Jue 29.08.2013
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BUENOS AIRES INVADIDA POR GRANDES IDEAS DISRUPTIVAS

Rock del dato

La Media Party reunirá a hackers, data-periodistas y visionarios locales e internacionales para llevar al periodismo hacia un nuevo lugar, a pasitos del punk. Y además, el capítulo porteño de la cumbre global sobre Creative Commons y las bases materiales y dialécticas del commonismo; y Taringa! y la UMI se unen, pero la Corte Suprema ratifica el juicio contra el foro.

› Por Federico Lisica

Si tienen razón quienes definen al data journalism o “periodismo de datos” como el nuevo punk, estamos entonces surfeando la innovación, recién en la supernova de esta movida. Por lo que un primer acercamiento posible sería pensar en un buen tema como banda sonora del mismo: Baba O’ Riley de The Who, banda proto punk por excelencia, no estaría nada mal. Esa canción que Pete Townshend compuso pensando en su líder espiritual Meher Baba: cargó información biográfica del gurú en un sintetizador analógico y usó lo que salió como base de apoyo para el tema. Y lo que resuena en esa intro es absoluta liberación. “Si yo tuviera que compararlo con algo musical, lo haría con la banda Fugazi, si bien es difícil poner esa ecuación en términos tan personales, ellos plantearon un camino que muchos siguieron y también tenían un costado muy ético sobre cómo ayudar a otros a hacer lo correcto”, asegura Dan Sinker, hack rocker, fundador del sello editorial de fanzines y libros Punk Planet, hombre detrás de @MayorEmanuel, tícher de “periodismo emprendedor” en el Columbia College de Chicago e invitado estelar a la Media Party que ocurrirá este fin de semana en la Ciudad Cultural Konex.

A todo esto, ¿qué diantres es el data journalism? Es un quehacer propio de la Cultura Digital que, a partir de una serie de herramientas (mapeos, estadísticas, gráficos, entre muchos otros desarrollos de software), puede servir para analizar, manejar, procesar y visualizar, la terrible cantidad de data que hay dando vueltas en Internet acerca de la realidad. “Para mí es la emergencia de un periodismo propio de la web más que sobre la web. Obviamente tiene que ver con programas, pero no es periodismo tradicional llevado a la web sino crear una nueva forma de periodismo”, añade Sinker.

“El periodismo de datos es necesariamente multidisciplinario: involucra periodistas, programadores, diseñadores. Por otro lado, la ética hacker, los principios del software libre y del trabajo en red propios de muchos de los desarrolladores de software –pero no de todos– se han infiltrado en el mundo periodístico”, apunta Manuel Aristarán, integrante local del proyecto OpenNews/Knight-Mozilla (“Noticias Abiertas”, de las fundaciones Knight y Mozilla), que estará también en la Media Party.

“Personalmente lo encaro como una manera de ejercitar posibilidades de creación narrativa con datos”, suma VJ Pixel que, además de artista audiovisual, coordina el EcoLab dedicado a la producción de nuevas tecnologías y a transformar las prácticas informativas sobre el medio ambiente.

¿No Future?

Jonathan Gray, periodista de The Guardian, fue quien estableció la comparación entre el data journalism y el movimiento punk. ¿Los argumentos? Básicamente por el llamamiento a la acción y su poder de nivelación, a partir de una serie de dispositivos tecnológicos bastante accesibles hoy en día: cualquiera puede hackear, sería la propuesta. Si bien Sinker –que dirigió durante 15 años la publicación de música y política Punk Planet, un zine que llegó a tirar 16 mil ejemplares– concuerda con que en el periodismo de datos están presentes las ideas ligadas al DIY (hacelo vos mismo), también pone algunos reparos. “El hacker ligado a los movimientos civiles o al periodismo está haciendo cosas asombrosas, pero el data journalism parte del análisis de datos, y tenés que ser bueno en eso. Podés conocer los tres acordes básicos y no hacer buen periodismo. Tenés que interrogar la data, saber representarla. Si lo trabajás de manera amateur, vas a ser bueno en esa línea. Lo interesante del paralelismo con el punk es que nació de un grupo muy pequeñito, pero tiene todo para crecer porque las habilidades están ahí. ¡Eso es lo excitante!”

