Jueves, 17 de marzo de 2011 | Hoy
VOLVIó LA NEGRA DE MORCHEEBA
Estos protagonistas de la avanzada pionera del downtempo y abanderados del trip-hop sufrieron una crisis creativa y performática cuando los hermanos Godfrey se separaron de Skye Edwards, así que decidieron volver.
Por Yumber Vera Rojas
A pesar de que los hermanos Godfrey se empeñaron en buscarle sustituta, su laboratorio sonoro electrónico no fue el mismo. Lo comprobaron incluso en Buenos Aires en 2005, cuando Morcheeba formó parte, en calidad de acto principal, de la última edición del Festival BUE. Durante su estreno en el país, el público quedó con cierto sinsabor al notar luego de algunos pocos temas que Jody Sternberg, la desconocida vocalista de turno, aunque soportó con gallardía el escepticismo de la masa –amén del frío y de una filosa brisa–, estaba lejos de reproducir la frescura de los orígenes del grupo. A su vez, la australiana reemplazaba a Daisy Martey (integrante de Noonday Underground), quien se encargó de la voz del disco que se encontraban presentando en esa época, The Antidote. Pero su relación con los mentores del conjunto inglés fue tan atropellada que no sólo terminó bajándose de la gira sino demandándolos por acoso, difamación e incumplimiento de contrato, al tiempo que recibía un erróneo diagnóstico de cáncer de estómago. Así que tras la salida de su primera cantante, y por sobre todo musa, Skye Edwards, el combinado fundado en 1990, protagonista de la avanzada pionera del downtempo y abanderado del trip–hop, padeció una crisis creativa y performática.
Después de que la invitaron a abandonar Morcheeba, Skye inició una trayectoria solista que tenía todo para salir adelante, salvo a los artífices que mejor que nadie conocían su afinado porte. Ni siquiera Daniel Lanois –colaborador de lujo en el disco debut de la cantautora, Mind How you Go (2006), así como alquimista de U2, Peter Gabriel, Bob Dylan y más recientemente de Neil Young– supo sacarle brillo a ese temperamento artístico que Paul y Ross descubrieron y explotaron durante cuatro realizaciones de estudio: desde la ópera prima del colectivo, el indispensable Who Can you Trust? (1996), hasta el álbum Charango (2002). De hecho, sosteniéndose en esa indiscutible voz, que convirtió en marca registrada y que sirvió para hacerles frente a colegas del calibre de Massive Attack, Portishead, Zero 7, Sneaker Pimps o Smoke City, la linda prieta salió a remarla. Pero ni siquiera con su segundo trabajo, Keeping Secrets (2009), en el que recaló en la veta electrónica tras el hiato analógico que brindó su antecesor, consiguió convencer, y entonces, con más pena que gloria, se transformó en un título más en las bateas y en los servidores de descargas legales.
De esta manera, el grupo se convertía en uno más de esos casos en los que el núcleo creativo del proyecto musical no era nada sin su cantante estrella, y viceversa. Los hermanos Godfrey y Skye Edwards estaban hechos el uno para el otro, pese a que sólo pudieron resignarse a la idea gracias a la sapiencia y la salubridad del tiempo. Si bien pasaron siete años para que volvieran a verse las caras, la realidad es que el azar metió mano en esta reunión. Primero Ross, que es el multiinstrumentista de la banda y actualmente tiene como residencia California, se topó fortuitamente con la “perla negra” del soul y del R&B digital en 2009, lo que activó la nostalgia, la sinceridad y la reflexión acerca de la sobrevivencia artística de ambos a largo plazo. Esto dio pie para que combinaran una cena en el exclusivo restó Jules de Londres a la que se sumó Paul, DJ de Morcheeba asentado hoy por hoy en Francia, en la que limaron asperezas y empezaron a recordar el pasado y a tramar la posibilidad de lucubrar un presente a partir de la publicación de una nueva producción discográfica. Blood Like Lemonade es el nombre del séptimo larga duración que la alineación original de la agrupación está defendiendo en directo a través de un tour que tomará por asalto la capital argentina este lunes.
