ROCK ESPACIAL DE CABOTAJE A 40 AñOS DEL ALUNIZAJE
El 20 de julio de 1969 un tipo vestido de astronauta pisó un cuerpo celeste... Bueh, quien sabe si fue asi. Solo Neil Armstrong, el segundo astronauta (que nadie recuerda) y el camarografo de la NASA. Como sea, el NO salio a buscar rock espacial y esto fue lo que encontro.
› Por Matias Cordoba
Las proezas espaciales comenzaron en los libros (primero Julio Verne, después la ciencia ficción). Luego le tocó a la música ser testigo de viajes intergalácticos (Syd Barrett, space rock) y, unos años más tarde, al cine (Steven Spielberg, Stanley Kubrick). A 40 años de la llegada del hombre a la Luna, todavía se debate si fue cierto o no el logro imperialista más grande en la historia de la humanidad. Algunos subrayan que todo fue filmado en un estudio de televisión; otros, que fue el gran descubrimiento hecho por el hombre. En definitiva, fue el alunizaje del Apollo XI y las pisadas de Neil Armstrong, un 20 de julio de 1969, las que alimentaron e influyeron a las culturas de todos los continentes.
Al rock le toca una parte importante. Pero el concepto espacial sigue siendo difuso, si se tiene en cuenta que aquí hubo pocos que lo intentaron. Luis Alberto Spinetta, en Invisible, dejó versos memorables: “Los planetas giran sin saberlo / así como tu recuerdo vive en ellos” (Encadenado al ánima). Lo sideral tiene que ver con una mirada al más allá, una concepción que va desde los primeros discos de rock en castellano a El tren de la vía láctea, de La Manzana Cromática Protoplasmática, o Una especie de mutante, disco debut de Go! Neko!, por citar dos casos. Es, la galaxia, una fuente inagotable de inspiración. “Sintoniza, amigo mío, tu ritmo con el ritmo de la naturaleza y la galaxia. (...) Entonces, amigo mío, tendrás que optar entre desaparecer o evolucionar hacia una nueva era de integración con el cosmos”, dice en el interior de El día de los muertos, la última producción de El Mató a un Policía Motorizado (el 28 de agosto, en Niceto, cierran el festival Noche Dorada Espacial).
El dúo de la provincia de Buenos Aires encabeza, junto a Shaman y Los Hombres en Llamas, 107 faunos, Go! Neko!, El Perrodiablo y Viva Elástico, la nueva avanzada del rock local. Sin embargo, de todas, es la más terrenal. “Caminando por Corrientes / los tontos se mordían los dientes / y yo, en soledad, fui a buscar dolor”, canta Prietto en “Av. Corrientes”. Pero también hay de lo otro, en “La carretera de los incendios” entona: “Esta es una canción tradicional en el espacio / con esta canción bailan el vals los enamorados / en las cabañas del universo”. Unos días antes de la entrevista, el baterista Mariano, vía telefónica, decía: “Lo espacial está presente cuando estamos entre amigos”. Los cuatro discos de la banda (todos se pueden descargar gratuitamente de la página oficial), son el retrato de dos hombres tocando “lo que les pinta”. Psicodelia surrealista, cuelgues lo fi, kraut campestre, folk barrial, Prietto viaja al cosmos con Mariano es un dúo que ha escuchado demasiado a Color Humano. Y su mirada retrospectiva se clava más en el plano nacional que en el extranjero. “Ya grabamos dos canciones de Litto Nebbia”, dice Prietto.
Prietto: –Hay algunas que voy a ver que tienen partes más voladas, un tipo de estructura que hace mucho que no se escuchaba, sonidos que no eran muy comunes antes. Nosotros no hacemos un estilo determinado, y tal vez sea eso lo espacial. A mí lo que me gusta de cuando vamos a tocar es que a veces salimos sin lista... o enganchamos los temas con zapadas. Hay varias cosas: los delays, por ejemplo, son momentos en que nosotros estamos volando, y la gente se engancha con eso. Y cada cual va para donde quiera con su mente. Lo espacial, en la música, está relacionado con la libertad. Tiene que ver con lo que pasa arriba del escenario. Yo lo relaciono con la libertad y lo inesperado. Es algo que no está pautado.
