LA LUPA SOBRE EL BAFICI XV
Con 473 películas, pasó otra edición del festival que hace década y media, por acción u omisión, dispara debates sobre el cine independiente.
› Por Hernán Panessi
nSe fue la Niña Bonita, la edición quinceañera del Bafici, con su mejor vestido, su torta y su fiesta pop. Así, entonces, pasó por la cosmogonía cinéfila uno de los festivales más importantes y polémicos del país. Y la pregunta, ante cualquier mutación de esquemas, es casi siempre la misma: ¿qué es, en verdad, el cine independiente? “Queremos tener más público, no menos”, dice Marcelo Panozzo, su nuevo director, a propósito de la incorporación de cierto cine de márgenes. “Queremos tener más películas, no menos”, fue su caballito de batalla.
Y los signos fueron positivos: unas 370 mil personas pasaron por sus 11 sedes que, ahora, hacen base en el Village Recoleta. Fueron proyectadas unas 473 películas, número que fue creciendo con el correr de los años, con un total de 85 por ciento de entradas vendidas por función. “Esta edición tuvo la idea decidida de buscar el maridaje entre todos los géneros”, agrega Leandro Listorti, programador de la primera hora. “La gestión de Fernando Martín Peña tuvo bastante de eso, también.” Es que tanto Panozzo como Peña respaldaron la inclusión de las orillas al centro.
En esta edición se sumó Vanguardia & Géneros -. Retro, la sección que otorga espacio a un cine que en Bafici nunca tuvo el lugar que realmente merecía. ¿El paradigma? La inclusión de cierto cine autogestionado, caso Plaga Zombie: primera trilogía de zombies criolla y uno pilar de esa entelequia confusa que del “cine independiente”, exhibida por primera vez.
“Pocas veces nos plantamos con la idea de lo ‘independiente’. Por ejemplo, el cine sueco mainstream no llega al país y nosotros lo pasamos”, suma Listorti a propósito de la pluralidad de voces de este nuevo Bafici. Panozzo sentencia: “No creo que un festival de cine tenga que ser a priori un lugar de certezas”. Y de ahí, un tendal que une la responsabilidad de cargar en su nombre con la palabra “independiente” (Buenos Aires Festival de Cine Independiente) más la posición dual a todo o nada de si Bafici es “lo peor del mundo” o “lo mejor del mundo”.
El periodista Juan Manuel Domínguez, otro programador del festival, reconoce la flexibilidad instaurada a partir de esta edición: “Con la inclusión de la sección de vanguardias y géneros, o el espacio gratuito Cronopios, generamos algo que le cuesta al indie: el diálogo entre los estilos”. De esta manera, el verdadero cine independiente –premisa polémica que el Bafici siempre transitó con vaivenes– encontró en la programación 2013 una ventana para colarse. Asimismo, varios realizadores de los bordes pudieron participar. Tetsuo Lumière, aquel que ganó el 24º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata con TL-2: La felicidad es una leyenda urbana y quien, al recibir el premio, dijo: “Quiero agradecer al Bafici, que rechazó mi película. Sin ellos, hoy no estaría acá”. Hoy, años después, si bien no compitió, Lumière encontró su espacio baficero con Buscando la esfera del poder en la sección Panorama.
“Queremos tener una paleta de colores enorme, el megapantone y escapar de la visión monocromática de las cosas”, argumenta el director del festival. Cultura pop como estamento, charlas caprichosas y la convivencia de un cine contemplativo con el de historias. Correrse de algunas mañas festivaleras, la representatividad de ciertas minorías, márgenes y centro, centro y márgenes, conceptos que –de mínima– sacan una mueca de esperanza al público que, ante cualquier cambio, se pregunta: ¿qué es, en verdad, el cine independiente? La respuesta no es de nadie pero el Bafici 15, a la sazón, pareció abogar por encontrarla más aún que en otros años.
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