Jue 25.02.2016
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LAS RAMPONI LA ROMPEN

Risa, purga, territorio

Con canciones bufonescas pero sólidas, el mix de mujeres artistas deja con ganas de más.

› Por Brian Majlin

Si se tomaran una Manaos, un sifón de soda, un pingüino, una botella de tinto y unos panchos, y se los mezclara con colores y sonidos andinos y folclóricos, sumados a un tablón de madera con chicitos, un par de guirnaldas y un “chou” en vivo, el resultado sería una fiesta popular con ubicación incierta en cualquier club social del interior, o del noroeste argentino hacia arriba. Acá, sin embargo, las luces que alumbran las cejas tupidas y las polleras y camisolas andinas de Myrian Cardozo y las Golondrinas del Monte, un hilarante mix humorístico musical folclórico que componen Las Ramponi (Carolina Ferrer, Fiorella Cominetti, Clara Maydana y Julieta Filipini), son reflectores de un teatro porteño.

La propuesta de este grupo conformado hace cinco años, que llevó cuatro de proceso creativo compartido -“Defendemos el trabajo horizontal, colectivo y cooperativo”-, es como una descarga eléctrica que contagia alegría y ganas de bailar. La historia es simple: Myrian llega a la capital con sus Golondrinas del Monte e hilvanan una seguidilla de bagualas, chacareras y otros cantos andinos que descomponen las aventuras de la vida en su pueblo. El resultado, por las inflexiones humorísticas y una notable soltura de las cuatro, sumado a lo sólido de sus canciones, es una propuesta estridente que deja con ganas de más.

El modo de trabajo cooperativo de Las Ramponi es, probablemente, el sello distintivo que las enriquece. La creación está repartida entre fortalezas e improvisaciones individuales y colectivas: todas son multidisciplinarias, su formación va de la actuación a la música, la danza y diferentes variantes artísticas. Las Ramponi traen una noble vocación humorística en pleno malestar generalizado: “Nos interesa el potencial crítico y catártico del humor, pero aún estamos preguntándonos cómo lo definimos o cuál es ‘nuestro’ humor. Estamos probando continuamente: el clown, el bufón y el capocómico son herramientas que utilizamos pero no nos encasillamos, queremos poder meternos en todos los temas y territorios libremente”.

¿La suya es una búsqueda desde adentro hacia afuera?

-Queremos purgar nuestras miserias y reírnos de nosotras y de lo que los demás esperan de nosotras. La única certeza que tenemos hoy es que el humor nos hace bien, porque cada vez que actuamos terminamos un poco más felices.

Hay una delgada línea entre el elogio y la ridiculización de lo popular.

-Sabemos que hay riesgo de que estos personajes sean leídos como una parodia de lo popular, pero esa mirada no nos interesa. Nos enfrentamos a un nuevo proceso reflexivo y crítico que implica ajustar el material. Tenemos un amor brutal por estos personajes, ya que de alguna manera rescatan nuestras historias, historias entrerrianas, de provincia y del Chile marginal. Estos personajes son todo lo que no somos: simples, concretos, resuelven y siguen, se ríen de sus desgracias, son adolescentes llenas de vidas y sin complejos.

* Sábados en el Camarín de Las Musas, Mario Bravo 960. A las 23.

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