Uno de los problemas de quienes se hacen señoritos en cámara y crecen bajo el atento ojo del escrutinio público es que cientos de miles de personas creen conocerlos íntimamente y sienten el derecho de opinar sobre lo que les venga en santísima gana. Daniel Radcliffe, el otrora maguito devenido en improbable galán, no es la excepción a la regla. Porque, aunque amigable, su leal fandom —la autodefinida generación Potter— sigue con demasiada atención cada uno de sus pasos. Y no necesariamente los profesionales. Ahorita mismo, sin ir más lejos, una horda de fanáticas suecas ha lanzado una ¿meterete?, ¿desacatada?, ¿gratuita? campaña virtual para que el muchacho abandone su único vicio: los cigarrillos. Y lo ha hecho con todas las pompas: abriendo una web llamada Peer Pressure (Presión de los pares), que expone los motivos por los cuales debería dejar el tabaco y que recibe mensajes de chicas y chicos del globo destinados a desalentarlo de tamaño mal.

“El es uno solo, y nosotros somos miles. Juntos tenemos la oportunidad de apuntalarlo en la dirección correcta. Unite a esta presión colectiva para que no fume más: todo lo que necesitás hacer es motivarlo personalmente explicándole por qué querés verlo sin puchos de aquí en más. Pero acordate de mantener una actitud positiva; es la mejor manera de obtener buenos resultados”, ofrece la peculiar propuesta. Por fortuna, no todos se muestran demasiado convencidos... Por lo pronto, el sitio de noticias Daily Dot anota que “Radcliffe es un feminista declarado que no bebe ni se droga, dona dinero a —al menos— 20 grupos de caridad, siempre se hace el rato para hablar con niños y ni siquiera se googlea a sí mismo. Puede que no sea realmente Harry Potter, pero está bastante cerca de la santidad”. Subrayando, luego, lo evidente: ¿Acaso nada es suficiente? Dejen a la estrellita inglesa en paz o... avada kedavra (léase, maldición mortal con varita).