–Hubieses grabado un tema de Miranda!

–Y... ya estamos pensando en el volumen 2, así tal vez los agreguemos, je je.

Suena a chiste obvio entre un periodista cizañero y un metalero recalcitrante, pero el cuento venía de antes. “Los conocí en una entrega de premios y me parecieron muy buenas personas. Lolo es una hermosura de tipo y, además, conoce mucho mi obra, cosa que me sorprendió. Después, nos fuimos encontrando en fiestas, eventos y diferentes lugares nocturnos, hablando toda la noche como si fuésemos amigos de toda la vida. Una vez, incluso, me invitaron a hacer un tema, pero no accedí. No de mala onda, sino porque no encontraba en donde ubicarme.” ¿Qué sorprende más, a esta altura del partido? ¿Imaginar a Juliana Gattas doblándole la voz a Claudio O’Connor, o que éste rechace el convite? Un poco de respeto es la dimensión en la que se traza esta confusión: un título inspirado en Erasure, versiones de Bob Marley o Rod Stewart y la misma fórmula sonora con la que el ex cantante de Hermética se da el gusto de flirtear por fuera del heavy sin perder la información genética que ineludiblemente lo identifica a su pasado célebre (que también es su presente desde la reunión aún vigente de Malón).

“Siempre fui un seguidor del rock en general, una suerte de médico clínico de la música”, amplía O’Connor, para luego puntualizar: “Me dedico al heavy porque es donde más cómodo me siento para expresarme, pero descubrí que había un género llamado heavy metal recién varios años después de haber comenzado a consumir música. Hasta ese momento, para mí, todo era rock”. Amoríos de esos años vuelven hoy en forma de versiones. Tal es el caso, por ejemplo, de Yo caníbal, de Los Redondos, banda que, asegura, descubrió en 1978 a través de un demo. “Tenía 15 años y los pasaron en un programa que yo escuchaba. Me llamaron mucho la atención, luego los fui a ver muchas veces y de la época de Hermética quedó muy buena onda con Skay, quien siempre me manda saludos por terceros.”

Redemption song descorcha la primera sorpresa: “Me gusta el reggae y Marley es uno de mis preferidos. ¡Hubiese cantado más canciones de él haber tenido la oportunidad!”, enfatiza quien, además, versionó a Almendra, León Gieco, Charly García, Manal, Rolling Stones, The Doors y Rod Stewart.

–¿Qué género de los que revisaste te hubiese gustado profundizar en una banda?

–No sé si podría explayarme en el reggae o en el pop con tanta certeza como en el género que cultivo. En el día de tu cumpleaños puedo ir y cantar una zamba, pero no sé si exista algo que me pueda despertar la fiebre que me genera la distorsión de la guitarra y la cosa pesada. Al heavy me dediqué porque me gustaba y no por plata, claro está, aunque todos los artistas que versionamos en el disco son de nuestro agrado. Eso sí: no tengo discos de nadie. ¡Ni siquiera míos!

–Nadie podrá ocultar la sorpresa de encontrarse con una versión de Miguel Mateos...

–Lo vi dos veces: cuando fue soporte de Queen, en 1981, y al año siguiente, en el B.A.Rock, aunque no fui muy adepto a él, como sí de Charly, Spinetta o Manal. Sucedió que enganché un recital en vivo de él en un canal de música, mientras estábamos decidiendo qué temas hacer, y creí que Un gato en la ciudad podía quedar bien con nuestro sonido. Miguel Mateos es un artista muy importante que llevó la música argentina por toda Latinoamérica, aunque a los 20 años capaz que lo cagaba a puteadas. De puro inconsciente, porque a lo mejor ni le prestaba atención a la obra artística. Uno reniega de cosas por pertenecer a un determinado sector, y yo he cometido ese error cuando era más joven. Creo que es un buen momento para dejar en claro que eso, defenestrar a otro por hacer algo diferente a lo que uno espera, es un sentimiento errado.