SALí
› Por Cecilia Sosa
Tan pequeño y encantador como una casa de muñecas. Nina, un paraíso de delicias caseras donde reinan las lámparas antiguas, el empapelado rococó, las cajitas de música con bailarina, la brillantina, las mariposas, los corazones, muñecas antiguas y los más delicados jarrones de la abuela.
La creadora de todo es Nina, 24 años, actriz, flequillo rubio y todo modernidad. Ella cocina según las recetas de su abuelo, especialista en sandwiches italianos, y los dulces de mamá repostera. Todo se sirve al viejo estilo romántico, en hermosas tazas antiguas inglesas, francesas, recolectadas de casamientos de abuelas y mercados de pulgas que engalanan pequeñas mesitas y sillas blancas pintadas a mano donde se leen deseos solo tal vez incumplidos: “¿Y si lo beso?”.
Entre fotos casi sacrílegas de Marilyn, De Niro o Pacino; y bajo la atenta mirada de E.T., Nina ofrece idílicos desayunos y meriendas: Mimoso, El de siempre, o Mi capricho que llega con degustación completa de la pastelería más golosa. Y claro, tostadas de pan de campo, dulces, quesos, yogures, cereales, frutas o huevos revueltos. Todo para acompañar el exquisito café con leche en taza de Heidi, un té inglés, batido o una limonada casera.
Para el mediodía, ofrece una infinidad de tartas caserísimas y sandwiches (imperdible el de salmón y palta) que llegan acompañados de papines salteados con romero. Además, ensaladas con nombres de flores, picadas tan exuberantes como glamorosas, y sopas crema caseras para empezar a añorar el invierno.
A toda hora el enorme mostrador de Nina (blanquísimo y pura coquetería) tienta con campanas que guardan irresistibles alfajores de maicena, muffins y tartas de crema peparadas por Nina, según secretas recetas familiares.
La visita al baño es el mejor paseo. Playmobil pescador para la puerta de ellos; Pequeño pony fucsia para la de ellas. Figuritas de Frutillitas y más (¡sí, más!) corazones y pequeña cartelera para dejar huellas. “Me dan ganas de mirarte ahí” o “me gustan las besadoras decididas”.
¿Una mala? Del 22 al 28 de enero, Nina se toma vacaciones.
Nina queda en Humboldt 1732. Abre de lunes a lunes de 8 a 20, 4899-1800.
En una vieja fábrica de pastas de Villa Crespo abrió Salgado, un pequeño comedor-almacén de paredes y baldosas celestes como el cielo, antiguas heladeras de impecable blanco, mesas blanco net, individuales de colores, copas retro y servilleteros metálicos como los de antes, pingüinos amarillos y nacarados y baños con pececitos de madera; en fin, la más encantadora combinación de tradición y pizcas de modernidad soft.
En Velasco y Aráoz un divino salón con aire acondicionado y mesitas en la calle (sólo opacadas por la fiebre de colectivos) reciben al paseante con comida caserísima y precios que no podrían ser más amistosos. ¿Ejemplo? El plato del día: un delicioso salteado de verduras y pollo con bebida incluida se clava en los 9 pesos.
¿La especialidad de la casa? En todo respetuosa de la tradición: pastas caseras. Riquísimos los ravioles de calabaza, los sorrentinos de jamón y queso y los varénikes de papa. Las opciones, que se promocionan en pizarra, vienen con abundantes salsas y desde el menú se sugiere acompañarlas con porción de albóndigas caseras. ¿Otro inmperdible? La tortilla de papa y cebolla, un verdadero primor. También gana la media calabaza al horno rellena y las enormes milanesas. Las ensaladas son las más grandes del mundo. Hay de todos los gustos y viene en simpático bol para comer así y no pasan de 7 pesos.
Aunque Salgado parezca antiguo, su dueño no lo es: Esteban Salgado, 31 años y voluntad para conspirar contra toda tendencia. Las noches de sábado, Salgado prende las velas y recibe con menú especial. Pero como buen almacén todos los días prepara las mejores conservas caseras: tomates secos, berenjenas al escabeche, ajos confitados; y hasta mantelitos retro-souvenir para llevar a casa.
Una sorpresa en Palermo Queens que ya es marca registrada y que vale la pena regalar.
Salgado abre de lunes a sábados de 8 a 19 y sábados a la noche. Queda en Velasco 401, esquina Aráoz, 4854-1336.
