Proceso de admisión

Paul Weitz es un director desparejo capaz de ofrecer algunas películas auténticas y sensibles (Un gran chico, casi una obra maestra en ese rubro), otras interesantes (American Pie, una incursión en el mundo de la adolescencia notable para su época) y otras comedias por encargo apenas aceptables (Los pequeños Focker). Admission –estreno directo a DVD, no pasó por los cines– no es para volverse locos pero es de las buenas, en gran medida gracias a sus dos protagonistas, Tina Fey (recién salida de 30 rock), Paul Rudd y Michael Sheen. Ella, integrante del equipo de admisiones de elite de la Universidad de Princeton, viaja a una granja-escuela en New Hampshire para entrevistar a un candidato. Allí, al reencontrarse con un ex compañero de facultad que hoy enseña en la escuela (Rudd), vuelve a su memoria el bebé que dio en adopción, y que hoy podría ser cualquiera de los alumnos. Entonces aparece un chico brillante, un prodigio con un entorno complicado (Nat Wolff), que pretende aplicar para Princeton, y lo que sigue, mejor verlo.

Hannah Arendt

Aunque Margarethe von Trotta (conocida por el público argentino local por películas como Las hermanas alemanas y Rosa Luxemburgo) consigue sacudirse de encima rápidamente las taras de biopic promedio a la hora de abordar a la filósofa alemana, la acecha un problema casi inevitable que no siempre consigue cómo eludir y resolver: representar en términos cinematográficos el pensamiento de la biografiada sin incurrir en inflexibles secuencias de sopor academicista. Hecha la objeción, vale decir que es una película valiosa, centrada en los años que van de 1961 a 1964, durante los que Arendt cubrió el juicio del Estado de Israel contra el criminal nazi Adolf Eichmann, evento tras el cual escribió su volumen Eichmann en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal. Gran interpretación de Barbara Sukowa, actriz fetiche de la directora.