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En la línea de Supergrass y Super Furry Animals se inscribe la música que hace Toboganes a Marte, banda tandilense que la conforman Federico Islas (voz, guitarra), Diego Techeyro (bajo, coros), Ignacio Buk (guitarra) y José Espíndola (batería). ¿Y lo espacial? Está en el arte de tapa del primer y único disco (Toboganes a Marte ‘09), en la “concepción” de las canciones, en los shows (¡su último recital lo abrieron con imágenes de un viaje cósmico!). Según la gacetilla de prensa que brinda el grupo, lo espacial interviene directamente en las relaciones personales de la banda: “El trabajo de arte surgió durante un proceso de sutiles coincidencias espaciales en las que un montón de amigos de la casa intercambiaron su tiempo y amor con una devoción que aún eriza a muchos la piel”, cierra la información. Pero, ¿qué lugar ocupan en la escena actual? Tal vez la misma que la de Mataplantas, Bicicletas y la misma que la de los grupos que crecieron al calor de la ola independiente que surgió de La Plata y del Conurbano Bonaerense. “El disco lo grabamos en el 2006, y recién lo pudimos editar este año. Imaginate lo que costó que estuviera en la calle. Todo lo hicimos con mucho esfuerzo y poco presupuesto”, se enorgullece Federico Islas. ¿Y cómo empezó la movida del espacio? “Empezó como una idea que ya tienen algunas bandas nuevas. Que tampoco pasa por nombres, sino por la energía que transmite cada banda. Los grupos ahora quieren estar en armonía con el cosmos, tanto en la música como en la calle; todo el mundo está pensando en eso, eso que de alguna manera pueda llegar a salvarte”, continúa. Y Diego Techeyro, bajista, confirma: “Creo, totalmente, que existe algo así. Es como dijeron los chicos de El Mató a un Policía Motorizado, el fin del mundo es en 2012. Todo tiene que ver con todo”.
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No es casual el nombre de una banda. Y menos si se llama Reno y Los Castores Cósmicos. Ellos no curtieron el palo espacial, ese que después dio vida a Spiritualized, Spaceman 3 y Grandaddy. La banda que hizo pie en La Plata se acerca mucho más a Black Rebel Motorcycle Club (por haber revitalizado eso que algunos llaman folk eléctrico). Pero sí coquetearon con esa mística espacial que surgió a comienzos del 2000, y que consistía en llevar un paso más allá la psicodelia de los primeros Color Humano. Nacieron ahí, en los bordes del rock argentino, sin sponsoreo ni productores golondrinas. “Cuando surgieron los Castores Cósmicos siempre estuvo esa idea. Una de nuestras primeras canciones dura casi dieciocho minutos, tiene delays y varias capas de sonido que tal vez se acerquen a eso que se llama espacial”, confirma Reno (Juan Pablo González), cantante, guitarrista y compositor. Y sigue: “Nuestro primer disco está marcado por un cuelgue raro, donde se juntaba toda la música que escuchábamos por esos años donde éramos más psicodélicos y espaciales”. Reno comparte una anécdota que confirma lo que suena en “Las navajas de afeitar”, el segundo disco de la banda, editado a través del sello Laptra: “Una vez vino una amiga y nos dijo que estábamos dejando de ser cósmicos y que tendríamos que llamarnos Reno y Los Castores, porque este disco tiene canciones más ruteras”. La banda se completa con la bajista Violeta Di Franco, el guitarrista Martín K y el baterista Panda.
Reno: –Nuestra manera no es para nada espacial, porque yo caigo con una guitarra, unas letras y de ahí salen los temas. Y no se piensa en pedaleras o cuelgues raros a la hora de hacer los temas. Todos los detalles musicales los vamos armando depende cómo vaya la canción. Lo espacial o lo psicodélico pasa por las letras, por algunos compases... no tanto por la música. El primer disco sí tiene locuras tipo Syd Barrett. Tiene más vuelo. Ahora estamos haciendo las canciones para nuestro tercer disco y decidimos volver a hacer lo del principio, acercarnos más a lo espacial, si se quiere.
Violeta: –Creo que es una coincidencia. Un grupo de bandas se pusieron estos nombres espaciales. De hecho, nosotros siempre quisimos armar una fecha espacial acá en La Plata, donde tocáramos nosotros con La Patrulla Espacial y Prietto viaja al cosmos con Mariano.
Reno: –A mí me parece que vas a ver a Prietto y a La Patrulla y, sin dudas, te transportan a otra galaxia cuando los ves sobre un escenario. Por ejemplo, el primer disco de Los Piojos a mí me lleva a otra galaxia y es sólo una guitarra y una armónica. A veces me parece más espacial eso que una banda con pedaleras, efectos y muchos instrumentos.
