Jue 24.09.2015
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TONY ALVA, EL PADRINO

“El skate es revolución”

Anécdotas, conceptos y consejos del pionero.

› Por Facundo Enrique Soler

La joda había arrancado unos años atrás, pero la chispa que encendió la llama se dio en los ‘70. El skateboarding dejaba de ser un jueguito de niños, y un grupo de surfistas sacados del Oeste de Los Angeles tomaba una decisión drástica: surfear olas de cemento en las piletas vacías de las casas. “Por eso nos decían Dogtown, éramos una jauría”, recuerda Tony Alva, primero en animarse a la verticalidad del skate cuando faltaban cinco décadas para que la tabla se transformara en deporte, arte y cultura. La leyenda viva está en Argentina, y recibió al NO en Local antes de realizar una demo para 5000 personas en el skatepark de Costanera, con glorias locales: Javier Bianco, Dario Mattarollo, Chuis Maneiro y otros. Este fin de semana, además será presencia estelar de la 15ª edición del festival de arte TRImarchi en Mar del Plata y el 27/9 hará una demo en el skatepark del Parque Sarmiento cordobés.

Alva está nuevo a sus 58 años. Fibroso, bronceado y con unos dreadlocks simpáticos, no para de repetir con orgullo que está cumpliendo nueve años de sobriedad. “Nada de marihuana ni alcohol. Todos los días son un logro.” Cuando aparecieron él, Stacy Peralta y Jay Adams, los tres skaters más representativos de la primera camada y auténticos amos de Dogtown, se transformaron en rockstars. Acompañados de la gloria y la fama, llegaron los vicios. “Un trago era suficiente y mil no alcanzaban. Mi viejo era alcohólico, llevo esa genética de la dependencia. Pero los mejores años de mi vida fueron los últimos nueve, sobrio.”

Cuando Alva era solo un niño se acercaba a un local de zapatillas en Santa Monica a reclamar que tenían que hacer calzado para skaters. “Ahí conocí a Steve Van Doren, iba a su negocio y cambiaba la zapatilla gastada de patear: por eso usábamos una de cada color”. Ese local fue el primero de Vans y desde entonces, Tony tiene de sponsor a esa marca. “Vi a la empresa en bancarrota y todo el camino hasta que se convirtió en este gigante multibillonario. Ahora somos como una gran familia.”

“Era mejor que todos nosotros sin esforzarse. Era experimental, tomaba riesgos y, sin dudas, su nivel era el más interesante a la hora de mirar”, dice Alva sobre Jay Adams, su hermano de la vida en Dogtown y uno de los skaters más representativos de la historia, entre recaídas con la ley y las drogas. “Hasta el final nos llevamos bien y sé que el día que falleció tuvo una jornada maravillosa de surf en México. Eso me deja tranquilo.”

“Soy el Padrino del skate, sin las armas ni las drogas. Soy el más viejo en actividad, tengo una responsabilidad enorme pero es divertido”, resume sobre su trabajo. “La clave para el skate y todas las disciplinas de la vida es la práctica. No hace la perfección porque nadie es perfecto, pero la práctica hace la constancia y eso es lo que importa. Si te volvés constante, lo harás bien. Si vas a hacer algo por la mitad, sin constancia, no lo hagas.”

A la hora de demostrar cómo patea el skater activo más longevo, todos quedan boquiabiertos. Alva se calza un gorro piluso, hace una reverencia y demuestra toda su técnica desde Dogtown hasta hoy. Clava un 5-0 en el grind de la pool y se escapa surfeando cemento por un costado mientras esquiva a Darío Matarollo antes de que el argentino haga un transfer exquisito. “El skate es una revolución y después es diversión”, había dicho horas antes. Tiene razón.

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