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› Por Martín Pérez
Cristalina, el debut de Lulina
A medio camino entre Fernanda Takai y Nara Leao. Así es como dicen los periodistas brasileños que suena la voz de Lulina. Pero la clave de esa descripción está en agregar a la mezcla el surrealismo y la ironía de la primera Rita Lee. Entonces sí, el resultado se acerca a la música de esta encantadora pernambucana afincada en San Pablo, que lleva una década compilando discos caseros, pero acaba de editar Cristalina, su álbum debut propiamente dicho, para el que dejó de lado su laptop blanca –bautizada Hermeto– e ingresó en un estudio “de verdad”, donde regrabó los mejores temas de aquellos discos rigurosamente amateurs. “Son mis canciones después de tomar un baño y arreglarme para ir a una fiesta”, explica Luciana Lins, redactora publicitaria, nacida en Recife, pero criada en Olinda y formada en la Universidad Regional de Pernambuco, pero que en sus ratos libres —cada vez más ocupados— deviene en Lulina, cantante criada a base de Nirvana y Metallica, aunque asegura haber encontrado su verdadera familia cuando conoció el indie que encarnan Cat Power, Yo La Tengo o Belle and Sebastian. “El truco es vestir la realidad con una camisa de tweed, calzas de ironía, zapatillas de metáforas y medias de cinismo”, confiesa esta hermosa voz femenina con historias para contar y no sólo susurrar delante de beats o bossas, como suele ser el producto musical for export de Brasil en los últimos tiempos. No es casualidad que la mejor carta de presentación de Cristalina sea el tema “Meu Principe”, el único inédito del disco, en el que la no-tan-naïf Lulina presenta a un príncipe que no es azul, pero le da múltiples orgasmos: “El limpia el baño y yo trabajo todo el día, / él lava ropa sucia y yo bebo, / él pelea con los niños y yo toco la guitarra, / él quiere discutir la relación y yo no”.
Rock’n’roll, el último disco de Erasmo Carlos
“Soy una copia, y me gusta ser así. / Soy una copia, una copia de mí”, canta Erasmo Carlos en el tema que mejor resume su extraordinario último disco, titulado simplemente Rock’n’roll. Con sabia producción de Liminha, viejo bajista de Os Mutantes devenido en el gran personaje detrás de las perillas del rock de los ’80 brasileño, el gran símbolo rocker de la Jovem Guarda que supo liderar Roberto Carlos encarna su verdadero espíritu, y lo hace tan bien y a la medida que con justicia semejante disco —el primero de Erasmo en media década— ha sido para la gran mayoría el mejor del año pasado en Brasil. Si bien el tema nace de la anécdota que más de una vez ha contado Erasmo —que en su medio siglo de carrera recorriendo el interior brasileño supo ver dobles de Elvis, de Raúl Seixas e incluso de Roberto Carlos, pero nunca un doble suyo—, lo cierto es que esa broma hecha canción (y una muy buena, que arranca como un blues) parece liberar de complejos a un disco festivo y desinhibido, repleto de canciones de guitarras, ajustadas y vintage, algunas de ellas compuestas junto a autores como el ex Titas Nando Reis o Nelson Motta, letrista de la joya del álbum: la bellísima “Noturno carioca”. “Erasmo es el verdadero padre del rock brasileño”, escribió Rita Lee para la salida del disco. “Soy un rockero de guitarra de cuerdas de nylon”, aclaró recientemente Erasmo, de 69 años, a quien no en vano apodan “Tremendao”, autor de las más perfectas canciones junto a su compinche Roberto, con quien estuvo sin encontrarse durante muchos años. “Me gusta el rock; pero soy compositor, así que me influenció toda la música brasileña. Por eso no soy un rockero de campera de cuero. Soy un rockero de bermudas y playa.”
Ciranda mourisca: Alceu Valença graba un disco de cirandas después de 36 años de carrera
Para presentar el último disco de Alceu Valença, el periodista Marcus Preto, de Folha do Sao Paulo, recordó a Clarice Lispector, que dijo que la biografía más profunda de una persona se esconde en la historia de sus fracasos. Y, de alguna manera, Ciranda mourisca logra su encantadora profundidad acústica —transparente, hipnótica y casi lisérgica—, recuperando una docena de “fracasos” de la extensa carrera solista de Valença, que —como escribió José Teles en su libro Do frevo ao manguebeat— aún sigue siendo el artista pernambucano que más se destacó de manera nacional en el Brasil moderno. A pesar de ser hijo de un diputado constituyente brasileño, Alceu supo criarse entre la música de la calle y, pese a que por la presión de su familia estudió abogacía, su carrera terminó siendo musical. Celebrado por su mezcla de forró con rock —bautizada como forrock— durante los ’70, fue recién en los ’80 que su música se hizo conocida en todo Brasil. “Fue entonces que los empresarios desplazaron a los maestros en el negocio de la música”, recordó recientemente. “Yo sé que todo es negocio, pero hay muchas formas de ganar dinero. Podrían dejar el arte en paz”, se quejó este músico que supo bajarse del negocio para no traicionar su arte. Paradójicamente, su mejor disco en muchos años llega de la mano de su flamante discográfica, que le pidió un álbum de cirandas. En lugar de seleccionar clásicos de ese ritmo litoraleño, decidió elegir temas propios con esa cadencia. Partiendo de su “Ciranda da rosa vermelha”, que fue un hit en la voz de Elba Ramalho, pero nunca antes había grabado, Valença eligió un puñado de hermosos temas que son como el lado B de sus 36 años de carrera, un auténtico regalo para sus fans y la mejor forma de acercarse al maravilloso mundo de su música.
Berlim, Texas: el cosmopolitismo de Thiago Pethit
“Berlim, Texas es un lugar determinado por la longitud de un tiempo distante, y la latitud de un mapa inventado”, escribió Thiago Pethit como presentación de su álbum debut. “Un escenario imaginario, en que se alternan las noches frías de los cabarets llenos de humo de la Alemania prenazi y los días soleados —y regados de whisky— de los saloons texanos”, se extiende en la descripción de la escenografía de sus canciones este joven bautizado hace 27 años como Thiago Fidanza Corrêa da Silva, y que desde los 9 se imaginó dedicado al teatro. Pero terminó cruzándose en su camino Tie, una de las principales protagonistas de la tan cosmopolita escena under paulista, y la música —que Thiago asegura que siempre llevó en la solapa— terminó alterando su destino. Junto a Tie —que lo rebautizó como Pethit— aprendió sus primeros acordes, y luego Thiago asegura haber viajado a Buenos Aires para aprender composición con maestros de tango. A su regreso editó un pequeño EP con el que firmó su transición del teatro a la música, y debutó sobre un escenario nada menos que abriendo un show de Bonnie Prince Billy en San Pablo. De aquel estreno hasta su show en abril junto a Nouvelle Vague —que admira porque con ellos se hizo conocida Camille— en Río, lo separan dos años y el flamante Berlim, Texas. Producido por Yuri Kalil, de la banda Cidadao Instigado, y con Helio Flanders —del grupo Vanguart, otro protagonista de la nueva escena paulista— como invitado en el hermoso tema “Forasteiro”, el disco está cantado en inglés, francés y portugués. Viaje melancólico con aires de varieté, Berlim, Texas es —al decir del crítico Ronaldo Evangelista— “música urbana y políglota, confesional y orgánica, estilizada y sincera”.
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