EL DEBUT LOCAL DE MISFITS
Sí, ya sabemos que el glorioso grupo horror punk ya actuó en la Argentina, pero da la casualidad de que esta serie que programa I.Sat apela también al rock, la ciencia ficción y la angustia juvenil.
› Por Federico Lisica
Sufridos por sus poderes como unos X-Men que deben aprender a controlar una habilidad que, en este caso, bien puede ser la de provocar orgasmos instantáneos. Descarriados como el tipo gritón de Hombres misteriosos. Conscientes de que ya se han visto demasiados programas sobre gente con destrezas increíbles como Héroes. Así son los personajes de Misfits. Pero en esta serie británica no hay un profesor Xavier que ayude y reclute, los conflictos son más propios de la angustia adolescente que los del iracundo Ben Stiller y, definitivamente, no tienen ese sentido de predestinación que había en la porrista que no se moría y en el japonés v iajero de la serie sobre “normales con superpoderes”. Encima, Misfits tiene una terrible banda sonora: de The Rapture a The Velvet Underground, de Justice a The Specials, de los Ramones a Joy Division, de Kraftwek a... Adele.
La ficción creada por Howard Overman terminó su cuarta temporada en 2012 y, por el culto que se ha generado, se rumora que habrá una versión estadounidense y hasta una película. Entretanto, su primera temporada ya puede ser vista aquí por I.Sat, pasada la medianoche de lunes y viernes. Pero, ¿de qué va? Casi todo acontece en el centro donde tres chicos y dos chicas deben cumplir su pena comunitaria, en algún barrio bajo de Londres. Está el que se drogó, el timidón que es una bomba de tiempo y prendió fuego una casa, la promiscua que manejaba borracha, la peleadora y el bromista que vive cada momento como si fuera el último. En ese ambiente plomizo, el grupo se vuelve indiferente con sus overoles naranjas. Hasta que arrecia una tormenta eléctrica y.... ¡Kapow! A lidiar con lo que les toca. El quinteto seguirá siendo igual de marginal, o peor, porque van a tener una predilección especial por cargarse a los oficiales que deciden sus probations.
¿Alguien dijo drogas? Al probar alguna sustancia ilegal, sus destrezas se invertirán. Incluso tratarán con un dealer de superpoderes y hasta se verán cara a cara con Jesús.
Los Misfits no tendrán superplanes ni un Salón de la Justicia donde encontrarse. Su monotonía será un poquito más enrevesada. El sexo, por ejemplo, se mantendrá como mandato hormonal al punto de que, en una de las escenas más delirantes de toda la serie, uno de los protagonistas le da duro a una octogenaria que podía rejuvenecer, pero que vuelve a ser una abuela... ¡en el medio del mete y saca!
La puesta en escena acompaña: es urbana, retorcida y dinámica como el parkour. Más allá de los chistes reservados para el televidente brit (los chavs no son seguidores del Chavo sino el estrato social más denostado y populoso entre los jóvenes ingleses), hay algo universal en Misfits: ese momento en el que el sentimiento más claro es el de no pertenecer a ningún bando y lo que se procura es que el resto no se dé cuenta.
Entre todos, destaca Nathan, uno que parece no haber sido afectado, pero que es el personaje de la serie: molesto, hinchabolas, jodón y jetón. Es la válvula necesaria que tira la serie hacia el lado de la comedia y el que deja una frase para la posteridad: “La hemos cagado más fuerte y mejor que ninguna generación antes que la nuestra; yo soy un desastre y pretendo seguir siéndolo hasta mis veintitantos o mis primeros treinta”.
* Misfits va los martes a la 1 por I.Sat. Repite los sábados a la 1.
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