El modo en que King Buzzo metaboliza las preguntas es un espectáculo impredecible. Después de más de 30 años al frente de Melvins y 24 discos publicados, el referente osco y grasiento del sludge metal, piedra ineludible del grunge y mentor de Kurt Cobain, dice que su forma de conectar con la música ahora, a sus 52 años, es casi igual a la de principios de los ‘80, cuando Aberdeen era una ciudad reconocida en Estados Unidos sólo por su alta tasa de asesinatos y él un adolescente pasado en calorías con ganas de escupirle al mundo. “Es algo así como...”, dice mientras revisa dentro de su cabeza recubierta por esa electrizada porra de rulos color ceniza. “Como que toda tu vida puede ser un infierno, podés despertarte revolcándote en la basura y aún así encontrar algo genial.”

Mañana, Melvins sacará Basses Loaded, su álbum número 24, pero eso es algo que a Buzz a esta altura parece no conmoverlo demasiado. “No estoy seguro de que hayamos hecho el mejor disco de nuestras vidas, seguramente no”, opina sobre el nuevo certificado de supervivencia del grupo que comparte hace 33 años con el baterista Dale Crover. “En algún punto nos resulta una tarea titánica grabar un disco, así que el sentimiento es liberador.”

La doble S del título no es un error ortográfico sino un chiste interno que condensa uno de los principales males para Melvins: en sus tres décadas pasaron 12 bajistas, y desde la partida de Kevin Rutmanis en 2005 que no dan con uno estable. Este disco se terminó grabando con seis. “¿Seis? No estoy seguro de cuántos...”, dice Buzz después de un largo silencio. “Muchos de ellos estuvieron dando vueltas por ahí, pero no sé cuántos agarraron en verdad un bajo”. ¿Es tan difícil formar parte del grupo? “Bobadas, ¡somos tipos bastante amables!.”

Basses Loaded refleja el sentido del humor de Melvins, chispeante y oscuro, rudo e impredecible. Ahí todavía coexisten el doom de Black Sabbath y la impostura distorsionada de Black Flag y Flipper, en canciones oscuras que por momentos rozan la parodia: Shaving Cream es una frikiada teatral y mutante, y Planet Disructo un rock rasposo que varía al free jazz en segundos. También hay una versión de Take Me Out To The Ballgame –muy popular en los partidos béisbol en Estados Unidos– y otra de I Want To Tell You, de Los Beatles, con Steve McDonald en bajo, su habitual tercera pata en vivo. “Siempre quise hacer ese tema, soy un gran fan de esos cuatro”, dice sobre la versión. “Revolver, El álbum blanco y Rubber Soul nunca serán superados.”

Uno de los colaboradores más destacados del disco es Krist Novoselic, de Nirvana, que tocó bajo y acordeón en Maybe I Am Amused como resultado de un plan fallido: Dave Grohl, en un rapto de nostalgia, pensó en salir a tocar junto a Melvins y sus ex compañeros de banda algunos temas de Nirvana, pero cuando empezaron los ensayos jamás apareció, así que terminaron grabando casi por descarte. “Supongo que Dave estaría muy ocupado, porque después apareció tocando en esa mierda de los Oscars”, dice Buzz. “Eso no se hace, amigo, no se hace.”

Buzz dice que atraviesa un buen momento de su vida, tocando y jugando golf en sus ratos libres. Si se le menciona a Cobain, que de chico vio un show de Melvins en el estacionamiento de un supermercado y al poco tiempo se convirtió en plomo y chofer de la banda –(“Resultó ser mi tierra prometida, ahí encontré mi verdadera vocación”, escribió Kurt en su diario)–, adquiere un tono paternal. “Es una lástima lo que pasó, era un gran chico y un gran artista”, dice. Después, cuando intenta mirar en perspectiva su carrera, vuelve a ser King Buzzo, el tipo rudo capaz de apretarte los tímpanos con su guitarra. “No pienso mucho en si tengo el lugar que me merezco en toda esta historia, la verdad”, dice. “¿Si soy el pionero del grunge? Todavía sigo muy ocupado viviendo...”