Jueves, 24 de mayo de 2012 | Hoy
THE HORRORS VIENE A PRESENTAR EL NOTABLE SKYING
El quinteto británico es una de las bandas más excitantes de estos días gracias a su febril mixtura de kraut, space rock, post punk y psychobilly. “Quizás estemos más concentrados en el sonido que en la música”, estipula el bajista Rhys Webb.
Por Luis Paz
The Horrors no está a la vanguardia de ninguna revolución y no es la punta de lanza de ningún movimiento de ruptura en la música. Las de sus cinco integrantes no son, de ninguna manera, las caras del futuro. Sus canciones no son, de modo alguno, disrupciones al discurso histórico en general del rock. Y sin embargo, The Horrors es una de las bandas más excitantes de estos días.
La gran cosa que está realizando este quinteto de Southend –algo así como la Ushuaia británica– es tamizar e integrar a algunos de los movimientos más notables y riesgosos que tomaron forma en la música rock de las últimas décadas (kraut, shoegaze, psychobilly, garage, space rock, post punk, acid house) y servirlos en tres discos que fueron elevando progresivamente su marca de calidad: Strange House, Primary Colours y el reciente Skying, publicado a mediados de 2011.
Desde su descentrada música hasta su particular estética, lo que encarna The Horrors es una tradición de exploración, de alto impacto, y de solvencia y golpe musicales. Una escuela de fuerza y delirio. Una estirpe de chupines que sólo pueden ser negros o grises desgastados, en la que no se admiten amarillos ni colorados. Quizá The Horrors sea una manifestación del cliché mismo del rock. Lo más probable es que sean una de las mejores bandas que el rock haya dado en años recientes a nivel mundial.
Cuenta el bajista Rhys Webb: “Todo lo que nos pasó fue muy extraño. Hace cinco años, antes de sacar nuestro primer disco, sólo queríamos hacer la música que nos hiciera felices, la música que queríamos que alguna banda haga para nosotros y que, como nadie la hizo, nos pusimos a hacer. No había absolutamente ningún plan acerca de giras, contratos, festivales. Todo fue muy rápido y extraño. Para nosotros, hermano, la verdad es que todo esto está siendo un viaje loquísimo...”
Hace seis años, estos músicos que hoy recorren el mundo protegidos por sus seudónimos no pasaban de tocar en el bar del propio Webb a algo más grande. Hasta que publicaron Strange House, la prensa de la isla los adoptó como preferidos por una temporada (de esas que para la prensa británica duran... una o dos semanas) y aprovecharon esa ola para surfear una pequeña gloria mañanera que se extendió ya un lustro, gracias al combustible de sus siguientes álbumes y algunos bochornos como un show en Madrid, para esa época, que dieron pasados, insoportables y dándoselas de barderos al pedo y en pedo. Un gesto de desobediencia debida que los infló más.
“El que daremos en Buenos Aires no tendrá nada que ver con aquel show. Bajamos un cambio y estamos muy preparados porque hace un año que estamos de gira con este disco. Hicimos toda Europa, Estados Unidos, Japón y Thailandia. De hecho mañana (por el sábado pasado) tocamos con Black Sabbath en un teatro para 3500 personas acá en Inglaterra”, le comentó Webb al NO.
Después de aquel disco, que todavía tenía más peso conceptual y estético que musical, llegó Primary Colours, mucho más experimental en un sentido y más crudo en su fiereza, producido por Geoff Barrow, el maestro que pone todas las instrumentaciones en Portishead, y que le daba un mayor lugar a la música de raíz electrónica. “Todos los sonidos de The Horrors provienen de la influencia de la música que amamos, pero también es cierto que como banda evolucionamos nuestro sonido y la manera de manejar los instrumentos. Cuando empezamos éramos una banda tradicional de guitarras al frente, hasta que nos topamos con los sintetizadores. Creo que la gran parte de la evolución de la música está directamente relacionada con la aparición de tecnologías. Y nosotros las usamos a todas: la guitarra eléctrica, el teclado, la batería electrónica, la caja de ritmos, los sintetizadores de los ‘70 y ‘80. Nuestro juego es experimentar con equipamiento y no sólo con música. Quizá estemos más concentrados en el sonido que en la música”, dice Webb.
El problema de hacer la música que te gustaría escuchar es bastante básico: la música que te gustaría escuchar es el resultado de una ecuación entre todas las músicas que ya escuchaste y te gustó escuchar. ¿Qué margen de novedad podés aportarle a eso? ¿Es el simple mestizaje un alto valor artístico por la mezcla misma? ¿Cualquier boludo puede ser el mejor barman del mundo? A lo que el bajista mejor conocido como Spider Webb responde: “Para lo único que nos importa lo que hubo en el pasado es para conocer el mecanismo básico de experimentación con un sonido o una música en particular. Después, buscamos nuestra propia dirección. Si intentamos psicodelia, no buscamos una psicodelia setentosa sino la creación de pasajes sonoros que nos desorienten. Sí, claro, comenzamos haciendo una música de guitarras pesadas con fuzz, ¡qué novedad! Pero ya entonces explorábamos ritmos de house y posibilidades de control del volumen y la distorsión”.
Todo esto explota en el reciente Skying, uno de los mejores discos internacionales del pasado año y un punto de cristalización para el universo de The Horrors, una cosmogonía algo perversa, un tanto desencantada, febril y cáustica adornada de estrellas bailables, flasheras y demoledoras. “Nuestra música no está hecha para este mundo; existe en su propio mundo, más allá de que sabemos las cosas buenas y malas que suceden en el mundo concreto. Lo entendemos así: un disco es otro mundo, no es música para éste. Es la idea de moverse, de bucear y flotar en realidades diferentes a la del lugar en el que estás escuchando o bailando nuestras canciones. Ese es el concepto principal de este grupo.”
* The Horrors toca el martes 29 de mayo en La Trastienda Club (Balcarce 460). A las 20.
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