? “Incentivar” a los gringos a que escriban SMS’s más largos.
› Por Facundo Di Genova
Con esto de la reactivación económica, cada vez es más fácil conseguir empleo. Las ofertas son infinitas, y más si se tiene en cuenta que ahora la revolucionaria modalidad del teletrabajo permite trabajar desde Monserrat para algún dadivoso empresario estadounidense por doscientos sesenta y siete dólares, y por supuesto todo facilitado por la proliferación de sitios en Internet donde las ofertas y búsquedas laborales son muy abundantes. ¿Un empleo digno? No es imposible, lo que pasa es que en este país son todos unos negros de mierda que no quieren laburar.
Antes que nada es preciso no desesperar, que ahora está muy bueno Buenos Aires, y si uno es más o menos blanquito, no de piel sino de ideas, como la mayoría de los porteños, y le cabe la eficiencia y la proactividad, asunto solucionado. Lo primero que hay que hacer es poner los datos personales y profesionales en uno de los tantos sitios de ofertas y búsquedas de trabajo. Esto no es broma, muy pronto la casilla de e-mail se va a llenar de ofertas... de venta de productos inservibles.
Segundo paso: buscar las ofertas, uno hace un click en la que más interesa y listo, uno ya está postulado. Por ejemplo, este aviso: “Operador para chat. Preferentemente bilingüe (inglés). Requisitos: Velocidad de tipeo, buena ortografía y creatividad. Turno de 02 AM a 08 AM, 6 días por semana. Requisitos que deben cumplir los postulantes: Edad desde 21 hasta 40 años. Lugar de residencia: Capital Federal. Idioma: Inglés”.
Este cronista hizo la prueba, y no porque gane poco como periodista y esté buscando otro trabajo, que sería una infamia decirlo, sino más bien por amor al apasionante arte de informar. Al otro día, sonó el teléfono, querían una entrevista con el postulante, en una oficina ubicada en Bartolomé Mitre 777, Ciudad de Buenos Aires.
¿No decía que ahora es muy fácil conseguir trabajo?
¿Operador chat? ¿Qué cosa será esa?, se preguntará uno. Se podría imaginar al operador chat, pues la búsqueda decía “para importante empresa”, como a una especie de cíber policía que controla el tráfico de los mensajes, que bloquea la entrada a los malintencionados piratas informáticos, que apercibe a los zarpados, que modera las pasiones desatadas ya sean políticas, religiosas o sexuales, que denuncia a algún pedófilo como esos que andan dando vueltas por la ciudad, a la espera de una víctima juvenil, como ese francés radicado en el país de nombre Franco, flaco, rubio, de ojos miel, de unos cuarenta años, un ex agente de inteligencia a quien le gusta pervertir “pendejos villeros” con sus sucios dólares, como él mismo le confesó a este reportero hace unos meses, en plena Plaza San Martín; en definitiva, se podría imaginar al operador chat como una especie de servidor público virtual, telemático.
Bueno, no tanto.
–Tenemos varias cuentas en Estados Unidos y algunas salas de chat son exclusivamente para el mercado hispano, gente que habla español y chatea con su celular –arrancó la entrevistadora, muy macanuda, la mirada tierna, los gestos maternales, que siguió–: La idea es que seas animador de chat. Necesitamos gente que tipee rápido, que pueda estar seis horas chateando con diez personas al mismo tiempo, que sea muy creativo.
–Ajá, qué interesante.
–Sí, la idea es que se genere la mayor cantidad de tráfico posible, y que cada mensaje tenga más de sesenta caracteres, porque si no el contenido del sms se ve en la pantalla del celular sin siquiera abrir el mensaje, y entonces no se factura por ese mensaje.
–Qué bueno, muy interesante. Te pregunto si yo... eh... quiero decir, ¿me voy a identificar con mi nombre?
–No, un día vas a ser una chica de diecisiete años, otro día un homosexual de cuarenta y otro un heterosexual de veinte, por dar un ejemplo. Buscamos animadores que aceleren el tráfico de mensajes.
–... interesante.
–Sí, además tenemos otra sala de Tarot, Magia y Bola de Cristal. Con una capacitación, y un par de manuales, mirando bien las pizarras, lo podés hacer tranquilamente.
–Muy... muy interesante.
–El turno para el que buscamos gente es en el horario de 20 a 2 de la mañana, aunque hay otros turnos.
–Está bien... no hay problema, y decime, ¿sábado o domingo quedan libres?
–No, son seis días a la semana con un franco rotativo. Una vez por mes vas a tener un sábado o un domingo libre, pero eso se puede manejar de acuerdo a la productividad.
–Eso es bueno. ¿Y qué sueldo sería?
–Pagamos ochocientos pesos en la mano, monotributo incluido.
–...
–¿Te interesa el trabajo?
–Me imaginaba un poquito más de plata... digo, seis días a la semana, un franco rotativo, turnos de madrugada.
–Bueno son nada más que seis horas –cerró la entrevistadora, antes macanuda, ahora con cara de culo.
Tener que sicopatear a la gente, usurpar una identidad o varias identidades, y uno o varios conocimientos, ya que no títulos, y todo al mismo tiempo, para que el otro, el muy infeliz yanqui o latino ilegal explotado se enganche y entre como cucurucho en boca de Nazarena, y responda los mensajes, y gaste dinero, a razón de poco menos de un dólar por envío, creyendo que del otro lado hay un hermosa chica que lo quiere conocer, que está ansiosa por pasar una noche con él, o que hay una experimentada tarotista que le resolverá su mal de amores, de salud, de dinero, cuando en realidad hay un argentino medio tirado y muy creativo del otro lado que hace malabares para sostener la farsa, puede parecer un empleo decadente, y alguno lo considerará un delito, una defraudación a la moral, una estafa intelectual.
–¿Qué? ¿No te interesa el trabajo?
Lo que pasa es que en este país son todos unos negros de mierda que no quieren laburar.
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