Igual, Aristarán cree que la definición “peca de sensacionalista”. “El punk tenía un mensaje potente que desafiaba lo establecido. El periodismo, lo vemos todo el tiempo, puede ser complaciente con uno u otro grupo de poder; gobiernos, oposiciones o grupos empresarios. En particular, el periodismo de datos puede hacerlo también. Lo bueno es que se puede ser punk con una computadora, pero también con una máquina de escribir”, opina el desarrollador de un extractor de tablas de PDF que es usado en los grandes diarios del mundo.

“No tengo cresta ni nada parecido, pero entiendo por qué aparece la conexión”, propone Sonya Song, periodista del Boston Globe. Y cuenta el caso de una colega, llamada Sisi Wei, en que el data journalism le sirvió para denunciar las formas de censura que el gobierno chino aplica en la red. “Eso fue impresionante”, asegura. Lo que hicieron fue analizar miles de noticias que aparecían en redes sociales del país asiático sin las imágenes correspondientes. “Claro que también las grandes corporaciones juegan un rol, contratan gente que sabe de tecnología y van a intentar que tengas una mirada positiva sobre los auspiciantes”, desgrana Song.

Otro que estará en la Media Party en Buenos Aires es Noah Veltman, un creador precoz de visualizaciones, herramientas y juegos para la web: “Mi objetivo es darles sentido a datos complejos para que puedan ser usados”. Más que reparos a la comparación, Veltman descree del término de data journalism en sí. “Muchos periodistas trabajan con datos y no se ven a sí mismos como partícipes del data journalism. Para mí, ‘data’ es un pedazo de información, así que data journalism sería casi un eufemismo”. Aunque, por otro lado, ve conexiones con la energía punk: “Lo bueno es que no necesitás pasar por una institución, vos mismo –a través de tu propio random– podés ir desarrollándote, hacer tu aporte, generar un impacto, separar la mierda de lo bueno, buscar la verdad y compartirla: no necesitás millones de dólares para que tu historia esté allá afuera”.

La verdad en juego

¿Cuánto de lúdico hay en estas experiencias que buscan representar una verdad? ¿Cuánto tiene de links con otras áreas de esparcimiento? En el caso de VJ Pixel parece fundamental: “Me interesé por la visualización de datos, que a su vez comenzó por mi investigación artística sobre las maneras de facilitar la comprensión de sentimientos y sensaciones”. Mientras que para Aristarán, músico ocasional, son terrenos que siente “bastante separados”. Song nunca sale sin su cámara de fotos, por si capta algo en la calle; aunque al hablar de periodismo se pone seria, y separa bien los tantos de lo que para ella es periodismo de simplemente copiar y pegar data en la web.

Para Sinker, director además del OpenNews/ Knight-Mozilla (programa para difundir la innovación y el desarrollo web de código abierto dentro del periodismo), las diferencias también son claras. Incluso para él que estuvo detrás de la cuenta falsa en Twitter de Rahm Emanuel (alcalde de Chicago y ex jefe de Gabinete de la Casa Blanca para Barack Obama). Lo que escribía generó bastante ruido en el Norte. Una sátira política que, según la publicación de The Atlantic, sumaba actitud, gran amor por su ciudad y un gran ojo para seguir las noticias, y que hasta pudo llegar ser considerado literatura en 140 caracteres. “Mi compromiso como periodista es hacer eso, periodismo –simplifica–. Lo otro era entretenido. Obvio que me impresionó la cantidad de seguidores que tenía, pero tenía bien en claro que era una parodia y trataba de manejarme en ese nivel.”

En Propublica, medio clave para profundizar sobre el tema, recientemente publicaron un artículo que analizaba cómo hasta los videojuegos podían llegar a ser parte de este nuevo nuevo periodismo. Dos ejemplos: el Sweatshop, un “juego de impacto social” en el que, poniéndose el overol digital, los trabajadores de una fábrica deben mantener contento a su empleador; uno podría acceder a las emociones de un laburante junto a los dilemas morales derivados de la explotación. O el simulador Budget Hero para entender lo difícil que puede ser generar el presupuesto de una ciudad. Claro que si metiéramos un poco de anarquía en el medio, tal vez la resolución del juego sería diferente.

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