PRIMAVERA SOUND 2011
El trasfondo político –con las plazas de Barcelona llenas de “indignados”– se hizo sentir en el festival español que congregó a 221 músicos y atrajo a 120 mil espectadores. El día de mayor asistencia fue el de Pulp, al que acudieron 44 mil personas. Un cronista del NO, entre los 1200 medios acreditados.
› Por Yumber Vera Rojas
“Hoy no vamos a ofrecer el recital de una banda histórica. Hoy vamos a hacer historia”, advirtió Jarvis Cocker, esta vez en su condición de frontman de Pulp, durante la vuelta a los escenarios del legendario grupo inglés el pasado viernes, en la segunda fecha del festival San Miguel Primavera Sound 2011. Además de obsequiar un concierto brillante, en el que repasó un emotivo repertorio basado fundamentalmente en el álbum Different Class (1995), el sexteto de Sheffield dedicó su mayor contribución a la cosmogonía de la cultura pop, el himno Common People, a los llamados “indignados” que se encontraban acampando en las diferentes explanadas de España, pero especialmente a los de la Plaza Catalunya de Barcelona, que padecieron la violencia policial en la mañana del viernes al intentar ser desalojados por la fuerza. De manera que este estandarte del movimiento brit pop que se cocinó en la década del ‘90 no sólo estaba escribiendo una página memorable en el inventario de la música popular contemporánea sino que se encontraba inmerso ese fin de semana en un contexto político inédito.
Una vez que se salía de El Prat, el aeropuerto de Barcelona, se palpaba un clima espeso que se diluía entre la sensación de expectativa y la actitud de ensimismamiento. Si bien la inminente primavera es la época más hermosa de esta urbe boutique, lo que queda de ella la están asfixiando la humedad y la rabia. Y no es para menos, pues en el trayecto hasta el centro de la capital catalana se pueden apreciar vallas en las que los políticos expresan consignas carentes de un contenido sustentable, en las que piden a la población que los escojan porque a ellos “también les gusta esta ciudad”, como fue el caso del Partido de los Socialistas de Cataluña. No obstante, destaca el sugerente slogan racista de Convergencia i Unió: “No cabemos todos”, que a la postre le sirvió para alzarse con el triunfo en las elecciones que se celebraron hace dos fines de semana. Si bien acá se oficiaron nada más que las municipales, en el resto de España se llevaron a cabo los comicios autonómicos. Y el resultado refleja el castigo del pueblo ante la mala gestión llevada adelante por el presidente José Luis Zapatero en los últimos tiempos: en todo el país ganó la derecha, encabezada por el Partido Popular. Un eco de la bronca.
En la Ciudad Condal, al igual que en el resto de España, la gente no soporta más la forma en que se viene administrando el país. Así que esta manera disfuncional de afrontar la crisis, que derivó en una cifra de desempleados nunca antes vista por los españoles, en la extensión de la edad de la jubilación, en el terror de que Grecia y las otras economías tambaleantes de Europa arrastren a la nación peninsular al desastre y en la imposibilidad de ver más allá del túnel, desencadenó la creación del 15 de Mayo o 15-M. Se trata de un movimiento incentivado principalmente por jóvenes que han dicho “basta” al ambiguo bipartidismo y al sistema electoral, y que asumiendo una actitud rebelde se encuentran todavía hoy acampando en las plazas. Y no piensan moverse de allí. Si bien el igualmente llamado “Spanish Revolution” no tiene un programa político del todo claro, más allá del “que se vayan todos” –incluso la prensa local lo compara con el estallido social argentino de 2001, que este año cumplirá una década–, su actitud representa el sentimiento de muchos. Por ahora la revolución no ha sido televisada, parafraseando el título de la célebre canción del recién fallecido Gil Scott-Heron, uno de los padres del rap, pero se sigue vía Twitter.
Aparte de las pancartas a favor del 15-M colgadas espontáneamente por el público a lo ancho y largo del Parc del Fórum, el gigantesco predio construido frente al Mediterráneo que sirvió nuevamente de sede central del San Miguel Primavera Sound, los organizadores del evento comunicaron a los grupos extranjeros la situación que se vive en el país y no les impidieron que expresaran a través del micrófono su apoyo al movimiento. Pulp, de la misma manera que los estadounidenses Explosions in the Sky, lo hizo manifiesto, lo que puso evidencia una vez más la naturaleza política del rock. El conjunto británico, encabezado por el refinado y elocuente Jarvis Cocker, se tornó en el principal atractivo del festival, y en el instante de mayor convocatoria de los cinco días de shows, pues aprovechó esta edición para regresar al ruedo tras una década de su último disco, We Love Life, y con su formación más popular (Steve Mackey, Mark Webber, Nick Banks, Candida Doyle y Russell Senior). Apareció casi al final de la jornada, a las 3 de la mañana, desatando la euforia, con una puesta magnífica y planteando un set que incluyó los éxitos Disco 2000, Do you Remember the First Time? y This is Hardcore.
