EL EXTRAñO CASO NARUTO
Parecía la esperanza post Dragon Ball pero no prosperó. Igual, llega la película que le da cierre.
› Por Stephanie Zucarelli
Para arengar la movida del cine de animación japonés en territorio nacional, la película Naruto: The Last llega como alternativa valiente para un público disperso y heterogéneo. La propuesta es el cierre sentimental de la serie Naruto, nacida en 1999 y que propuso un giro fantasioso a las peleas entre clanes ninja, un trasfondo sentimentaloide, alpargatas y toda una genealogía de poderes fantásticos, los cuales es justo decir que superan la acotada lista de comandos dragonballera.
La serie del creador Masashi Kishimoto se postuló como uno de los aspirantes al trono Shonen (género de acción del manga & animé nipón) que Dragon Ball cedió después de su finalización en 1997. Si bien el terreno había quedado aparentemente libre en cuestión de competencia, Naruto generó un fenómeno que no solo despertó desde los fanatismos más acentuados sino hasta los más profundos odios.
Es quizá por esta ambivalencia que Naruto jamás terminó de generar el punto de ebullición que lo dejara salir del nicho y volverse una diva del mainstream en el mercado latinoamericano. Inclusive Cartoon Network difundió la serie de manera acotada sin llegar a ningún punto cúlmine y terminó moviéndola en su programación sin pena ni gloria. En términos de mercadeo, el fenómeno de Dragon Ball no se pudo reproducir con Naruto en Argentina y el animé no se convirtió en la leyenda de ningún chico con muñequitos en serie.
Dragon Ball logró crear tiernas memorias que inspiraban el más profundo amor y Naruto se encontró no sólo con la traba del recuerdo melancólico de Goku, sino con críticos de las tradiciones ninjas en las que la trama pretendía basarse. El público animero también quedó dividido: el mismo fanatismo de la nueva generación teen inspiró ese resentimiento que se genera cuando un pequeño nicho comienza a agrandarse. De cualquier manera, Naruto fue el chivo expiatorio de una transición generacional.
Es por esto que Naruto: The Last, que también decayó en cuestión de números en Japón, es una jugada extraña para su lanzamiento masivo. El público general simplemente no puede estar al tanto de una película que da el cierre a una serie que no terminó de ser transmitida. Aunque esta vez Naruto: The Last llama la atención acerca de cómo la industria argenta decide apostar –aunque sin mucho atino– por uno de los mercados que está huérfano en términos de mercadeo legal.
Quien sepa al fin responder al inmenso nicho de fanáticos de animación japonés en el país, es quien encontrará todas las esferas perdidas que aquel dragón dejó para hacer realidad todos sus deseos.
* Desde el 4/6 en salas de cine del país.
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