SOBRE RAUL Y ENRIQUE GONZALEZ TUÑON
Los parientes
Cada vez que Diego vuelve a su casa desde el centro, pasa por un local del Partido Comunista en Colegiales donde funciona una biblioteca popular que lleva el nombre de Raúl González Tuñón, su tío abuelo (foto abajo). “Me da un poco de satisfacción tener un poco de sangre zurda combativa... Pero fuera de eso, lo que te puedo decir es mentira, porque no tuve ningún contacto personal con él. Tengo apenas un recuerdo fantasmagórico de haber estado en una casa con él, pero creo que es más una fantasía que una realidad, porque yo tendría dos o tres años. Siempre estoy a punto de leer la obra de Raúl más seriamente, volverme un experto, y lamento que me hayan hecho esta nota sin leer sus libros. Pero, en definitiva, es la verdad. Para mí la poesía es algo inacabado. Es como el teatro: no me conmueve.”
Cuando era chico, Diego leyó los cuentos de Juancito Caminador (un personaje inventado por RGT, traducción de Johnnie Walker) y La veleta y la antena. Pero no se sintió especialmente conmovido. “Después, con el tiempo, me fui cruzando con situaciones como que Borges lo respete, lo cual me pareció palabras mayores porque siempre me gustó mucho su obra. Y por otro lado me encuentro con que Osvaldo Lamborghini lo detesta, lo cual me causa mucha gracia. Yo soy medio fan de Lamborghini, a pesar de su poca obra. El le critica que haya sido de izquierda y haya transado con el peronismo, lo cual me parece bastante detestable. Y a los 20, cuando estaba en la UBA, me compré los cuentos de Enrique, que me gustaron mucho más. Enrique era trotskista y después se transformó en anarquista. Un borracho perdido, de puerto. Y tiene todas esas historias de puerto y putas que está muy bien. De todos modos no me parece literatura acabada.”
Nota madre
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