Fue un San Miguel Primavera Sound que quedará en el recuerdo porque, de la misma forma que lo interiorizó Pulp, muchas otras de las figuras influyentes del indie asistieron al festival con la actitud de que iban a seguir haciendo historia. Por eso el show de PJ Harvey fue más que convincente. La musa del rock inglés, la primera en la fila en la lista de sucesoras de Patti Smith, la princesa gótica de voz cándida, se despachó con una performance impecable en la que a pesar de que acentuó su costado folk, patentado en trabajos como White Clark (2007) y el flamante Let England Shake (2011), dejó colar el semblante eléctrico de clásicos del calibre de Ride on me. Igual de vibrante fue la actuación de su ex novio, Nick Cave, quien en esta ocasión lideraba su alter ego grupal Grinderman, con el que se dedicó a mostrar los dos volúmenes de este proyecto. El penumbroso ídolo australiano, referencia indispensable del rock oscuro, cacique de los Bad Seeds y que con 53 años mantiene en buen estado físico su espíritu salvaje, se entregó en cuerpo y alma ante una audiencia embelesada que apenas despertaba del trance con cada aullido que rasgaba en su garganta.
El que tampoco se cansó de soltar alaridos, de putear y de moverse al son del post punk con ganas de pegarse un pase de funk bailable y de dub fue Johnny Lydon. El otrora líder de los Sex Pistols trajo a Barcelona, a varios años del revival del género, a la agrupación que le permitió confirmar que no era un mero invento de Malcolm McLaren: P.I.L. (Public Image Limited), aunque con una alineación renovada que no incluyó a Jah Wobble, ni a Keith Levene. Swans, en cambio, bajó aún más el tono celebrativo y se adentró en esa aventura experimental y taciturna que lo convirtió en un icono del rock underground de los ‘80. Liderada por Michael Gira, adalid de la innovación y mentor de Devendra Banhart, el combinado demostró que esta resurrección no fue un tonto acto de nostalgia. Tampoco lo fue el regreso de Papas Fritas, uno de los secretos mejor guardados del indie norteamericano, ni del vigoroso blues punk de The Jon Spencer Blues Explosion, ni del músico que cambió el concepto de las guitarras en el pop, Dean Wareham, que se dedicó a recrear el cancionero del grupo que lo situó en el cenit de los yeites: Galaxie 500. Lo que sí es una tradición en el evento es la incorporación de los slowcore Low en la grilla.
Celebrado entre 26 y el 28 de mayo en el Parc del Fórum, el festival no sólo amplió a 11 los escenarios ubicados en este predio ferial sino que dedicó dos días, el 25 y el 29, aparte de las diferentes actividades que se realizaron en salas de concierto de Barcelona, al Poble Espanyol. Justo allí Caribou, luego de la presentación que ofrendó Echo & The Bunnymen de sus discos clásicos Heaven Up Here (1980) y Crocodiles (1981), ratificó con un espectáculo fabuloso por qué es un referente del indie dance y también por qué su disco Swim fue uno de los más importantes de 2010. El laboratorio sonoro canadiense manufacturado por el músico y productor Dan Snaith, con esa mezcla de pop, psicodelia y electrónica, es hoy al lado de Animal Collective, que contrariamente a lo esperado tuvo una intervención floja en este San Miguel Primavera Sound, uno de los artistas que marca las directrices de la actual música de vanguardia. Y es que esta vitrina de la escena independiente mundial tiene entre sus consignas, al momento de elaborar su programación, apostar por el riesgo antes que por la popularidad. Al igual que sus 10 versiones anteriores, el evento se mantuvo firme en su directriz de mezclar figuras consagradas con nuevos exponentes.
