CONCURSO DE CRóNICAS SUPLEMENTO NO - PEPSI MUSIC
El Club Ciudad de Buenos Aires era un refugio para maquillados secos. Los puestos de los sponsors servían de asilo para todos esos glams que con sus pinturas faciales completas temían convertirse en emos por culpa de las primeras gotas de lluvia que los atacaban, impiadosas. Los ‘80 estaban presentes a puro cuero y plataformas, esperando a los californianos de Mötley Crüe, el show que prometía ser el mejor de la novena jornada del Pepsi Music 2008.
De pronto, a las diez de la noche, el silencio se robó dos segundos del sábado y comenzaron los gritos eufóricos, la adrenalina hizo estampida hacia adelante y podía escucharse la grabación de un cura norteamericano que anunciaba que todos “arderíamos en el infierno”. Y el infierno se encendió.
Tommy Lee estaba electrificado a la batería, Vince Neil corría de un lado al otro con su micrófono de diamantes, agitando las mechas rubias, sin dar lugar al recuerdo de que estos tipos tienen casi 50 años. Nikki Sixx parecía tener el bajo atornillado a los brazos, mientras Mick Mars, de negro y galera, desafiaba la sensación de estar hecho de vidrio y arrojaba notas furiosas con la guitarra. Los cuatro, enceguecidos por la locura que su propio misticismo generaba.
Entre relámpagos violetas y aviones que tajaban las nubes negras para aterrizar a pocas cuadras del predio, Mötley Crüe comenzó a tocar Kickstart my Heart del disco Dr. Feelgood de 1989, para seguir después con Wild Side. Minutos después empezó a distinguirse el sonido de Shout at the Devil, ilustrado por el actual presidente de Estados Unidos, George Bush, que aparecía en las 4 pantallas gigantes rodeado de ráfagas de fuego naranja, haciendo el universal gesto de fuck you con cada aullido de “shout” que cortaba la garganta de Neil.
Y justo en ese instante, como si un ser supremo hubiera planeado la jornada perfecta de rock para los fanáticos, una lluvia incontenible comenzó a caer sin tregua. Allí estaba ahora Tommy, empapado y en cuero como siempre, bañándose atrás de su batería, riéndose a carcajadas como un nene. El mismo Tommy durante su solo fue el que también juró que la Argentina había sido el “mejor lugar donde jamás habían tocado” y preguntaba con una inocencia perversa si podían volver el año próximo. Imposible negarse a semejante oferta...
Looks that Kill, Sick Love Song y Saints of Los Angeles, de su más reciente disco, fueron sólo algunos de los temas que antecedieron a hits históricos como Girls, Girls, Girls, Dr. Feelgood, y Same Ol’ Situation, coreado con la potencia que sólo pueden tener esas personas que hace 20 años acumulan gritos e histeria para su banda favorita. Emoción, agua, glam y hard rock: la ecuación perfecta para una noche inolvidable que promete repetirse; y nosotros, como buenos fanáticos, confiamos en que así sea.
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