VALE DECIR
Parafraseando a doña Gertrude Stein, una silla es una silla es una silla. Aun siendo cien. O, para el caso, 1001. En realidad: especialmente si son 1001. Así lo evidencian la fotógrafa y diseñadora egipcia Manar Moursi y el editor y escritor dominicano David Puig, dupla que ha decidido capturar la esencia de Egipto a través del mentado objeto. Ojo: en su variopinta variedad, vía polaroid, tras gatillar durante más de tres años. Porque acaso ése haya sido el tiempo destinado por ambos a recorrer las calles de El Cairo en busca de ejemplares dignos de simbolismo. A entender de algunas voces, “como un todo, cada asiento representa a una ciudad atrapado en el medio; país rural y floreciente metrópolis en partes iguales”. Pues, reparadas, restauradas y rediseñadas, las disparatadas combinaciones de los estelares muebles apuntan en esa dirección, amén de la coexistencia relativamente armónica de sus partes. Partes fracturadas, tronchadas, canibalizadas; pero imaginativamente complementadas por fragmentos en símil situación.
Así, butacones sin piernas reposan sobre cajas de cartón; versiones de plástico son atadas (literalmente) con alambre cual digno mobiliario de Mary Shelley; taburetes azules aprovechan los brazos de hierro de alguna especie en extinción. Y todas aguardan que el proyecto visual, intitulado Sidewalk Salon: 1001 Street Chairs of Cairo, recaude los 19 mil dólares que los autores solicitan a través del sitio de crowdfunding IndieGogo para volverse libro. Allí, además de fotografías, se incluirán textos de cantidad de escritores locales inspirados en... sillas. Y se podrá ver lo que Moursi y Puig llaman “el hilo invisible que crean las sillas de acera a acera”. Para observar con atención lo que, a menudo, es dejado de lado.
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