LOS GRUPOS DE CINE SOCIAL Y SU COMPROMISO
Haciendo cine piquetero
De a poco, durante los años de esplendor menemista, fueron apareciendo en distintas manifestaciones de lucha y resistencia. Hoy, como vía alternativa de comunicación al discurso oficial de los medios, varios grupos de cine se ocupan de reflejar ese otro lado de la realidad. La que no se ve por canal 9.
Por Cristian Vitale
En 1992, la Argentina se encaminaba
hacia su fantasía de primer mundo. Mientras tanto, Somisa una empresa
clave de la ex nación industrial era saboteada primero y privatizada
después. El Grupo Boedo Films dejó constancia en un corto titulado
No crucen el portón, dando el inicio a una especia de refundación
del cine militante que Gleyzer, Birri y Solanas habían impulsado en los
70. Mostramos la lucha contra la privatización y nos metimos
en el camino de la resistencia, cuenta Claudio Remedi, uno de los fundadores
del grupo. En 1994, pese a cierta incomprensión propia del momento, insistieron
con el Santiagazo. Después de la siesta así se llamaba
el documental nos permitió financiar el largometraje Fantasmas en
la Patagonia, que muestra la desocupación en Sierra Grande tras el cierre
de la mina de oro más grande de Latinoamérica. De a poco empezó
la tarea: Comenzamos en circuitos alternativos para abrir espacios de debate
que fueran más allá de la exhibición en sí. Fue duro:
estrenar una película así en 1996 era complicado. Los conflictos
se veían como marginales; pero después de Aguas de fuego el
último largo, cambió el horizonte, dice Remedi.
La prédica del Grupo Boedo se impuso en gran cantidad de estudiantes de
cine. Primero fue el Grupo de Cine Insurgente con el documental Diablo, familia
y propiedad, y otro sobre los piqueteros de Jujuy, bautizado La Resistencia. Prosiguió
el Grupo 1º de Mayo y su imperioso registro de cortes de ruta en Matanza.
Luego vinieron, entre otros, Ojo Obrero (Mosconi I y II) y Contraimagen. Tras
el fracaso de la Alianza, retomamos las experiencias de los 70, que habían
sido una herramienta útil en el proceso de lucha obrera. La idea es construir
redes sociales de contrainformación, apoyados en el entramado social autoorganizado,
sostiene Carlos, de Contraimagen.
Contraimagen nació en 1997 al calor de los piquetes fogoneros de Cutral
Có. Debutaron con un austero noticiero obrero y después aparecieron
en Canal 4 Utopía con un singular programa: Alerta Represión.
El gran envión, sin embargo, ocurrió durante la visita de Bill Clinton,
cuando documentaron a los 200 detenidos que dejó la marcha y los apremios
ilegales que soportaron dos de sus integrantes. Las películas se
hacen solas. Somos optimistas porque hay un rol activista en el realizador que
tiene nada que ver con el escepticismo de los 90, agrega Carlos. Así
dedicaron todo el 2000 a registrar la lucha de los trabajadores de Cerámica
Zanon. El resultado fue un corto de 34 minutos, material obligado en las asambleas
obreras que abundaron en los últimos tiempos: Seguimos documentando
el proceso mientras difundimos lo hecho en universidades, fábricas ocupadas,
etcétera. La realidad no pasa por la TV y la sociedad lo tiene claro. Las
últimas exhibiciones son muy concurridas y generan largos debates.
Es inevitable para ellos encontrar su espejo en el Grupo de Cine de Liberación
de Raymundo Gleyzer o en La hora de los hornos de Pino Solanas. Para Carlos, los
70 son una gran inspiración porque se lograba combinar la difusión
de películas en canales alternativos y circuitos masivos. Nosotros hoy
tenemos inmejorables condiciones para ir más allá, porque antes
no había una red de televisión estatal satelital como ATC.
Remedi, a su manera, también es optimista. Estamos elaborando un
documental sobre la ocupación de las fábricas Bruckman y Zanon,
que va más allá de la recuperación de la fuente de trabajo,
ya que los obreros plantean salidas más profundas como la estatización
de las fábricas y la reincorporación de los sindicatos a los obreros.
Esto es más que una denuncia, cuyo patrimonio ya es de los medios masivos.
Matanza, del Grupo 1º de Mayo, es otra producción clave. Rodada en
el Barrio María Elena durante los primeros cortes de ruta en 1998, muestra
cómo familias enteras de desocupados inician su marcha en busca detierras,
salud, educación y trabajo. Cuenta Rubén Delgado: Ibamos a
los cortes y compartíamos vivencias con la gente, y lo que más impresionaba
eran los testimonios tipo a nadie le gusta cortar una ruta extracta,
es traumático estar con los chicos acá, un lugar frío, peligroso
y feo. Nosotros lo vivimos así, privilegiamos la visión humana.
Matanza se proyectó en la Universidad de Madrid y en Barcelona para unas
2 mil personas. También en el Sindicato de Camioneros de París y,
a instancias de Osvaldo Bayer, en la Universidad de Berlín. El cacerolazo
de Berlín lo hizo gente que vio Matanza, destaca Emiliano Penelas,
socio de Delgado. El Grupo 1º de Mayo imita la metodología de organización
piquetera. Lo explica Delgado: También hacemos asambleas para determinar
los cortes de la película, etcétera. Queremos tener el perfil de
la clase obrera.
Es habitual que, tras cada corte de ruta, aparezca material revelador con una
realidad distinta. Ojo Obrero, por ejemplo, filma las marchas desde adentro, con
una visión opuesta a la de las cámaras de la policía o de
la TV que, por lo general, se ubican cerca de las fuerzas de seguridad. Unos
compañeros cocinan, otros se encargan de la seguridad y nosotros filmamos.
Quien lea el Manifiesto Fundacional del grupo verá que reivindicamos el
método piquetero. En síntesis, somos piqueteros y hacemos cine.
Penelas, de 1º de mayo, brinda más detalles. La cámara
nunca es inocente. Con ella va la mirada de quien filma. Nosotros tratamos de
no alimentar prejuicios del tipo uh... estos tipos otra vez cortando la
calle. Siempre tomamos parte por los reprimidos.