Jueves, 12 de julio de 2012 | Hoy
LA BONETTO, HERMANA CAFRE
Rossana es una cantante “sobreviviente de los ‘80” que, “de puro conchuda”, no le permite a su hermano Guillermo, cantante de Los Cafres, opinar sobre su proyecto musical.
Por Javier Aguirre
“Soy una sobreviviente de los ‘80”, aclara –bah, oscurece– Rossana Bonetto, hermana del cacique de Los Cafres, Guillermo. La advertencia da un toque post punk (¿after punk?, ¿punk recuperado?, ¿punk 3.0?) a la voz de esta cantante de reggae, ska y bolero con flamante proyecto solista, La Bonetto. “En realidad empezó como banda, se llamaba de otra manera, pero me hice cargo, me gustaron los shows, grabé y va a haber disco; aparte, a mí todos me dicen ‘La Bonetto’”, explica, casi a la defensiva, y baja el volumen de la radio, donde en plena entrevista con el NO suena una canción de –ah, los dioses de la musicalización radiofónica– Los Cafres.
“Es increíble escuchar la música de Guille en el supermercado, en el programa de Rial, en todos lados, me obsesiono con algunos de sus temas”, cuenta La Bonetto, y asegura que su hermano menor quiere que ambos armen un proyecto conjunto, como dúo. “Tiene la idea de que cantemos juntos, de atrevidos; me pide letras, pero yo soy un poco dark, me pasaron muchas cosas, se me ha muerto muchísima gente, estuve mucho en el under; y que Guille me pida cosas, me legitima, me hace bien”, se sincera. Sin embargo, Rossana se pone firme con su hermano Cafre a la hora de La Bonetto: “No lo dejo opinar, participar, nada; de puro conchuda. Me da terror el efecto Pimpinela. Por ser ‘la hermana de...’ no soy una boluda”, exorciza.
Su relación con los escenarios rockers no es nueva. Además de sus múltiples colaboraciones con Los Cafres –coros, imagen, escenografías para shows–, grabó en dueto con el Bahiano (“Lo conocía de hacer puerta en los boliches”) y, allá lejos, casi de adolescente, en tiempos alfonsinistas, fue performer en un espectáculo de Charly García en el Luna Park: “Yo era una niña buena onda y todos me querían comer. Tuve que ponerme 30 mil escudos”. Escudos que ya no usa más. “Soy muy caradura, yo no compito por la voz, no soy Mariah Carey. Lo importante no es opinar sobre la música sino escucharla. Yo me baso en el amor... Parezco evangelista, ¿no?”, se queda pensando.
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