Jue 09.05.2013
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LA VUELTA DEL ANTIGUO TESTAMENT

“Cuando vino el grunge, el heavy sufrió”

Con Dark Roots of Earth y formación original, el combo trashero sigue sobreviviendo al fin del mundo que anunció en 1988 con The New Order.

› Por Mario Yannoulas

Cuando estas líneas fueron escritas, la noticia de la muerte de Jeff Hanneman sacudía al mundo del heavy metal. La partida del guitarrista de Slayer no sólo equivale a una pérdida estrictamente musical sino también desde lo anecdótico, si eso sirve para algo: Slayer fue, hasta hace no mucho, una de las pocas bandas thrasheras en conservar su formación original. Con algunos discos vendidos menos, Chuck Billy puede decir lo mismo acerca de Testament, uno de los combos más representativos del thrash norteamericano por fuera de las propuestas del Big 4, aquellas giras magnánimas que nuclearan a los cuatro más vendedores del subgénero: Metallica, Megadeth, Anthrax y Slayer. Así lo atestigua Dark Roots of Earth, álbum editado el año pasado que los muestra firmes en su ruta thrashera, pero prestos a regalar algún matiz hasta ahora inexplorado. “Si bien es un disco de thrash, el sentimiento general tuvo más que ver con la composición de canciones que en los anteriores. Es nuestro trabajo mejor producido”, expresa el cantante desde su hogar californiano.

Si el thrash yanqui fuese una geografía y el Big 4 su ciudad capital, se podría decir que Testament está en el primer cordón conurbano. Por trascendencia y perseverancia, por haber participado del movimiento en sus años de explosión creativa, el quinteto de la Bahía de San Francisco es sin dudas otr o referente. Con menos brillo y glamour, pero con corazón. “Nuestro mayor aporte a la escena fue habernos mantenido fieles a nosotros mismos a lo largo de los años. Jamás intentamos seguir la corriente: cuando en los ‘90 la música empezó a cambiar, nos quedamos en la nuestra, hasta nos volvimos más extremos”, sigue Chuck.

“Lo del Big Four es sólo un título, una marca, pero podría también ser Big Ten. En los ‘80 y los primeros ‘90, la escena del thrash era gigante, todos estábamos vendiendo muchos discos. Cuando vino el sonido de Seattle, el heavy sufrió una espiral descendente: los grandes sellos dejaron de darle bola y lo pasaron cada vez menos en la radio”, reseña.

Si bien el disco es thrashero, canciones suaves como Cold Embrace y Dark Roots of Earth son poco usuales en Testament. ¿Discutieron antes de grabarlas?

–No. En otra época, cuando hicimos The Gathering o The Formation of Damnation, podríamos haber discutido sobre eso, porque nos preocupaba más lo que pudieran decir los fans o la prensa. Ahora, al estar la formación original, tenemos mucha confianza en las canciones. Si se siente bien y suena bien, lo hacemos.

¿Los afectaron mucho tantos cambios de integrantes?

–Es una mierda, a la larga te terminás cansando de no saber quién va a estar en la banda. Desde que volvió la formación original trabajamos más que antes y hasta estamos teniendo nuevos fans, chicos que escuchan lo que hacemos sin saber de dónde venimos, ni cuál es nuestra historia. Cuando me anunciaron que tenía cáncer, en 2001, no sabía si iba a poder tocar música de nuevo, y el hecho de poder seguir haciéndolo, más con la formación original, es hermoso.

Cuando se supo de tu enfermedad, muchos colegas salieron a bancarte y organizaron el festival Thrash of The Titans. ¿Fue un buen momento para el género?

–Sí, claro. Todos mis grupos favoritos se juntaron en ese evento. La idea era recaudar plata para mí y para Chuck Schuldiner, el cantante de Death. Estuvieron muchas bandas de la Bahía, como Exodus, Death Angel, Forbidden Evil, grupos que volvieron y siguen haciendo buenos discos. Es muy loco, pero algo muy malo se convirtió en bueno.

Este disco tiene un mensaje ambientalista, algo de lo que ya habían hablado en The New Order. ¿Qué te apasiona del tema?

–Todos tenemos que lidiar con eso, estamos acá. Cuando hicimos The New Order, escribimos mucho sobre las profecías de Nostradamus; pasaron más de veinte años y las cosas no mejoraron. El clima no volvió a ser como cuando éramos chicos, ahora cambia tanto que no sabés ni en qué estación estás.

* Sábado 11 y domingo 12 en El Teatro (Rivadavia 7806). Desde las 18 con Anthrax.

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