EL MARPLATENSE ARGEL ANDA A FULL
Con 21 años, es curador, artista plástico, tatuador y... ¡DT!
› Por Santiago Rial Ungaro
Curador de la galería marplatense Le Putit Galerie, artista plástico, ex director técnico de fútbol amateur, flamante padre y tatuador, 21 años. Pedro Argel va a estar tatuando el 28/5 en Cösmiko Galería (10 y 71, La Plata), el 29/5 en el porteño Espacio Tumba (Patio del Liceo) y el 30/5 en Espacio Negra (Concepción Arenal 4288). “Para mí el tatuador es un artista. Vengo de Barrio Libertad, un barrio de casas clonadas levantadas en conjunto a manos de los vecinos, en la periferia marplatense, camino a las sierras”, se presenta este simpático hincha de Alvarado en la semana más gloriosa de sus rivales de Aldosivi.
Desde la piel de sus colegas empezó Pedro a desarrollar su imaginario, entre tierno y tumbero. “Mis tatuajes nacen porque los pibes del barrio me pedían que les tatuara el toro de Alvarado, o que pintáramos murales”, dice Pedro, que tiene un motivo especial que tatúa siempre gratis, El Virgen. “Es una obra de mi amigo y mentor, Juan José Souto, un santo negro vestido de rosa; una figura que ríe y baila y que no es un mártir sino algo así como el ‘hazlo tu mismo’ de los santos. Lo hago gratis como ofrenda, como algo devocional.”
Argel comparte con su amigo escultor Nahuel Agüero la dirección de Le Putit Galerie, una joven galería de arte en la que hace de todo: “Curador, organizador, portero, vocero, lo que haga falta”. Acostumbrado a andar entre poesía experimental, muestras, recitales de jazz, cancelaciones y esporádicos proyectos musicales (“Lo de las bandas es más que nada ruido, presentaciones espontáneas en fiestas o muestras, puro experimento”), Pedro menciona a artistas marplatenses como Mariana Pellejero o Dani Basso, quien junto a J. J. Souto dirigen Mundo Dios, espacio fundamental para el arte contemporáneo en Mar del Plata donde Argel tiene por estos días una muestra de sus obras.
Un poco más sobre los Argel: “Mis abuelos eran chilenos y se tuvieron que exiliar por comunistas en los ‘70. Mis viejos se conocieron, enamoraron y casaron en Batán, un pueblo vecino a Mardel, una comuna de chilenos, italianos y paraguayos donde se dedicaron a trabajar el campo y tratar de pasar desapercibidos”. El propio Pedro es una mezcla explosiva, un jugador polifuncional que supo hacer la secundaria en un Instituto de Economía y Gestión (“Me sirvió para organizarme, pero también para saber quién no quiero ser”) y algunas materias de Filosofía y Letras (“Me ayudó a amigarme con las instituciones y con el saber”).
En paralelo, organiza recitales alternativos o punkies con Toda la Fuerza, una productora que inventó con unas amigas, y espera que la editorial Big Sur publique un libro con sus tatuajes y grabados. Cuenta que se inspira más en tatuar reversiones de pinturas o músicos que en lo que hagan otros tatuadores: “Me interesa cambiar el contexto y acercar esas imágenes a gente que no sabe nada de pintores”. Pero el fútbol es también una de sus inspiraciones: “Mi corazón es de Alvarado, pero de Buenos Aires soy hincha de Independiente: memorizar los planteles del Rojo es como recordar por lista a los pintores de la Die Brücke. Y también fui DT, dirigí a Olimpo de Mar del Plata en un campeonato. Llegamos a cuartos de final pero después no nos dieron el permiso de inscribirnos en el siguiente torneo. Me gusta el fútbol rápido y ofensivo, que mis equipos metan presión”.
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