LA BANDA QUE NUNCA VAS A ESCUCHAR
› Por Javier Aguirre
La introspección casi mística que puede alcanzar quien se pasa horas lijando, agujereando, serruchando, engrampando, remachando o atornillando fue el caldo de cultivo ideal para la formación de Ménsula, la primera banda de stoner rock capaz de convertir las duras tareas de mantenimiento y decoración doméstica en un espacio de densa psicodelia.
Surgida en los estacionamientos de los supermercados de la construcción Easy, los Ménsula tuvieron comienzos sacrificados y dolorosos: “Teníamos las manos llenas de ampollas y callos de tanto manejar gubias, garlopas y picos de loro”, recuerda, solemne, el cantante Omar Tillo. La innata capacidad de los integrantes del grupo para cambiar cueritos de las canillas de los camarines, lubricar pedales de batería, arreglar equipos de sonido o soldar pies de micrófono les brindó una adaptabilidad inmediata a las necesidades del under, y en apenas seis meses de carrera se convirtieron en la banda soporte favorita de gran cantidad de artistas de la escena porteña. En poco tiempo, canciones de Ménsula como Manual de instrucciones, Grampas Kalop o Eso no es yeso se convirtieron en las melodías silbables favoritas para cuanta tarea manual se hiciera en la ciudad. “Como no tenemos baterista, nuestras texturas sonoras son ideales para escuchar mientras se usa un martillo, porque los martillazos generan una percusión que siempre entra en tiempo”, asevera la bajista de Ménsula, Mirta Ladro.
Aunque la crítica rockera, a menudo más pendiente de las etiquetas irónicas que de las buenas canciones, los definió no sin sorna como “más cerca de la caja de herramientas que de la sala de ensayo”, la obra de Ménsula se erige con la firmeza de una estantería y se sostiene con la solidez de una repisa soldada con estaño. Como prueba, su mini-hit Dejá que yo lo hago, cuya letra –toda una declaración de principios– dice: “Ante el menor desperfecto / reaccionás como un cordero: / llevás un chanta a tu casa, / que al cobrarte, te da masa. / Yo hago cosas de arquitecto, / de albañil y de plomero. / Si no querés que te mienta, / vení, probá mi herramienta”.
* Cualquier parecido con la realidad, es un accidente menor comparado con todas las cosas que salen en el noticioso.
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