Jue 28.09.2006
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IGGY POP MOSTRO LO SUYO

La leyenda continúa

› Por Roque Casciero

“Apenas salimos, sentimos la buena vibración de la gente, por eso fue un show tan especial”, le dijo Ron Asheton, guitarrista de los Stooges al NO, en el exclusivo “After show party”, después del incendiario concierto del cuarteto de Detroit. Iggy Pop nunca dejó traslucir el hecho de que tiene 59 años: saltó y bailó como un enajenado, cantó mejor que nunca, mostró el culo, se bancó los gargajos, se tiró dos veces al público e hizo subir a un montón de fans al escenario. Cuando terminó el show del viernes, el cantante estaba agotado, pero feliz por la respuesta de la gente. Así y todo hizo una entrevista, y recibió a un amigo brasileño que fue a visitarlo con sus dos hijos. Mientras, el resto de la banda se relajaba en los sillones de un cómodo camarín improvisado en un gimnasio del club Ciudad de Buenos Aires. Los hermanos Asheton (Scott es el baterista) y el bajista Mike Watt, ex Minutemen, ofrecían cerveza a sus pocos invitados, firmaban autógrafos (Ron, todo un caballero, guarda un marcador negro y uno plateado en su campera camuflada) y elogiaba las pizzas argentinas (“Son bien crujientes, como se debe”). Cuando terminó con sus “obligaciones”, la Iguana se cruzó en los pasillos con Walas, quien lucía una remera de I’m Sick of You, un EP semipirata de los Stooges. “Al principio charlamos un poco y me firmó unos vinilos, pero no me daba mucha bola”, le contó el cantante de Massacre a este suplemento. “Cuando le dijeron que yo había sido su telonero cambió su actitud y tuvimos un diálogo más de colegas: se quejó porque el camarín quedaba muy lejos del escenario, cosas así. Después nos pidieron hacer una foto juntos y él me dio un abrazo muy paternal y me emocionó mucho, porque pensé que él tiene un hijo de mi edad. Pero, la verdad, recién al día siguiente caí en que había conocido a una leyenda, a un sobreviviente del rock.” En los dos días y medio que estuvieron en Buenos Aires, los Stooges dedicaron buena parte del tiempo a descansar de un vuelo (primero) y un concierto (después) agotadores. Y sólo abandonaron el hotel para irse a Ezeiza. En la puerta los esperaban algunos fans que, además del consabido pedido de autógrafos, le regalaron a Iggy una remera rosa con la célebre foto en la que está junto a Lou Reed y David Bowie. Y no debieron esforzarse demasiado para que los Stooges juraran que iban a volver.

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