LA BANDA QUE NUNCA VAS A ESCUCHAR
› Por Javier Aguirre
La muerte es buena, al menos para el rock; o, en todo caso, al menos para la industria musical. Basta con comparar números: la obra discográfica de finados como John Lennon, Jimi Hendrix, Kurt Cobain, Luca Prodan o Freddie Mercury vende bien; mientras nadie acepta ni regalados los discos de artistas que están vivitos y coleando, como Ramón Pendón, Juanca Wasmosy, Christian Faso, Román Pezzoli o Hembrita Ponce. Las pruebas son concluyentes: el comprador de música prefiere a cualquier rocker muerto y enterrado antes que a un rocker pujante y lozano.
Tal vez así se explique lo que ocurrió con Malo Grado, el cantautor catamarqueño cuya magra obra resultó intrascendente hasta el mismo día de su absurda muerte (un piano cayó sobre su cabeza mientras iba a una fiesta de disfraces vestido de la Pantera Rosa). El mismo día de su velatorio, todas las radios de su provincia se hicieron eco de su obra, lo convirtieron en mártir e icono, y hoy es uno de los grandes vendedores de discos en las cadenas de disquerías de Chilecito, Vichigasta, Comandante Leal, Los Aguirres, La Mejicana y otras rockerísimas localidades de Catamarca. Así de rápida de reflejos es la industria musical.
En vida, Malo Grado apenas si grabó un puñado de zapadas low fi en peñas sin luz eléctrica ni vida humana; sin embargo, en los primeros cinco meses posteriores a su lamentable deceso (un piano cayó sobre su cabeza mientras iba a una fiesta de disfraces vestido de la Pantera Rosa), el sello Cut & Marca Records editó una antología de cinco CDs, varios compilados, dos DVDs, ocho discos en vivo, uno de lados B, uno de rarezas, uno de demos, uno acústico, dos de remixes, uno sinfónico –por la Filarmónica Barrionuevo–, un Bossa’n’Malo Grado, y hasta un álbum-tributo en el que participan Tabaquito Marroquí, Julieta Banega, Claudio Basso, de Operación Triunfo; el Contepomi Trío y los Hanson. Para colmo, la prensa le hace el juego a la industria y pretende hallar cada una de las escasísimas canciones de Malo –desde Fiesta sexual de las mulitas o Fideos con pesto hasta la instrumental Sin título– toda clase de alusiones a su horrible y espantosa defunción (¡un piano cayó sobre su cabeza mientras iba a una fiesta de disfraces vestido de la Pantera Rosa!). Así es fácil construir un mito.
* Cualquier similitud con la realidad, es pura leyenda.
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