De la novel progenie despuntaron la clase magistral de noise y shoegaze de los estadounidenses Deerhunter, el folk melancólico de Avi Buffalo, la garra post punk de The National e Interpol, el rap interplanetario de Odd Future –su antítesis en este estilo fue una de las mitades de Outkast, Big Boi, que debió haberse quedado en casa–, el chamanismo pop del español El Guincho, la delicadeza cantautora de Sufjan Stevens, el rock matemático de Battles –esta vez un poco rengo tras la salida de su cantante–, el dance analógico de Matthew Dear y la electrónica cromática de John Talabot. La sorpresa en este cuadro de honor la personificó Ariel Pink’s Haunted Graffiti. El grupo de Los Angeles, liderado por el histriónico Ariel Pink –emblema del lo fi, próximo productor de moda y aire estético a Kurt Cobain–, con un gran número de seguidores y varios hits instalados en el universo indie, sostiene un pop bailable que alude a los primeros ‘80. Al tiempo que el dubstep se afincaba en esta versión del espectáculo como la diva de las últimas tendencias, con el pionero Kode 9 a la cabeza, secundado por los asimismo británicos Gold Panda y James Blake, quien aprovechó su debut en el evento para actuar en el rol de crooner y con un DJ set.
Blake llegó a la capital catalana con la chapa de músico revelación de su país, y en sus dos apariciones no decepcionó. Por eso en el hotel en el que se hospedó, ubicado cerca del Parc del Fórum, era uno de los más buscados por los cazadores de autógrafos, de la misma forma que Nick Cave o Jarvis Cocker. Y hasta se los pudo ver ahí a The xx, que este año no formaron parte del cartel, pero le hicieron el aguante a Jamie xx, el muchacho de los samples y las programaciones en el trío, que fue convocado como DJ (en febrero de 2011 lanzó We’re New Here, disco de remixes del último álbum de Gil Scott-Heron, I’m New Here). El lobby del edificio se transformó en una convención de artistas, managers y prensa. Algunos hablaban de trabajo, mientras que otros buscaban camaradería. Barcelona fue durante estos días el epicentro global del indie. El San Miguel Primavera Sound 2011 congregó a 221 exponentes, lo que atrajo a 120 mil espectadores de todo el mundo (superando en un 40 por ciento a la edición del año pasado). El día de mayor asistencia fue el de Pulp, al que acudieron 44 mil personas. Además, el festival acreditó a más de mil profesionales de la industria de 36 países y a 1200 medios (entre ellos, al NO).
Considerado por el co-director del evento, Albert Guijarro, como “un espectáculo de minorías con tres años de crecimiento”, el San Miguel Primavera Sound 2011, que el líder de Deerhunter, Bradford Cox, tildó de “mejor festival del mundo”, fue un justo catalizador del estupendo estado de salud de la música independiente. Aunque también fue receptáculo de la apología al romanticismo que desencadenó el ex The Velvet Underground, John Cale, al presentar su disco Paris 1919, esta vez junto a una orquesta. Otros momentos radiantes los simbolizaron los recitales de Belle & Sebastian y Fleet Foxes. Por sobre todo el del combinado de Seattle, que con sólo dos discos en la calle registró un show notable. Palabras mayores fueron la lisergia de The Flaming Lips (repitiendo lo mostrado acá) y de Of Montreal (ver entrevista). El premio al estoicismo se lo llevó el acorazado industrial alemán Einstürzende Neubaten, que tocó pese a la final de la Liga de Campeones entre el Barcelona y el Manchester United (se transmitió en uno de los escenarios del Fórum). El domingo, la fiesta cerró en el Poble Espanyol. Cerca andaban Messi & Cía celebrando el triunfo de los culés en el concierto de Shakira. Pero Mercury Rev le dijo no al Waka-Waka. n n n
Así como el año pasado, el San Miguel Primavera Sound 2011 nuevamente tuvo representación sudamericana y por sobre todo argentina. A la emocionante presentación de El Mató a un Policía Motorizado, que reincidió en esta ocasión en un escenario más importante, tuvo la chance de tocar dos veces y ya compró a la audiencia catalana, se sumaron las actuaciones de Cápsula (trío criollo establecido en el País Vasco), que participó en la previa del evento en la Sala Apolo y que el 20 de junio regresará a Buenos Aires para intervenir en el Festival Emergente, y Onda Vaga, ensamble que aprovechó su tercera gira por España (en la que destacó su performance en el festival Viva la Canción, celebrado en Madrid hace algunos días y que próximamente se llevará a cabo en la Argentina) para insertarse en las actividades paralelas del espectáculo. Al mismo tiempo, y por primera vez, se pudo distinguir una notable concurrencia criolla disfrutando de la máxima cita del indie mundial. En su mayoría fue público que viajó desde distintos puntos del país para ver sobre todo a Pulp, pero igualmente para hacerle el aguante a la misiva patria. También hubo compatriotas trabajando en el Primavera Sound: casi en su totalidad inmigrantes radicados en Barcelona.
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