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“La banda tiene mucho de rock psicodélico, y siempre se nos relacionó con los viajes espaciales. Tratamos de generar, en vivo, una forma espacial. Cuando empezamos, el fin de la banda era ése: generar un viaje en el que estuviera escuchándonos. Pero con el tiempo, nos volcamos más al heavy metal”. El que dice esto, con un trasfondo de fiesta de cumpleaños, es Werner Schneider, bajista y compositor de La Patrulla Espacial, banda revelación del año pasado del nuevo rock argentino. Los integrantes se conocieron en La Plata, vieja usina cultural de Buenos Aires. El grupo se completa con Tomás Vilche (voz, guitarra), Lucas Borthiry (guitarra), y Tulio Simeoni (batería). Algunos ex Tío Pastafrola, dúo psicodélico deudor de Silver Apples.
Werner: –Cuando apenas empezamos, uno de los conceptos que nos daba vuelta en la cabeza era ése: rock espacial. Escuchábamos mucho a Spaceman 3, y así fuimos haciendo música en base a esa primera idea. Pero después, sin dudas, nos fuimos a otros lugares musicales.
Lucas: –Sin dudas, la temática espacial está presente. Pero me parece que hay muchas cosas más en la banda. Por ejemplo, creo que La Patrulla Espacial tiene el aura psicodélica de Syd Barrett. Pero, los mismos temas que tenemos grabados y que se pueden llamar espaciales, ahora los tocamos diferentes, y eso tiene que ver con la alimentación musical. Al principio, el grupo sí era eso. Había canciones que duraban 10 minutos, toda una progresión de acordes, cosas que podían remitir a lo cósmico. Hoy hay algo de eso, pero también nos ponemos al servicio de la canción. Siempre le estamos haciendo un guiño al rock espacial.
Werner: –Es que nos dimos cuenta que se podía viajar con el blues y la música de los ‘70, y que podíamos hacer muchas cosas con varios estilos. Me da la sensación que ahora empezamos a hacer un rock and roll más claro. Fuimos puliendo la psicodelia y la música electrónica, y nos encaminamos por eso. Porque también queríamos hacer lo que hacía Edelmiro Molinari. Y llegamos a Pappo por los riffs de guitarra. Pertenecemos, creo, a esa rama de la psicodelia que es más rockera... por ejemplo Primal Scream.
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Es un recorrido larguísimo el de los integrantes de Los Abuelos de la Nasa. Pero, más allá de sus datos biográficos, es necesario preguntar, primero, cómo nació su historia: “El grupo empezó en diciembre de 2007, y se formó para una de las fiestas Zizek. Lo habían invitado a Manuel Schaller para hacer algo (él, en ese entonces, tocaba con Dick el Demasiado), y me invitó a mí, porque nos conocíamos de hacer cosas juntos hace un tiempo, cuando yo tenía mi grupo, Pornois. Ahí se sumaron unos amigos para esa fecha y luego fueron rotando los músicos. Pero siempre estuvimos nosotros dos. Los Abuelos de la Nasa somos un dúo, que en vivo se completa con Jaqui Barra, en percusión, y Fernando Mantaras, en contrabajo. Estamos grabando el primer disco de la banda, que saldrá, suponemos, este año”, detalla al NO Lucas Totino Tedesco, encargado de la voz, ukelele y guitarra eléctrica.
Lucas: –Yo nunca había escuchado hablar de eso, pero un día le pregunté a un amigo que entiende de música y me dijo que hay algo que es “indio espacial”. Una movida nueva. Y creo que entramos perfecto en esa categoría. Hacemos indio espacial. Si buscamos, podemos rastrear varios indicios de vida espacial en el rock argentino, lo primero que encontrás, sin dudas, son las tapas de los discos de Pappo’s Blues.
Lucas: –Estamos sonando un poco a música hawaiana, pero lo espacial está también en lo psicodélico. Tenemos muchas cosas psicodélicas, fusiones. Todo se resume en la experimentación. Mis proyectos inmediatamente anteriores a la banda eran, por un lado, Pornois, que era un colectivo de música y video; y por otro lado, el proyecto HulaHula Records, que es un sello online de música experimental, improvisación libre, electrónica y ruidismos varios, más abstracto. Lo espacial, en Los Abuelos, creo que pasa también por los instrumentos que usamos: theremin, guitarra lap steel, marimba, instrumentos de juguete, basura, latas, de todo.
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