› Por Julio Nusdeo
En los últimos respiros de 2015 hay enriquecedores análisis sobre la situación actual del joven inquieto y crítico, esa oveja negra saltando out of step, una amenaza menor que lucha por ser libre. Tarea compleja en la era de la sobreinformación. Pero los datos están ahí e iluminan desde la indómita Internet combatiendo los ataques informáticos; y germinan en aprendizaje, acción, mandar mano y materializar ideas, necesidades de contar lo que se siente.
Las herramientas para producir y comunicar nunca estuvieron tan al alcance; tu teléfono puede atestiguarlo. El asunto marea al punto de culparse por el tiempo pasado en Twitter o Facebook, pero esos ambientes son fuentes de datos que modifican el escenario, como las fotos de los camiones hidrantes en la marcha por la defensa de la Ley de Medios o la noticia de que la Raspberry Pi Zero (foto) será la primera computadora con un valor al público de 5 dólares para que “el costo no sea una barrera para programar”, en palabras de su director, Eben Upton, el Jason Statham de la nerdeada.
Esas mismas plataformas que suelen generar culpas albergan nutritivas reflexiones sobre el entorno de hacedores en las más variadas disciplinas: dibujantes, animadores, actores, directores, músicos, programadores, personas que eligen transformar creativamente la materia mediante recursos tecnológicos. “Son tiempos de estar más atentos que nunca”, resuelve en su muro de Facebook el director Pablo Parés, uno de los responsables de Daemonium, serie web independiente devenida largo y premiada en Mar del Plata.
Incluso, es tiempo de agudeza para hacedores, despabilados y conscientes del negocio maker global, como del acuerdo de la revista MAKE con DARPA (la agencia militar tecnológica norteamericana) para crear 1000 makerlabs en escuelas de Estados Unidos, y el horror del nacimiento de CARPA, la agencia del Ministerio de Defensa yanqui que investiga las aplicaciones militares del artesanado.
El DIY implica originalmente una crítica sobre la industria del consumo, una contrapropuesta a la estupidización y una reflexión sobre los vínculos con la tecnología. “Ahora lxs makers estamos en el centro de la escena, ya no es una práctica border”, escribe en su muro el hacedor, músico y activista Jorge Crowe. “Hay que reconocer que muchxs estamos en el cruce de nuevos intereses. Si lo que nos interesa es proponer otras maneras de crear y crearnos, tenemos que parar, mirar y mirarnos, y poner en crítica nuestras palabras y prácticas para decidir hacia dónde seguimos y con quiénes”. Y si los tiempos que vienen son oscuros, habrá que tener los ojos bien abiertos y las manos listas.
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