AGUAS(RE)FUERTES
› Por Luis Paz
Entonces el Presidente sale y anuncia que claro que sería “más allá de toda la reflexión que tenga que hacer la Justicia en la investigación”, que no le compete, pero que “si no hay riesgo de fuga” y si el carnicero autojusticiero “es un ciudadano sano, querido”, bueno, entonces “debería estar con su familia tranquilo, tratando de reflexionar”. Por la insignia que carga y por contexto, no es delirante hallar ahí y en su réplica callejera cierta propensión a descriminalizar la justicia por mano propia.
El más normalizado en el mundo no es el más sano ni limpio dispositivo de justicia, ¿pero cuál hay mejor? Todos esas nociones nobles de leyes, juzgados, pruebas e inocencia predeterminada, echadas a perder por la impericia, la codicia y la soretez humana. Sí, pero mientras no haya un cataclismo global, que vivan GTA V y Fallout 4, pero la injusticia no puede ser resuelta con un lanzallamas.
En todo caso aquello terminará siendo anecdótico en tres, dos, uno, empaquetado junto al portero abusador, el samurai cordobés, el odontólogo femicida, pares ordenados del bandidaje y el justicierismo locales. Pero el debate persiste y es elocuente que la legitimación de la venganza cuentapropista ocupe tanto más que la imposición de una descriminalización fáctica y total mucho menos nociva, violenta y tendiente no a aumentar los daños sino a reducirlos. Según la estadística y el rating, hoy por hoy sería más correcto y ciudadano proponer plomo para el que roba o mata en una charla con el médico clínico que poder aclararle a su pregunta que uno no fuma cigarrillos pero sí marihuana.
¿Cómo se llegó a eso? Un poco explicó el investigador Emilio Ruchansky en la entrevista del NO pasado, otro está en las subtramas de Narcos y el resto es explicado y documentado en otras piezas Netflix como La cultura del porro o La marihuana medicinal. Cuando hace más de 60 años Howard Becker hizo un acercamiento sociológico al uso del cannabis, bajado en el elemental y ahora traducido Cómo fumar marihuana y tener un buen viaje (Siglo Veintiuno), para el futuro del fumatismo se podían vislumbrar entendimiento, ecología y ascensión. Ahora lo que vemos es a un pibe escrachado en una cola para comprarle un 25 a un tranza armado en una villa del gran Rosario junto a una encuesta que aproxima que dos de cada cinco personas vindican matar al que te ataca. La necesitada de una reducción de daños es la salud pública.
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