SALí
Por Juan Pablo Bertazza
Igual que con el punto justo del asado, a menudo los restaurantes tardan un tiempo en encontrar su mejor versión. Calidad, buenos precios y algo de suerte son algunas de las causas lógicas y de las otras que entran en juego a la hora de dar con el punto G de la exquisitez. Eso logró El Capitán –hoy New Capitan–, una parrilla ubicada desde 1995 en la estratégica esquina de Díaz Vélez y Olaya que, luego de correr distinta suerte, en la actualidad se llena día tras día.
Con un aire de barco, a tono con los prolijos pañuelos que los mozos se atan a la cabeza, hay en su exterior hermosos murales con motivos marítimos que sirven de marco a un cómodo salón, equipado con un invaluable aire acondicionado. La gran vedette de New Capitan –dirigido por Mario Martoy y gerenciado por Gabriel Cagnetta– es sin dudas el asado al asador, alias costilla ancha a la leña, expuesto impúdicamente en cruz para el delirio de los hambrientos peatones de Parque Centenario, que pueden pedir a domicilio promociones como la Gran Parrillada Capitán Premium, que incluye chorizos, chinchulines, mollejas y, si todavía la baba le permite seguir leyendo, costillas de asado al asador, entre otras delicias.
Por su parte, los que todavía siguen gozando del placer de fumar después de semejantes banquetes podrán hacerlo afuera, arrastrados por la dulce marea de la buena vida.
New Capitan queda en Díaz Vélez 5401.
Tel.: 4958-1813
Abre de domingo a jueves de 11.45 a 15.30 y 19.45 a 24.00; viernes y sábado 11.45 a 16.00 y 19.45 a 0.30.
Por Julieta Goldman
Quienes anden de recorrida por el Abasto y le den el revés al arroz chaufa, al ceviche y al pisco sour, especialidades peruanas típicas de la zona, sepan que Gallo 702, un deli-restó de opciones variadas, los espera justo, justito en la esquina de Gallo y Lavalle.
Tablitas, ensaladas, sándwiches, pastas, risottos, omelettes, lomos y pollos al plato son parte de la extensa carta. Las picadas incluyen ingredientes que hasta provocan exaltaciones en los comensales. “Los corazones de alcaucil están riquísimos”, grita rabiosa una mujer de la mesa vecina. Además se enlistan componentes clásicos como berenjenas en escabeche, salame, quesitos, jamón crudo, grisines, milanesitas, mozzarella con hierbas de picadas y más.
Las pizzas, tal como dice la carta, son “así de finitas” e incluyen veinte combinaciones posibles. Y la diversidad del menú parece no llegar a su fin. Además hay rabas, pesca del día y alegrías para los fanáticos de los dulces, con clásicos como tiramisú y volcán de chocolate.
Parte del decorado son las miles de botellas a la vista de vinos de distintas bodegas. El salón es amplio y simple, con paredes amarillas, piso de alisado de cemento, mantelitos rojos, grandes servilletas negras, persianitas americanas y techos altos que dan lugar a un entrepiso.
Algunas pocas mesitas en la calle son ocupadas por fumadores fervientes. Pero qué mejor que estar bajo al aire acondicionado del lugar con semejante calor, comiendo alguno de los exquisitos y súper abundantes lomitos canadienses o gourmet, que también se ofrecen en su versión de pollo o cerdo. No es necesario agendar el dato; por el nombre del lugar es fácil recordar la dirección.
Gallo 702 queda en Gallo 702.
Abierto todos los días, mediodía y noche. Teléfono: 4861-0472.
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