Sext o sexting es la forma anglosajona de referirse al intercambio de mensajes de texto subidos de tono. “Como el cibersex, pero con sms”, advierten los especialistas en materia de, digamos, comunicaciones fuera de horario, sensuales, hot o —la mayor parte de las veces— sencillamente incómodos. “¿Qué tenés puesto?”, proclama el alcoholizado lugar común de las 3 AM, cliché amatorio sin igual. Empero, se acabó lo que se daba, a juzgar por la intención rupturista de una directora de cine independiente canadiense: Eileen Yaghoobian —responsable del festejado film Died Young, Stayed Pretty, sobre posters de rock— ya ha puesto manos (y cámara) en el asunto. Así, con el objetivo de convertir el famoso sext en un videoarte, la muchacha creó SendMeYourSexts.com, sitio que propone a potencial clientela que envíe sus mensajes calientes, pague 80 dólares y voilà recreación (parcial, imaginaria, inspirada, sin desnudos) del correspondiente diálogo.

“A mi entender, es tanto un servicio como una plataforma de video online que lleva los sms sexuales a la vida real, pero formulados en formato de hilarantes cortometrajes”, destaca Yaghoobian, que trabaja con actores profesionales, respeta los correspondientes guiones y logra (voluntaria o involuntariamente) revelar la delgada línea que separa la pésima pornografía y los films absurdos. En un episodio, “Johnny y Brenda”, el asunto es ejemplar: los orgásmicos gritos de la dupla protagónica llenan la pantalla cuando... juegan al tenis e intercambian, sí, sí, líneas sugerentes. “No hay nada de malo en hacer un sitio sexy, pero sin porno”, se defiende la cineasta y define a los sexts como “la inspiración perfecta: actuales, contemporáneos, vigentes, llenos de creatividad, tensión, comedia y drama.” ¿Potencialidades cinematográficas? Seguro. También un petit negocio. Después de todo, el chascarrillo sale sus billetes. Mientras haya argumento.