Por Laura Isola
Caffarena es una cortada un tanto oscura y alejada, en lo que se puede llamar La Boca profunda. Que está más para locación de película de policial negro que para el candor del turismo. Esto será así hasta que el largo brazo de “la puesta en valor” de la ciudad no la alcance. Por ahora, las pocas cuadras sólo se conocerán por el famosísimo bodegón, El Obrero. Lugar que contrasta notablemente con la discreta fama de su dirección: adentro todo es luz, voces altisonantes, colores en las abigarradas paredes de las que cuelgan, en fotos, el plantel completo de unos cuantos equipos de fútbol, la satisfacción de la sobremesa de famosos locales y extranjeros. Eso sí, siempre el mismo. Para cobijar a los heridos de tanta fusión, de tanto diminutivo en la carta, de tanto personal sin experiencia. Como en un remanso, ruidoso, apretujado, iluminado a giorno, se encuentra uno con la tortilla de papa, las rabas y el puchero. Corvina a la vasca con papas españolas y queso y dulce están escritos, sin eufemismos, con tiza en los pizarrones, seguidos de precios súper recomendables. Y quien se acerca a la mesa es una moza de las que ya quedan pocas: que sonríe, que recuerda el pedido, que está atenta, que no se equivoca nunca. Los habitués del lugar no lo cambian por nada: los que van después del partido en busca de la cerveza y la picada para reponer, de más, las calorías perdidas; los amigos cuarentones que toman a El Obrero como una suerte de última cena pagana; los que festejan el cumpleaños y lo cantan varias veces. Todo debidamente amenizado por un cantante de tango. Pero, aunque las mesas siempre están ocupadas, la bienvenida al forastero es amigable. Tanto que Abel Ferrara, imaginamos que bien dateado por Win Wenders, terminó cantando mesa por mesa, “I Walk the Line”, el tema de Johnny Cash. Seguro porque le gustaba. Quizá porque sabía que ya había cruzado la frontera.
El Obrero está en Agustín Caffarena 64. Abre de lunes a sábado, mediodía y noche. Reservas al 4362-9912.
Por Julieta Goldman
El comienzo de la pasada primavera vino acompañado de un estreno en materia de propuestas para dejarse tentar libremente a la hora de los permitidos. ¡Viva, viva, a redimir las culpas! Las “tortas mini” son la especialidad de la casa, en especial la “Triple Chocolate” que oficia de reina del menú. Tres texturas de chocolate, una base húmeda, mousse de chocolate y rulos crocantes, más una capa de dulce de leche componen esta seductora opción. Además puede degustarse el “lemon pie granizado”, una versión diferente del clásico lemon pie que no incluye agregados de pedacitos de chocolate. Otro hit azucarado es una mousse suave de naranja, con confituras cítricas sobre biscuit de almendras. Bienvenidos entonces a un nuevo mundo de delicias: las de la pequeña tienda Viva Victoria que abre sus puertas todos los días en horario corrido. Desde la vereda de enfrente a República Arabe Siria 2982 se distingue un toldo a rayas y un gran panel de vidrio que deja ver el empapelado en tonos beiges y gran parte de las delikatessen presentadas en un mostrador. Una vez adentro un modular de madera exhibe scons, cookies, cuadrados de coco, mandarina, manzana, brownies y budines, entre otras cosas. Pocas mesas blancas, con sillas también blancas están dispuestas sobre un alisado de cemento color Pérsico, según su dueña Cintia, joven psicóloga que decidió abandonar la profesión y dedicarse por completo a los cuidados de Viva Victoria.
Para la hora del almuerzo se recomiendan los sandwiches en pan casero, de pastrón caliente con pepinos y mostaza, de verduras grilladas o de pollo asado con tomillo, mayonesa de hierbas y tomate fresco. Ensalada tibia, de pollo, de atún, de salmón o tartas individuales de varios sabores completan los deleites salados, elaborados en el momento de forma artesanal.
Por último, Viva Victoria también se especializa en preparación de tortas a pedido y en armado de postres. Para tenerlo en cuenta en caso de querer quedar muy bien al momento de la sagrada y bienvenida mesa dulce.
Viva Victoria queda en República Arabe Siria 2982. Abre de lunes a viernes de 8.30 a 20.30 y sábados y domingos de 9 a 21, 4804-4980.
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