FAN › UNA ARTISTA PLáSTICA ELIGE SU OBRA FAVORITA: SILVANA LACARRA Y CAMBIO DE PAPELES, DE MARINA ABRAMOVIC´
› Por Silvana Lacarra
Hay una performance de 1975 de Marina Abramovic´ que me interesa muchísimo. No sé si diría que es mi obra favorita, ni en general, ni en la trayectoria de Abramovic´ en particular, pero sí sé que esa pieza, para mí, materializa y hace evidentes los límites de mi propio trabajo. Porque Marina hace eso que yo no podría hacer nunca: indagar o explorar esos extremos más feroces que todos tenemos. Conocí su obra por recomendación de Guillermo Kuitca, pero la vi por primera vez expuesta cuando hice un viaje a Berlín, no me acuerdo bien si en el ‘95 o en el ‘97. Siempre me provocó curiosidad y cierta admiración, precisamente porque ella podía hacer eso que yo no: su material de trabajo es su propio cuerpo, y eso es algo que yo no podría hacer nunca. Esta performance me vino enseguida a la mente porque materializa los límites de mi trabajo. Eso de indagar en el propio estado psicológico, en esos estados más feroces que todos tenemos, mostrar la propia brutalidad, interviniendo en el universo emotivo y afectivo tanto de uno como del espectador de modo tan directo. A mí me da miedo la idea de mostrar mi propia brutalidad. Yo trabajo con formas abstractas, con un cierto ascetismo, con economía; con un material externo, frío, como es la fórmica –que es ajena y desconocida a mi cuerpo–, y eso me permite sentirme, no sé, protegida. Marina, en cambio, usa como material su propio cuerpo y esa exposición constante me genera al mismo tiempo una profunda admiración y un profundo miedo. ¿Cómo se separa, cómo se establece una distinción entre lo privado y lo público; entre vida y obra, entre biografía y objeto de arte, si el arte se lleva y se hace sobre y desde el cuerpo? Lo que hace Marina no es alterar un objeto frío sino que trabaja con su propia cotidianidad.
La obra se llama Cambio de papeles, y ella, cuando cumple diez años como artista, decide celebrarlo haciendo un cambio de rol con otra persona durante un día –creo que fue un día, no estoy segura– y elige a una prostituta que también estuviera cumpliendo diez años en su profesión. Marina toma su lugar en el prostíbulo y se pasa ahí el día, y la prostituta pasa el día en la galería que representaba a Marina, siendo Marina. Cada una hace de la otra. Lo que a mí me impacta de esta obra es lo brutal de exponerse a esa experiencia de estar ahí, en la ventana, como la vemos en las fotos, esperando que pase algún hombre que le pagará por sus servicios. Que, por supuesto, es una situación análoga, al trabajo de una performance artist. Son mujeres que se ganan la vida exhibiendo, ofreciendo sus propios cuerpos para satisfacer el deseo del cliente; mujeres que ejercen profesiones o actividades donde el material de trabajo es el propio cuerpo.
Lo que yo hago con mi obra es exigirle a un material hasta el máximo de sus límites, e incluso pedirle que se supere. ¿Cuánta curva resiste la fórmica antes de quebrarse? Y creo que eso mismo es lo que se plantea Marina con su propio cuerpo. Marina es una artista que hace su trabajo inscribiéndolo sobre su propio cuerpo y lo lleva al extremo, lo lleva a lugares excesivos.
Creo que por ahí es ese punto, donde está la analogía entre el trabajo excesivo de Marina y mi trabajo, tan controlado y minimalista. Ahí hay para mí un punto de encuentro y una diferencia extrema a la vez entre lo que yo hago y la obra de Marina. En esa violencia que ejercemos sobre nuestros materiales de trabajo.
Testimonio recogido mediante entrevista con Silvana Lacarra, que este mes participa en Bale Latina, Basilea, Zurich.
Este es el texto con el que la propia Marina Abramovic´ describió su instalación Cambio de papeles (De Appel Gallery, Barrio Chino, Amsterdam, 1975): “Busco una mujer que haya trabajado diez años como prostituta. En ese momento he cumplido diez años como artista. Le propongo cambiar papeles. Acepta. La mujer me sustituye en mi inauguración en la galería De Appel de Amsterdam. Al mismo tiempo yo me siento en su lugar, en su escaparate del barrio de Amsterdam. Ambas nos responsabilizamos plenamente de nuestros papeles”.
Marina Abramovic´ (Belgrado, 1946) ha sido una pionera de la performance como arte visual, con el cuerpo como sujeto y medio de expresión. Aunque comenzó su obra en los años ‘60 en Yugoslavia, es a comienzos de la década siguiente que profundiza en el campo de las instalaciones visuales y sonoras. En su ficha biográfica en el site oficial del museo Guggenheim, se consigna que “los parámetros de sus primeros trabajos estaban determinados por su resistencia”, que en su obra exploró “los límites físicos y mentales de su ser, soportando el dolor, el agotamiento, y el peligro” en una “búsqueda de transformación”. Más recientemente, Abramovic´ dio una conferencia titulada “El nuevo cuerpo entre el arte y la moda”, interesada en pensar “las nuevas e imaginativas formas que presentará nuestro cuerpo en el siglo XXI”.
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