LA VERDADERA HISTORIA DE FRANZ FERDINAND
› Por Santiago Rial Ungaro
“¡Sofía, Sofía, no te mueras! ¡Debes vivir por nuestros hijos!”, dijo Franz Ferdinand de Habsburgo antes de morir. Sofía Chotek von Cotkova und Wognin (buen nombre para una banda de rock sinfónico), mujer del último de los Habsburgos, murió también el 28 de junio de 1914, en Bosnia, Sarajevo. El atentado le ponía un punto final a su historia de amor. Franz Ferdinand se había enamorado de Sofía, apenas una checa de la baja nobleza y se casó con ella en 1900, a cambio de que fuera un casamiento morganático: que Sofía y sus herederos quedaban excluidos de la línea de sucesión.
Buscando escapar a las tediosas convenciones protocolares, el archiduque llevó a Sofía a Sarajevo, donde la pareja pudo disfrutar de un poco intimidad mientras Franz inspeccionaba sus tropas. Sarajevo no era entonces (tampoco es ahora) el lugar ideal para una luna de miel. Con la idea de mostrar su poderío político, en 1878 el Imperio había aprovechado el Tratado de Berlín para anexar los dominios de Bosnia-Herzegovina, antes bajo el dominio de Turquía, que había perdido la guerra con Rusia. Para el Imperio Austro-Húngaro, los Balcanes terminaron siendo una maldición: además de los turcos (que habían sido indemnizados), en esa zona también estaban los croatas y los serbios, llenos de fantasías nacionalistas.
Mientras Franz vivía su errático romance con Sofía, un grupo de terroristas serbios, conocido como La Mano Negra (que no era liderada por ningún ancestro de Manu Chao), exigía a sus miembros un curioso acto de admisión: “Juro por Dios, mi honor y por mi vida que me llevaré todos los secretos de esta organización a la tumba conmigo”. De hecho, Gavrilo Princip, el asesino de la pareja, cumplió su palabra. De poco sirvió: pronto el Imperio Austro-Húngaro le declaró (sin consultarle a Alemania) la guerra a Serbia, que enseguida buscó la protección de Rusia. Cuando la violencia empieza, no se sabe cómo termina: el juego de la guerra de los Estados modernos daría como resultado 10 millones de muertos, la caída de las dinastías de Habsburgo en Viena y Hohenzollern en Berlín, el fin de Serbia, el comienzo de la primera “Guerra Mundial” (no se le dijo Primera hasta que no existió la Segunda) y odios ancestrales que aún arden... En tanto que Franz Ferdinand, los reyes del pop de Glasgow, serían una de las bandas más simpáticas de lo que queda del mundo.
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