Jue 05.06.2008
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El arteBA, la marca viene

› Por Federico Lisica

Que Madonna y Amy Winehouse sonaran insistentemente podía ser interpretado de varias maneras –todo puede serlo en el amplio terreno del arte–: a) La simple elección del DJ de turno. b) Un traspaso de mando imaginario de la máxima figura del entertainment a la cantante británica que revienta su talento dejando que los restos los recoja quien quiera. c) Una sesuda reconfiguración sonora de lo que sucedió en el pabellón verde de La Rural durante el fin de semana con visitantes anónimos, starlets vernáculas, aspirantes a ello, provocación en las obras, belleza y felicidad en algunas. En todos los casos sobrevuela la imagen y la reacción. Y “eso” entregaron los artistas jóvenes reunidos en el Barrio Joven en la edición ‘08 de arteBA. En consecuencia, Malcolm McLaren tenía su lugar de honor con fotos y videos. Acaso era más provocador que sus recuerdos punks estuvieran en un lugar esponsoreado por un champagne, confiriéndole un halo más cercano a su preciosita disco Paris que a sus panfletos artísticos. Es que la relación mercado y arte sigue siendo una cuestión no menor. Para los galeristas, una obviedad. Para los artistas, como fuente de trabajo, pero también como temática. En la foto de una galería del Barrio Joven podía vérselos con un enorme cheque, y los españoles PSJM –en el stand de Blanca Soto– explicaban con sus logos (“Made by Slave for Free People”) algo acerca de “transformar los objetos de arte en productos, recargando las piezas por su valor de marca”. Paradojas que se daban a la entrada del Barrio Joven-Chandon. Además del branding de Converse, invitando a recorrer Caja Negra/Cubo Blanco (el espacio de videos). Esa misma marca había creado en el pasado un túnel para llegar a este ámbito. Lo que les daba a esos metros un espíritu de autonomía. Ya no. La modernidad y contemporaneidad estaba en todas partes. Veinte galerías liberaban, más allá de sus stands, eclecticismo. El link con lo pop y sus mecanismos secuestrados de un contexto a otro sorprendía en mini-chicas de epoxy en la galería correntina Yaguá Rincón y en las ilustraciones que ofrecían en Sapo (espacio porteño dedicado al dibujo contemporáneo). Eleonora Molina, su directora, le enseñó al NO las ilustraciones originales de Liniers en su Warhol para principiantes. Los colmillos de Andy parecían traspasar el papel.

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