Jueves, 25 de octubre de 2007 | Hoy
EL TRIMARCHIDG ESTUVO BIEN DIBUJADO
Por Federico Lisica
“Disfruten, saquen sus conclusiones, llámennos como quieran, para los amigos seguimos siendo el Trimarchi”, señalaban Pablo González y Sebastián Valdivia, organizadores del TrimarchiDG, en un texto que recorrió los ojos de los miles de asistentes a la sexta edición del encuentro de diseño gráfico en Mar del Plata. El cruce de las avenidas Independencia y Juan B. Justo fue un regadero de jóvenes (y no tanto), diseñadores (y afines), que recorrieron las instalaciones del Polideportivo de la ciudad, una rara avis entre el Planetario y el Estadio Obras. En las afueras, pan caliente, aroma a chori y bases de Rap & Reggae con un MC de ocasión, amenizaban el ingreso. En las entrañas del estadio se producían las conferencias principales en las que se pudo saber que los objetos que vemos en las películas (desde botellas a televisores) son diseñados para que parezcan reales; o escuchar a Christian Montenegro remarcando con ilustraciones de su libro The Creation (basado en la génesis bíblica) que las temáticas inducen posibilidades de trabajo. Así, Sodoma y Gomorra devenían en enormes nalgas proyectadas desde pantallas.
El cronograma tendía a ser puntual salvo por un pequeño ajuste inicial; el cuerpo cansado de los visitantes por las fiestas “Buenas Noches Trimarchi” dejaba su marca. En el corredor lindante al centro de conferencias la contaminación visual era premeditada, un sponsor invitaba a combatir los males de la humanidad customizando zapatillas y mucha gente hacía propia la máxima de Cantaniños: “Sigo dibujando en la pared... No sé por qué... Eso está bien”. Bien podría ser una temática en los workshops.
Algunos de los conferencistas tenían su propio stand desde los que invocaban dioses para llamar la atención. En el caso de los colombianos Sub esto es literal. Concebido como un “santuario cultural urbano”, la diosa Cali es la fuerza centrípeta de sus creaciones. “A ella la utilizamos de inspiración para dar cuenta de nuestra idiosincrasia”, dijo Shon Vargas mientras extendía cual Shiva estampas, stencils, calcos, remeras y una pócima a base de orín que trae suerte.
Justo al lado de Pare, proyecto editorial en vía pública de la ciudad de Posadas, que mezcla el impacto de gigantografías con lo interactivo de Internet para leer lo que nos depara esa urbe misionera, se hallaba una de las vertientes que más fotos (digitales) congregó: los muñecos de Robotel. Concebida por el diseñador autodidacta Sael, la experiencia congregaba a creadores de todo tipo, “no sólo de las nuevas tendencias”, aclara, con sus toys intervenidos con miras a corporizar la creatividad y diversidad cultural de las ciudades latinoamericanas.
Otro de los proyectos escogidos por el Trimarchi explicitó el diseño como creación y colisión de campos, sólo en apariencia, autónomos. “Design–Politics nació de nuestro espíritu inquieto, queremos vehiculizar a los diseñadores a pensar la política como materia”, dicen. Su prioridad es crear discurso, palabra bastante bastardeada, pero que para este trío es un catalizador para “tomar a la política y decir lo que tú quieras, gritar cosas, hacer pensar. Sacar al diseñador de lo exclusivamente personal que puede ser muy bonito, pero a veces no dice mucho”.
En el TrimarchiDG pudo verse un adelanto de la exposición que copará Santiago el mes próximo, y de la que participaron cráneos de América latina y Europa en diversos formatos como motion graphics, ilustraciones o instalaciones interactivas. La iniciativa de Leplancton, Dieproject y SDE fue sólo el comienzo: “Queremos que esto se diversifique a otros terrenos como la sociología o mismo el periodismo”, invitan. ¿Y por qué los seudónimos? Ya casi una norma en los nuevos diseñadores. “Tal vez sos Diego Gómez y tenés que diseñar una lata de cerezas para un cliente, y en ocasiones encontrás tu verdadero yo en un alter ego”, explica Leplancton. ¿Y qué es el diseño? Esta no es una pregunta sino el título de uno de los libros que se vendía en un stand.
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