REGGAE DE INVIERNO
› Por Daniel Jimenez
Sí, se vino el invierno. Esa maravillosa época del año donde la camiseta de frisa no alcanza y uno sale a la calle abrigado como Winnie Pooh, rezándose a San Pedro Telmo no pisar una baldosa floja y caer como el hombre goma de Michelin ante el escarnio anónimo. Pero el rock –y más precisamente el reggae– siempre tiene una solución a mano. Es por eso que este sábado y domingo la dulce cadencia de la música de Bob andará suelta por Buenos Aires. Pasada la medianoche y en Niceto, Ervin “Don Carlos” Spencer, fundador de Black Uhuru, intentará junto a la leyenda jamaiquina Pablo Moses, los chilenos de Gondwana y los locales Holy Piby, calentar la fría noche porteña de junio. Pergaminos no le faltan: en 1973 fundó la mítica agrupación Black Uhuru junto a Derrick “Duckei” Simpson y Rudolf “Garth” Dennis, cuya partida aceleró también la salida de Spencer, quien a partir de ese momento se entregó a su carrera solista. “Desde hace tiempo el reggae es una herramienta para unir a la gente, y para iluminarla de conciencia y humanidad. Por eso es frustrante a veces ver a nuestra gente odiarse a sí misma. Creo que todos debemos parar un poco y entender el mensaje del amor”, lanza entre bocanadas de humo desde una habitación de hotel en algún lugar de Brasil. Este jamaiquino de fuerte acento y ritmo cannábico debutó allá por 1981 con un verdadero suceso, alcanzando el millón de discos vendidos. Exito que no pudo sostener a través de los años, pero que marcó un punto de inflexión en la carrera de un músico tercermundista que no suele aparecer demasiado en cámara. A Suffering le siguió más de una decena de trabajos, atravesados por la dulce voz del morocho de Waterhouse, un distrito de Kingston que sirvió de banco de pruebas para los primeros Uhuru. Como parte de su gimnasia, Ervin prefiere estar de gira que en su casa. Y los motivos ya no son tan voraces como en su rastadolescencia: “Lo que más me gusta de estar en un tour es que podés salir a caminar por ahí y conocer todo tipo de personas. Dialogar, intercambiar pensamientos y llevarte vibraciones positivas de cada encuentro”, explica mientras el sonido de los dibujitos animados que despide el televisor de su cuarto se mete sin remedio por la línea. Solitario desde hace casi tres décadas, Don Carlos se siente un bicho de estudio que encuentra el placer en el escenario, donde show tras show renueva su mensaje de fe a instancias de Jah, quien todo lo sabe. “El es quien me hace mantener el mensaje fresco y vivo. Y eso es lo más importante. Porque mis canciones son más mensajes que obras artísticas. La mayor parte de mi música habla de la gente y de su unidad, y está inspirada en el día a día. Son las vibraciones de la hermandad”, dice entre somnoliento y espiritual.
* Don Carlos se presentará junto a Pablo Moses, Gondwana y Holy Piby este sábado y domingo en Niceto, Niceto Vega 5510, Ciudad de Buenos Aires. Desde las 20.
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