Suficiente tiempo para explicar las razones que invocaron a que otra vez Skye Edwards se hiciera cargo del micrófono en Morcheeba, pues la cantante se acaba de poner al otro lado del teléfono desde la ciudad de Portland (Estados Unidos), donde esta noche el trío ofrecerá un recital. “Estaba muy nerviosa antes de que los Godfrey llegaran a esa cena. Por eso, mientras los esperaba, me pedí un whisky doble para bajar un cambio”, evoca para el NO, en un educado acento inglés que por instantes se torna afilado, la exponente que en mayo alcanzará los 37 años. “Antes de emborracharnos y pasarla bien, esa noche me preguntaron si me interesaría cantar dos temas en el nuevo material. Entonces les propuse que en vez de grabar algunas canciones hiciéramos un álbum entero. Entramos al estudio a fines de 2009, plasmé mi voz en enero y el disco salió a la venta en junio de 2010. Fue un proceso bastante rápido.” No obstante, los fans jugaron un papel importante en su regreso. “Durante mucho tiempo recibí mensajes a través de mi MySpace en los que la gente me decía que había ido a ver a Morcheeba y que no era lo mismo sin mí. Recuerdo que en la época en que me lancé como solista, las personas me reconocían en la calle y se me acercaban, pensando que mi nombre era Morcheeba.”
–No la dejé. Paul y Ross me pidieron que me fuera. Una vez que salió a la venta Charango, y tomando en cuenta que nuestra amistad no pasaba por el mejor momento, coincidimos en tomarnos un tiempo para que cada uno pudiera llevar adelante emprendimientos musicales personales que no cabían en el concepto del grupo. Después de un recital en agosto de 2003, me tomé unas vacaciones. Al regresar me dijeron que querían continuar con otro integrante. Desde entonces pensé que la posibilidad del retorno era imposible.
–Mi esposo (el bajista Steve Gordon) se mantuvo trabajando con ellos, así que fue un poco raro, porque era como ver a tu pareja con una ex enamorada. Así que tuve que seguir adelante y buscarme otro novio, que en este caso fue mi trabajo solista.
–Nunca me creí tan importante en la agrupación porque siempre supuse que Morcheeba éramos los tres. Es realmente necesario para mí que todo el mundo lo sepa. Los artistas podemos ser efímeros y superfluos, aunque la audiencia suponga lo contrario. Esa idea de que un músico es imprescindible en una banda es una lectura bastante engañosa. Por otra parte, no siento ninguna presión en mi condición de frontgirl porque realmente lo disfruto.
–Ambos tienen rasgos interesantes. Del lado solista, el haber trabajado con productores importantes me permitió tener confianza como cantante y compositora. De hecho, nunca pensé en escribir temas cuando entré en Morcheeba. Y lo que encuentro más relevante de participar en un grupo es que el compromiso con éste debe ser total.
–Ahora prefiero concentrarme en esta serie de shows. Pero si se mantiene la buena onda entre nosotros y se sostiene el formato de grabación de Blood Like Lemonade, creo que sí habrá otro álbum con los tres juntos. Estoy segura de que cada uno podría hacer sus cosas por separado al estilo de Black Eyed Peas.
–De alguna manera, Blood Like Lemonade es un álbum que tenía que haber aparecido antes. Luego de que el grupo transitara por un concepto más crossover a partir de mi salida, tomamos la decisión de complacer a los fans al buscar en esta oportunidad un sonido que nos identificara con nuestros orígenes. La primera canción que compusimos en esta reunión fue Crimson, que me parece sinceramente uno de los picos más oscuros que ofreció Morcheeba hasta ahora.
–Un tema como Rome Wasn’t Built in a Day (incluido en el disco Fragments of Freedom, de 2000) apostaba por sonar en radio y abrirse hacia el éxito comercial. Pero en el nuevo disco no transamos con nada. Crimson, por ejemplo, es un tema que alude a lo psicótico. Trata de una chica que intenta matar a su amante casado a través de una ejecución en la carretera. Ahora que lo pienso, ciertamente algunas canciones entrarían en la categoría de “asesinatos en serie”.
–Estoy de acuerdo. En el primer álbum el sonido fue bastante lento, bien apegado a lo que era entonces el trip-hop. A pesar del éxito del disco, evolucionamos. Sin embargo, mucha gente nos sigue comparando con Massive Attack, lo que me parece significativo, pero también curioso, pues estamos parados en otro lugar. Si tuviera que describir lo que hacemos hoy, me arriesgaría a afirmarte que lo nuestro cabe mejor en la etiqueta de downtempo.
–Creo que sí. Portishead sigue activo, al igual que Massive Attack y Morcheeba. Aunque, te repito, siento que nos alejamos del concepto inicial del género.
–No conozco a James Blake, lo siento. Tampoco puedo opinar nada al respecto porque no estoy al tanto de las novedades musicales del Reino Unido. Lo que sí te puedo decir es que la industria está cambiando, y eso es algo bueno. n n n
* Morcheeba actuará el lunes 21 de marzo en el Luna Park, Bouchard 465. A las 21.30.
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