Pese a la distancia, la Argentina no está tan lejos del Caribe, ni del fenómeno del reggaetón. Obviando los compilados truchos armados para fiestas, El Abayarde, de Tego Calderón, se convirtió en la primera producción formal del ritmo de la sandunga editada en el país. A partir de entonces, nombres como Don Omar (que visitó a Maradona en La noche del 10), Luny Tunes, Héctor & Tito y Baby Rasta & Gringo se dejaron ver en las bateas de las principales cadenas de disquerías nacionales. Sin embargo, fue Daddy Yankee, con el trillado himno Gasolina, quien dio la bienvenida al género en el dial local, secundado por el súper hit Atreve te-té, de Calle 13, y luego por sencillos como Rakatá, de Wisin & Yandel (acá lanzarán próximamente el álbum Pa’l mundo First Class Delivery).

Si bien las colectividades peruana y boliviana residentes en Buenos Aires fueron las primeras en adoptar el reggaetón como soundtrack, paulatinamente éste fue captado por el público cumbiero y luego por el resto de la sociedad, aunque con cierta resistencia en algunos sectores, hasta llegar al hip hop. Pero no hay fiesta en la que no pasen un reggaetón y se encienda el perreo (nombre del baile), e incluso tiene ya su propio punto de encuentro: Zizek, celebración que se ofrece los miércoles en la discoteca Niceto Club. Mostrando antagonismos con la audiencia más radical del hip hop, también tiene sus exponentes locales. Todavía no existe un desarrollo artístico nacional del género. Sin embargo, deslumbran exponentes claramente abocados hacia él como Trova D y otros más híbridos como Princesa, Fidel Nadal y hasta Actitud María Marta (ver página 4) o el DJ Villa Diamante.