“Los desafíos los impone la música, que nos lleva a buscar superarnos y hacer discos que representen cada vez más lo que pulsa desde adentro”, suelta Fermín Solana, cantante de Hablan por la Espalda, y explica que siguen probando y tratando de entender el carácter del combo: “Como estamos libres de género, la búsqueda de nuestra voz definitiva es eterna”.

El grupo nacido en Montevideo en 1996, de las mentes de Fermín y su hermano Martín, guitarrista, avanzó cual berserker y vio sus discos publicados en Brasil, Suiza, Alemania y también en Buenos Aires, vía Sniffing Recording Industries, el sello local que sacaba a Restos Fósiles, Delmar, Mofa, Flores del Sol y Amoeba, entre otros. Luego de un EP del que su núcleo duro de fans sigue pidiendo temas, su álbum Hablan por la Espalda (2005) los trajo como hijos pródigos del post-hardcore, entre cambios de ritmo, teclados Hammond y guitarras en reversa a la George Harrison, mezclando influencias diversas como Cock Sparrer, Gorilla Biscuits o MC5.

Su siguiente álbum, Macumba (2009), dividió las aguas. HPLE se abrió a las raíces musicales de su geografía e incorporó tambores, ritmos afrolatinos y el candombe rioplatense. Todo era un reflejo de sus personalidades e ideas, podía entenderse como una maduración, pero era HPLE siguiendo su propia filosofía. En lugar de condicionarlos de algún modo, Fermín piensa que fue al revés, que Macumba les dio más confianza en sus virtudes. “Siempre estuvimos tranquilos de que había mutantes a los que les gustaba o podía gustar la banda, pero con Macumba nos dimos cuenta de que son más de los que creímos. Nuestra idea es llegar a todos los que podamos, y lo mejor es que la apuesta es sin hacer nada que no nos guste a cambio.”

Tras la edición de Celebración (2012), en el que reversionaron temas propios e incluyeron otros que no entraron en Macumba, llegó Sangre, un flamante álbum financiado colectivamente vía Idea.me. La experiencia no sólo les fue reconfortante por haber alcanzado la meta y con eso haber pagado la producción del disco, sino también por haberse sentido queridos: “Me hizo sentir respaldado por la gente que confió, puso su plata y compró de antemano sin preguntar mucho. Eso es un triunfo de Hablan por la Espalda”.

Algunos temas de Sangre se oyen más amigables en comparación con su trabajo más temprano, algunos coros de Cabeza de moto, las vocales arrastradas y melódicas. ¿Cómo lo sintieron?

—Puede ser, aunque igual en el pasado la banda tenía esos contrastes vocales propios del emocore, de voces esquizofrénicas y otras más melódicas también, así que creo que no lo sentimos tan novedoso. Las que sí están menos son las otras, digamos las gritadas, y eso ya viene desde Macumba. Antes me gustaba gritar, ahora me gusta más cantar así. Igual, ayer tocamos en Montevideo, con pila de canciones viejas, y ladré como un perro de playa. Hoy, té con miel.

Los HPLE siempre curtieron el DIY como método para llevar adelante su obra. “Hacemos nuestras propias camisetas con el estampador-serigrafista amigo de siempre, manejamos nuestros eventos y recitales, donde tratamos de incluir productos hechos por amigos, componemos como se nos antoja, manejamos el arte de nuestros discos y producciones, editamos con sellos DIY de varios países. Te diría que la única modificación sería que hemos editado por algún sello que no es independiente, caso Sondor.”

¿Qué fue lo más extraño que escucharon decir al respecto de su viraje musical hacia el candombe?

—Que le copiamos a Los Piojos.

* Viernes 5 (con El Perrodiablo, Sombrero y Las Armas, Bs. As.) y sábado 6 (con Los Rusos Hijos de Puta, Las Bodas Químicas y Androide Mariana) en Festipulenta 24, Salón Pueyrredón, Santa Fe 4560. A las 21.