EXPERIENCIAS CULTURALES, TECNICAS Y ARTISTICAS EN EL MUNDO DEL SOFTWARE
La falla es parte del sistema. ¿Puede tener ésta características creadoras? El festival Fábrica de Fallas trata de esto: expresiones culturales, técnicas y artísticas, aproximaciones al hackeo del hardware y al software libre; una radio libre, recitales y charlas sobre autonomía tecnológica, la criminalización de la cultura, mediactivismo, bioética y muchos otros botones para romper.
› Por Luis Paz
Errar es humano. Fallar es mecánico. Así como las personas se equivocan, las máquinas experimentan fallas. A veces se conjugan el error humano y la falla técnica y se tiene un exabrupto como esos que en Google llevan a webs porno al tipiar mal una letra de Hotmail, o de esos que acarrean al fuckin’ cartel “No se puede mostrar la página solicitada” o de esos que dan inicio a una expedición por las fauces de esa ballena gigantesca que nos devora a diario: Internet.
En el caso del festival Fábrica de Fallas (que ocurrirá este sábado y domingo en FM La Tribu, Lambaré 873, de 14 a 22) se trata de fallas técnicas resignificadas en nuevos métodos productivos. Entre otras muchas expresiones culturales, técnicas y artísticas, en FDF habrá experiencias asociadas a la exploración de tecnologías aplicables a la música y las artes visuales; aproximaciones al uso de hardware “pirata” y software libre; y un amplio cronograma que incluye una radio libre, recitales y charlas sobre autonomía tecnológica, la criminalización de la cultura, mediactivismo, cultura y bioética y el juego como campo productivo.
“La idea es profundizar la búsqueda del primer Fábrica de Fallas (2008) y hacer ver juntas las cosas que el sentido común muestra como separadas”, explica Sebastián Vázquez, de FM La Tribu, para dar pie al relato de su plan de guerra contra el Enemigo Común, que “no sólo es el software privativo como el de Microsoft o Apple” sino también “los que no respetan la autonomía sobre tu propio cuerpo” o “tus necesidades tecnológicas”. En fin, “el autoritarismo cultural que impone qué escuchar, qué programa usar, cómo vestirse y en qué creer”.
Entonces, el festival FDF se propone, por ejemplo, poner a dialogar a un geek con un campesino sobre cómo mejorar el rendimiento de la cosecha con mouses usados. “Eso –dice Vázquez– también es cultura libre, y es lo que siempre intentamos en La Tribu: leer los vectores de la época para ver en qué campo es necesario intervenir, cómo innovar desde los formatos y los temas, conmoviendo.”
La idea cenital es que las tecnologías exceden los usos para los que fueron creados. Históricamente: la piedra que fue cuchillo para cortar la carne de los mamuts cazados luego fue arma de guerra; el tenedor para los tallarines pudo ser herramienta de defensa en una discusión familiar; un disco puede convertirse en posavasos y un parlante en controladora MIDI.
“Se trata de quebrar los límites de la tecnología y desarmar los fines de disciplinamiento y control social que tiene. Internet nació para un uso militar, los hackers míticos le dieron una impronta libertaria y ahora hace 30 años que la están privatizando brutalmente”, se queja Vázquez. Resumiendo: Fábrica de Fallas va a por la Revolución 2.0.
Pero, ¿cómo bajar entonces al Imperio (que siempre, desde Roma hasta Estados Unidos, pasando por el de Star Wars, ha contraatacado)? Para Santiago hay que dar un paso más: “No sólo cargar soft libre sino lograr liberar el hard también”. El y las decenas de expositores, talleristas y colectivos artísticos que darán forma a FDF lo saben: “La ley nos trata como delincuentes, pero el pirata anda por ahí, por todas partes, siendo la punta de lanza de la democracia participativa, discutiendo a quienes se hacen millonarios a cuestas de los músicos y los usuarios de tecnologías. Somos los piratas, a mucha honra”.
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