ATRáS HAY TRUENOS SE QUEDó CON EL BRONCE
Con un disco descompuesto y recompuesto en el estudio, los neuquinos festejan su primera década limpiando su obra y dando relieve a las canciones.
› Por Santiago Rial Ungaro
Un perro callejero que se deja montar para llevarte a tu casa al final de la jornada. Una cara que es como un mapa que te lleva a la cima de una montaña. Un lugar secreto donde Ella escondió todos los misterios. Una improbable fábrica de casa abandonadas. Unos ojos que de tan deseados ya dan miedo. De esos fragmentos incomprensibles, esos pedazos de percepción arrancados a la vida por el viento e incrustados en la memoria, esta hecho Bronce, el sorprendente tercer disco de Atrás Hay Truenos.
Si la banda neuquina integrada por Roberto Aleandri, Diego Martínez, Ignacio Mases y Héctor Zuñiga logró en sus discos y en sus vibrantes shows darle forma a una personalidad inconfundible, la idea ahora fue animarse a cambiar de piel. Diego: “Teníamos los temas armados pero cuando nos metimos en Ion empezamos a buscar más matices, separando un poco el rock de la canción, empujándonos a ir a un lugar nuevo”.
La elección como co-productor de Juan Cruz Palacios (del sello Yoconvosdiscos) tuvo esa intención: Diego: “Nos gusta la forma en que trabaja los sonidos, medio deconstructivista; nosotros siempre nos imaginamos la música desde el sonido, no desde un lado académico”. Durante sus cuatro días en Ion, Atrás Hay Truenos decidió experimentar y hacer distintas versiones de las canciones: más lentas, más rápidas, acústicas. “En un momento sentimos que teníamos el disco en un mes, pero después empezamos a darnos cuenta de que había mucho para hacer”, admite Roberto.
“La sensación era que no íbamos a terminar nunca: hicimos muchas sobregrabaciones de voces, guitarras y teclados, y muchas mezclas, al punto de que estamos pensando en hacer una versión de remixes del disco. Fue frustrante, por momentos, porque hubo cosas que probamos que no funcionaron, pero nos dimos el gusto de experimentar todo lo que quisimos”, sigue Aleandri.
Fue, también, la primera vez que se animaron a componer durante la grabación del disco: “Fue un proceso muy orgánico, con todos aportando ideas: desde grabar toda una canción y después desgrabarla y armarla de nuevo de cero, como en el caso de Euro, que antes era otra canción que se llamaba Viento del Este, que no nos gustaba mucho cómo había quedado”.
Es que, más allá de los cambios en su sonido, que les dan mayor relieve a las letras y las canciones, el paisaje neuquino y la sensación de desarraigo siguen presentes en la música de los Truenos. Como en Euro, el reino de tu amor, que no hace referencia a la fluctuante moneda de la Comunidad Europea sino al desquiciante y patagónico viento del Este. En ese tema, que tiene como invitada a Rosario Bléfari, ese desarraigo más orgulloso que nostálgico, que incluye la distancia y ese ida y vuelta permanente, toma carácter épico aunque intimista: “Le pertenezco, el viento es mi dueño. Voy donde me lleva, soy como la arena: vivo esperando lo inesperado”, cantan en una oda al amor eólico.
El paisaje desértico de la meseta patagónica, con sus fósiles y restos de comunidades mapuches originarias y la densidad de la coyuntura petrolera están presentes en Bronce, que toma su título de una de las canciones en las que sintetizan sus primeros 10 años de vida comunitaria: “Todo está grabado en bronce, no lo vamos a olvidar. Somos metales aleados, no lo vamos a olvidar”. Cierra Roberto: “Nacimos y crecimos en Neuquén, eso es lo que nos formó: aunque al vivir acá tengamos acceso a un montón de información nueva nada va a cambiar el haber sido un espermatozoide neuquino”.
* Jueves 15/9 en Caras y Caretas 2037, Sarmiento 2037. A las 20.
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