TEATRO SUB-20 EN “FAMILIA BONSAI”
La obra fue una creación colectiva nacida de improvisaciones de fotografías familiares de principios del siglo XX.
› Por Sebastián Ackerman
El nombre de la obra remite a algo que pudo ser y no fue, aquello que aspiraba a desarrollarse y se quedó a mitad de camino. Metáfora de la gran familia que descubre sus miserias en una noche de tensión, Familia Bonsai es también la creación colectiva de nueve actores sub-20 a partir de improvisaciones nacidas de representar fotografías familiares de principios del siglo XX. Bajo la dirección de Silvana Amaro, que trabaja con el grupo hace ya cinco años, buscaron bucear en un mundo que hoy les resulta lejano: “Nos gusta mucho la época, y era muy divertido para ellos jugar a esta cosa de las posturas físicas, las madres tratando de que las chicas estén sentadas de determinada manera; que algo significara una cosa para los hombres y para las mujeres, otra. Y también es un laburo sobre la educación, qué diferencias encontraban con los puntos actuales, y qué tienen en común”, dice al NO Amaro.
Los nombres de los personajes se repiten: tradición familiar que aparece como un juego de espejos en un caserón en el que conviven dos hermanas con sus hijos, en el que hombres y mujeres parecen llamarse igual. Pero no todo es lo que parece. Y cuando los espejos se rompen, puede verse qué hay detrás. Por eso, que la obra haya surgido de las improvisaciones de nueve adolescentes puede entenderse en este deseo de atravesar ciertos límites impuestos: “Hay muchas cosas con las que ellos se identifican y proponían para la obra –cuenta Amaro–. Partimos de un mundo fantasioso, pero después es lo que a ellos les pasa como adolescentes: quién rompe con la familia, quién se anima a irse para enfrentar la vida. Y en general los que hacen eso son los jóvenes”, reflexiona.
Amaro es también coach de actores jóvenes de cine (trabajó en Cordero de Dios, de Lucía Cedrón; El vestido, de Paula de Luque; y El tesoro del portugués, de Néstor Paternostro), y valora el esfuerzo que hicieron los chicos de haberse juntado durante un año y medio todas las semanas para preparar el espectáculo. “En un momento en el que lo comercial y lo televisivo dominan, está bueno que haya un grupo que esté alejado del estereotipo de la tele. Al gestar su trabajo desde otro lugar, hay un crecimiento diferente. La formación es diferente”, analiza, y valora la unión que lograron, porque con los chicos es fundamental –según su experiencia– “la entrega al grupo de pertenencia. Eso es distinto con el adulto: necesitan esa pertenencia. Juntarse a hacer algo creativo juntos y compartirlo con otros está buenísimo. Hay un feedback con la platea. Hay algo que logran transmitir”, afirma.
Esa afinidad del grupo y su trabajo de cinco años le permite hacer una comparación con el fútbol: juego colectivo, basado en el funcionamiento de equipo. “Desde ese lugar se parece; si no hay equipo, lo notás. Y los adolescentes tienen eso: arman equipos. Cuidan al otro, comparten. Ellos arman y desarman, están organizados. Cada uno tiene su rol”, afirma. Aunque ya tienen una rutina de trabajo aceitada, Amaro se niega a abandonar su rol, ya que todas las semanas está presente para afinar detalles a un elenco que hace todo a pulmón: “De pronto hay cosas que necesitan. Siempre necesitan un adulto que esté ahí”, ríe.
* Familia Bonsai se presenta los sábados en el Teatro del Pasillo, Colombres 35. A las 19.30.
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