EL EXTRAñO CASO DE KARINA BUHR
La cantante brasileña descolló en el festival Conexao Vivo en Brasil, por su voz descontracturada y su performance avasallante.
› Por Luis Paz
Karina Buhr es brillante. En principio, porque en el backstage del festival Conexao Vivo –ocurrido la semana pasada en Belo Horizonte– ya lleva puesto el enterito de lentejuelas doradas y plateadas con el que saldrá a escena. Pero sobre todo es allí donde es brillante: Karina canta con desparpajo, da volteretas y salta como un trompo en una licuadora; y en sus canciones revela a su ex que le mintió, se ríe de los requisitos de la Ley de Incentivo a la Cultura, reclama por la (falta de) lógica de los aeropuertos, se cansa de tener esperanza y termina usando el cable del micrófono de lazo para ahorcarse sobre el tablado, regalarle una mirada al infinito desde esos ojos penetrantes y caer, rendida, ante un aplauso excitado. Karina termina su presentación en ese festival de música popular brasileña y nuevas tendencias y el NO entiende por qué todos estaban tan entusiasmados por su presentación: Karina Buhr es una bestia performática.
“Dormite antes de que el misil pase. De aquí a un segundo podría no tenerte más, podría explotar nuestra casa. La gente que no tiene dónde, podría morirse aquí. No importan sus amigos, ni su hambre, ni mi vestido nuevo, mi vestido bello. Durmamos largo antes de que te mueras. Está lloviendo fuego.” Esa es la idea de la cantante y actriz brasileña acerca de una posible “canción de cuna para los niños de Nassyria, Najaf y Bagdad”; y sirve para reunir los elementos de su obra: cierta resistencia poética, un llamado de atención sobre el sinsentido y la certeza de que, cuando todo acabe, nadie va a ayudarnos. Por eso Karina se ayudó sola, en lo que fue la construcción de una carrera de década y media que arrancó de joven, como estudiante de teatro y con su banda Comadres Fulozinha. “Ha sido un camino bastante natural y, si bien es bueno que todos se exciten tanto con nuestros shows y que el disco haya sido tan bien recibido, en lo único que pienso es en gozar ahí arriba”, le dice al NO, y estira la pera indicando al escenario montado en el Parque Municipal de Belo Horizonte.
Eu Menti Pra Você es su álbum debut como solista, aunque más bien es su disco al frente de una banda impecable, capaz de coordinar los arreglos de base de la música popular brasileña con un sentido de la modernidad deudor de Nueva York y una estructura de sonido asentada en dos violeros grossos: Fernando Catatau, de los mejores que ha dado la música moderna en Brasil en la última década, y Edgard Scandurra, violero del histórico grupo Ira!, que mezclan a Talking Heads con Radiohead. “No sé si mi música es moderna. Para mí es divertida y catártica, es lo que me preocupa. Pero es cierto que uno no puede decidir qué pasa con su música una vez que la muestra. Si sirve para abrir el espacio de reflexión en el público, maravilloso; pero mi único compromiso es con una música que me resulte sabrosa”, aclara. “¿Argentina? Nunca pensé en ir a tocar allá. Sería un placer”, dice. Para quien pueda estar allí cuando eso ocurra, indudablemente, también lo será.
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