Dom 27.09.2015
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COMER EN TRES FRANJAS DE PRECIOS

› Por Sebastián Laffaye

LUJO CON HISTORIA

La Cabaña cumplió 80 años. Por sus antiguas mesas de Entre Ríos al 400 desfilaron tanto lo más granado de la farándula vernácula como una buena parte de los visitantes ilustres de paso por la ciudad. El lugar nació en septiembre de 1935, de la mano de Don Francisco Lapietra, y con los años se convirtió en una marca emblemática de la gastronomía cárnica porteña.

Avatares del destino, en 1996 el local original cerró, se sucedieron varios cambios de mano y alguna reapertura, hasta que, hace un par de años reabrió sus puertas en Puerto Madero, en un imponente local con vistas al Puente de la Mujer. La ambientación abunda en maderas nobles, arañas de hierro y cuero, un ambiente señorial que incluso se traslada a los pasillos de acceso a los baños, decorados con ilustraciones de los grandes campeones de Palermo (como se llamaba a la exposición de la Rural décadas atrás).

Si bien es posible elegir minutas o platos de cocina, resulta casi obligatorio ir por los cortes de Aberdeen Angus a las brasas, raza elegida por la consistencia y calidad de sus carnes. Por ejemplo, comenzar por la rueda de achuras ($325 para dos), servidas deliciosas y, detalle no menor, con los cuchillos de filo adecuados.

La variedad de clásicos es la usual (entraña, bife de lomo, vacío) y salen en el punto pedido, pero la especialidad de la casa son los cortes grandes, para dos personas, de casi 1kg de peso cada uno: entre ellos, el Gran Baby Beef ($749, con guarnición de vegetales y papa souffle), impactante bife sólo apto para los que disfrutan de las carnes bien jugosas. Otro punto alto es el asado especial del centro ($398), servido jugoso pero no sangrante, como corresponde. Vinos de bodegas clásicas a precios algo elevados.

Los mediodías, de lunes a viernes, hay un menú a $250 (principal, postre, café Nespresso y copa de vino) que permite disfrutar del ambiente a un precio módico. Por la noche, en cambio, es ideal para una cena íntima o una reunión de negocios, recordando un pedazo de aquel Buenos Aires que ya no existe.

La Cabaña queda en Alicia Moreau de Justo 380. Teléfono: 4314–3710. Horario de atención: todos los días de 11.30 a 1.00.


POPULAR Y PERUANO

Casi escondido donde Once se va transformando en la Corrientes de los teatros, hace cuatro años abrió sus puertas Nikkei 2020, un peruano con aires japoneses y precios populares. Eduardo Flores, limeño de nacimiento y porteño por crianza, es alma máter de este sencillo boliche sin grandes pretensiones estéticas pero con mucha presencia de la comunidad.

La carta tiene una sección dedicada al sushi con cierto acento latinoamericano en boga en estos tiempos (ingredientes poco tradicionales como queso andino o salsa huancaína), aunque se recomienda ir directamente por las opciones netamente peruanas para aprovechar la muy buena sazón de Flores.

Se puede comenzar por un pulpo al olivo ($80, con una suave salsa de aceitunas negras) o por una causa marina rellena de salmón ($100, suerte de puré de papa amarilla condimentada con ají y limón). Por supuesto que también hay ceviches varios, todos con el picante aparte para agregar a gusto del comensal.

Los platos principales incluyen los ya conocidos arroz chaufa, lomo saltado y otros clásicos de la cocina peruana en Argentina. Pero también hay otros manjares menos conocidos, aprovechando la buena mano de Flores para la cocina, como el tacu tacu (un pastel de arroz y frijoles, antiguamente manjar exclusivo de los hogares, que aquí se sirve coronado con una brochette de pulpo y salsa anticuchera a $150). O una contundente parihuela, caldo de tonalidad rojiza a base de mariscos, pescado y ajíes.

Los mediodías, hay una serie de opciones baratísimas, que por $50 resultan prácticamente imbatibles. Incluyen siempre una buena dosis de arroz que se acompaña con alguna proteína animal: pollo al siyao (una salsa de soja a la usanza peruana), un picante de carne, algún cau (mondongo en salsa de palillo y papas), todos platos sencillos y contundentes.

Carta de vinos básica y algún que otro postre completan las opciones en este reducto que, cerca pero retirado de la Corrientes que nunca duerme, es siempre una buena opción para escapar a la consabida pizza del barrio.

Nikkei 2020 queda en Lavalle 2020. Teléfono: 4953–9871. Horario de atención: lunes de sábados de 12 a 16 y de 20 al cierre; domingos de 12 a 16.


BODEGON HISPANO PORTEÑO

O’toxo es un arbusto de llamativas flores amarillas que crece a largo y ancho de Galicia. De esa planta, hoy en día una plaga en los campos gallegos, toma su nombre este bodegón detenido en el tiempo, que desde hace casi un cuarto de siglo sirve comida hispano argentina. Y que a la luz de su salón colmado de lunes a domingo, cuenta con el visto bueno de fieles que consumen grandes cazuelas de mariscos, arroces, pescados, natillas y un largo etcétera que se completa con los pizarrones de las paredes.

Manteles de tela, un par de escudos de armas de la región en las paredes, mozos con mucho y oficio y los comensales de toda la vida completan el cuadro. La carta es un largo paseo por todos los clásicos de este tipo de reductos, que rinden culto a la gastronomía hispano porteña. Para comenzar, muy recomendables los boquerones ($65), que salen en una porción abundante, acompañados de tomate en rodajas y aceitunas verdes. Otras buenas opciones son los langostinos al ajillo ($120), grandes y carnosos, con una salsita que pide a gritos un pedazo de pan crocante. Cada tanto, y sólo para intrépidos, en las paredes anuncian caracoles a la Bordalesa ($125), en un enorme fuentón, para 2 o 3 personas. Si bien paellas y cazuelas de mariscos son lo más pedido de la cocina, lo mejor son los pescados ($100 a $150, los reciben frescos dos veces por semana de Mar del Plata), que salen con el punto correcto, ya sea enteros (ideal) o en filet. La oferta dependerá de las capturas: por suerte, los mozos saben recomendar. Si hay, imperdibles el abadejo, besugo y corvina, esta última para compartir entre dos con buen apetito.

De postre hay natillas, flanes, frutillas con crema ahora que es temporada. Pero las palmas se la lleva la leche frita ($35), servida con un generoso copete de crema. Buena variedad de vinos tradicionales a precios módicos.

A O’Toxo no se va en busca de florituras ni modernidades; en cambio, se viene a comer como se hizo siempre, en un ambiente estático en el tiempo. Una fórmula que funciona por donde se la mire.

O’Toxo queda en Belgrano 1825. Teléfono: 4372–5182. Horario de atención: lunes a domingos de 12 a 16; lunes a sábado de 20 al cierre.


Fotos: Pablo Mehanna

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