Jueves, 26 de mayo de 2016 | Hoy
AGUAS(RE)FUERTES
Por Juan Ignacio Provéndola
”Esperamos algún día ser tratados con el mismo respeto que se le brinda a las bandas extranjeras cuando se presentan en ese estadio”, protestó Chizzo al final del show que La Renga dio el sábado en Pergamino. El grupo quería hacer doble función en el Estadio Ciudad de La Plata, el 9/4 y el 28/5, pero el gobierno bonaerense declinó la autorización.
Una pena para la banda, que se perdió de vender 100 mil entradas a pasitos de Capital Federal. La cifra, curiosamente, equivale a la cantidad de resultados generados por Google cuando se escribe “Incidentes+La+Renga”. La data es diversa: desde la muerte de Miguel Ramírez en 2011, atravesado por una bengala náutica justamente en un show platense, hasta la batahola tandilera del año pasado, cuando la policía detuvo a 24 muchachos sub-26 y divulgó sus nombres, apellidos, edades e incluso domicilios. Uno de ellos, Nicolás Tumminaro, denunció el encarnizamiento con varias selfies en las que se ven 30 perdigonazos sobre su cuerpo.
Mientras Chizzo se quejaba ante el público que aún estaba en el circuito El Panorámico de Pergamino, varios de los que salían para emprender el largo regreso a casa se encontraron con los mismos de siempre: efectivos de distintas fuerzas arremetiendo contra la masa por motivos nunca demasiado aclarados. El caso más resonado fue el del periodista Cristian Blicharski, baleado a gomazos en el pecho y atendido por una vecina que lo socorrió de onda. Varios testigos también señalaron a otro muchacho revolcándose de espasmos en el piso luego de que le rociaran la boca con gas lacrimógeno.
En conferencia de prensa, un subcomisario de la Federal expuso como mérito haber confiscado un kilo de marihuana. Aunque todo en calma, pues los chicos, “a pesar de ser jóvenes, entendieron el operativo”. ¿A pesar de qué? Ningún colega repreguntó. Según el diario El Tiempo, de Pergamino, el jefe de producción del show (del staff de La Renga) “desmintió ataques de la policía al público”. Sin embargo, el hospital de la ciudad relevó 60 atenciones, cuatro con internaciones y dos de suma gravedad.
Llama la atención que el grupo no se expida sobre estos episodios. Ni siquiera sobre la confusa muerte de Ismael Sosa, cuyo cadáver apareció cinco días después del show en Rumipal en enero de 2015. Con Walter Bulacio como paradigma, la represión policial parece tabú entre los referentes del rock local: ningún artista se anima a tirar data, bajar línea, poner los puntos y sentar posición. Como si se animaran a hablar de todos los males, menos de los que suceden en casa. ¿Hasta dónde llega el arrojo y la audacia de la pretendida contraculturalidad? Al igual que Chizzo, su público también desea ser tratado con más respeto.
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