MR. ROBOT, LA SERIE REVELACIóN
En un mundo donde es más cómodo estar en Facebook que en un boliche, un pibe loco y adicto se convierte en un justiciero online a la caza de pedófilos, estafadores y conglomerados mafiosos.
› Por Facundo Enrique Soler
Los tiempos modernos requieren héroes a medida, aunque sean héroes oscuros, retorcidos y poco fiables. Mr. Robot, la serie revelación del año, cuenta la historia de Elliot, un hacker con ansiedad social que se transforma en una especie de paladín cibernético que caza pedófilos y estafadores. Es un pibe solitario que vive en la parte fea de Nueva York y trabaja para una empresa que ofrece seguridad virtual a peces gordos. Todo se transforma cuando se encuentra ante la oportunidad de tirar abajo Evil Corp, uno de esos conglomerados financieros que se dedican a drenar el planeta.
La primera temporada, de diez capítulos, generó sensación en los Estados Unidos durante los últimos meses y llegó a la tevé local a través de Space. Más allá de la adrenalina que muestra las desventuras de Elliot, interpretado por Rami Malek, hay una fuerte crítica a cuanta información personal, vital e importante arrojamos todos los días a nuestras redes sociales. Elliot se mueve por el mundo real como una sombra pero cuando se conecta a Internet se comporta con soltura, porque desde su teléfono puede hackear desde el Tinder de su psiquiatra hasta una cárcel. Con esa facilidad se termina envolviendo con fsociety, una banda de hackers con ambiciosos planes para corromper el orden mundial. También se destaca el rol de Tyrel Wellick, interpretado por Martin Wallström, un gerente joven de Evil Corp con hambre de comerse a los puestos que tiene arriba y unos hábitos misteriosos que llaman la atención. El reflejo ideal de todos esos garcas que torturan a sus empleados por no entregar una tabla Excel a tiempo.
Mr. Robot está plagada de mensajes para la sociedad actual. Hilando fino se encuentran referencias a los seguidores de Anonymous que se calzan la máscara de V de Vendetta, a los planes maquiavélicos de Monsanto, a la constante amenaza de un ataque virtual de parte de China o al riesgo real que representa el cyber-bullying. Y todo teñido con un aura surreal a partir de los pensamientos de Elliot, que además de estar loco, es adicto a la morfina. La idea que plantea el programa puede tomarse como un punto intermedio entre lo que vaticinó George Orwell en 1984 y lo que profesó Ernest Cline en Ready Player One: la tecnología dejó de ser una herramienta más del hombre para transformarse en un terreno habitable. Mientras algunos la utilizan como un accesorio, cada vez más personas se vuelcan a ella y terminan viviendo una realidad virtual. Hoy quizás te sientas incómodo en un boliche, pero cuando te logueás en Facebook, se te pasa.
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