› Por Lola Sasturain
Si el reggaetón es para los latinoamericanos el pan de cada día hace ya más de 10 años y el dubstep emergió de las profundidades del underground londinense hacia el mainstream del mundo entero, la influencia jamaiquina parece ser la gran cuestión de la música bailable del nuevo milenio. Y 2015 fue el año del dancehall. Incorporando elementos de ambos estilos –sí, anglosajones... ¡háganse cargo de que al reggaetón llegaron muy tarde!– y también del R&B, el hip hop y el funk, el definido por Wikipedia como “un reggae con mucho más espacio” es la estrella indiscutida de las pistas, teniendo como mayor exponente comercial al inglés Diplo y sus Major Lazer.
Es la música bailable de las calles de Kingston por antonomasia, pasada por el prisma del gusto de las grandes masas, y su estilo de baile (guarro, de explícitas connotaciones sexuales, con mucho culo y aparentemente libre) es el más solicitado en las academias de danza, incluyendo sus variantes como el femme style (muy de moda hoy, twerkear sobre tacos), que hasta llegó al Bailando por un Sueño.
Toda esta calentura reemplazó a los saltos estériles de la EDM de Guetta y Harris, que reinaban en las pistas antes. Ahora Lean On de Major Lazer (foto) lidera los rankings de Spotify y Youtube. Hotline Bling de Drake (con su tempo dub lento pero infeccioso y su pasito marca registrada) es la canción más versionada del momento, incluyendo Cuando suena el bling, tremenda versión latina hecha por Fuego, en donde cambian “cellphone” por “iPhone”, entre otras magias. Y Justin Bieber se despachó con un disco respetable, Purpose, producido por Diplo y Skrillex, con hitazos de beats enfermos para romperse las rodillas bailando, tales como Sorry, Where Are Ü Now o What Do You Mean?
De este lado del mundo, justo cuando el reggaetón comenzó a modernizarse y ser aceptado por la “gente de bien” –mucho tuvo que ver la reinterpretación anglosajona–, la bachata irrumpió como el nuevo favorito de los fanáticos de bailar frotándose. Con Prince Royce y sobre todo Romeo Santos como sus reyes indiscutidos, este ritmo meloso y cursi originario de República Dominicana tiene poco de reggae o dub pero mucho de bolero, merengue y cumbia romántica, con letras que suelen hablar del amor, infidelidad y “lo prohibido”. A diferencia del dancehall, la bachata es para bailar pegados, ideal para el público latino que extraña los lentos pero igual quiere tirar pasos.
Será que 2015 es un año de transición para el mundo entero, que el sentimiento del fin de una era es palpable, porque la música bailable de este año transpire eso de “a coger que se acaba el mundo”.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux